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- “¡Renuncien!”

Una de las consignas más reiterativas de los participantes en las manifestaciones de protesta por las situaciones de violencia extrema que se han vuelto ordinarias, casi cotidianas, en nuestro medio, fue acuñada por el empresario Alejandro Martí a raíz del asesinato de su hijo Fernando, en agosto de 2008, a manos de sus secuestradores, cuando ya se había pagado el rescate que éstos exigieron por su liberación: “¡Si no pueden, renuncien!”.

Después de aquel episodio, la historia, con múltiples variantes, se ha repetido hasta el punto de volverse sistémica. El caso de los 43 estudiantes asesinados e incinerados en Ayotzinapa, en 1914, a nivel nacional; los de los tres italianos entregados por policías de Tecalitlán a una célula del crimen organizado, a finales de enero, y de los que no se ha vuelto a tener noticias, y los de los tres estudiantes de la Universidad de Medios Audiovisuales “levantados”, asesinados y disueltos en ácido hace menos de un mes en Jalisco, serían los ejemplos más sonados y más representativos.

-II-

Por supuesto, el clamor no ha sido acatado. Ni parece que pudiera o debiera ser esa la reacción deseable, por evidente que sea la incompetencia, la incapacidad, o, al menos, la insuficiencia de los esfuerzos de las autoridades para enfrentar una ola de violencia que alcanza dimensiones inéditas. La renuncia o el cese de funcionarios públicos no ofrecerían, por sí mismos, ninguna garantía de que sus reemplazos serían más eficientes.

El gobernador Aristóteles Sandoval, ha admitido que se justifica el clamor airado de la sociedad, y que “para tocar el dolor de las personas, basta ponernos en su lugar”, al solicitar la participación directa de la División Científica de la Policía Federal para tratar de resolver todos los casos similares que han sido denunciados en Jalisco, y al comprometerse públicamente a realizar un cambio significativo en una estrategia de seguridad que ya ha demostrado su ineficacia. (“Reorganizar, reestructurar y reorientar el enfoque que hasta la fecha no ha dado los resultados que exigen ustedes”, dijo textualmente en su intervención en el informe anual del Comité Técnico de la Expo Guadalajara).

-III-

Son palabras, ciertamente. Pero también, viniendo de quien vienen, deben interpretarse como un compromiso del gobernante ante la sociedad. Y ésta, al otorgarle el beneficio de la duda, estará en todo su derecho de exigirle, en un plazo razonable, las acciones y los resultados que hasta ahora –él mismo lo reconoció– han escaseado.

Así que…

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