Ideas

* Aire fresco

Ya dirá el tiempo si Gerardo Espinoza -conforme a sus proyectos… y como se le desea sinceramente- consigue ser un entrenador exitoso. Por lo pronto, su historial, incipiente aún, se inicia con el fracaso consumado el lunes, con su despido como timonel del Atlas.

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Es muy fácil aplicar el cliché de que los dirigentes recurrieron al cómodo expediente de cortar la hebra por lo más delgado cuando la situación se tornó insostenible…

Sin embargo, es muy probable que, en el caso, no haya sido exactamente así. Más allá de que la elocuencia de los números es aplastante (cero victorias en ocho apariciones, un solo gol anotado en ese ciclo y el sótano de la clasificación como expresión gráfica de su desempeño), los dirigentes del equipo tienen la posibilidad de acompañar el día a día del equipo; pueden observar los entrenamientos; pueden dialogar con los jugadores y con el propio entrenador, sin invadir, con ello, sus funciones. Pueden tener, por ende, una idea clara de los argumentos y recursos que el técnico esgrime para tratar de revertir una inercia tan funesta como la que aqueja a los Rojinegros…

Pueden tener, en fin, una idea clara de si el enfermo al que tienen en terapia intensiva está en buenas manos… o si lo más pertinente es cambiar de médico.

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Quizá la derrota más reciente, ante los “Tigres”, no haya sido el indicio más significativo de que el discurso de Espinoza se había agotado y de que su teórico ascendiente, como entrenador, sobre los jugadores, se había deteriorado. Después de todo, el Atlas, en ese partido, saltó a la cancha a desempeñar el rol del pato… aunque tuvo durante más de una hora, contra todos los pronósticos, a las supuestas escopetas de espaldas contra la lona.

Que se hubiera anotado el primer gol de la campaña en ese encuentro, ya fue ganancia. El resto -la derrota por 3-1- fue cuestión de lógica.
El cese de Espinoza, a continuación, por lo consiguiente: al margen de las medidas que se tomen para apuntalar al equipo en una o dos posiciones, el receso en la Liga, sobre todo si en breve se designa al nuevo entrenador y éste recibe el beneplácito del plantel, el público y la crítica, propiciará la entrada de aire fresco, para renovar el que, a despecho de sus esfuerzos, con Espinoza ya estaba demasiado viciado.

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