Ideas

- Autocomplacencia

Son dos verdades axiomáticas: ni los gobiernos del período neoliberal -hoy por hoy tan satanizado- se acabaron el país en tres décadas, ni el actual hará efectivo el milagro de la cacareada “transformación” en los cuatro años que le restan.

-II-

Hubo, por supuesto, algunas notorias diferencias entre el discurso conmemorativo del segundo aniversario del régimen actual -que quiso ser una síntesis de los logros alcanzados hasta ahora-, el martes por la tarde, y los que tradicionalmente acompañaban a la entrega, de conformidad con el mandato constitucional, de los Informes de Gobierno de otros tiempos. Una de ellas, la brevedad del acto: más escueto que casi cualquiera de las más de 500 “mañaneras” que lo precedieron. Otra, la austeridad: la presencia de menos de un centenar de “invitados especiales” en Palacio Nacional. Una más, la ausencia del marco, multitudinario en las calles -con “acarreados “ o sin ellos-, decididamente cortesano en el recinto legislativo y en el mismo Palacio Nacional, con la presencia de lambiscones al por mayor en el acostumbrado “besamanos”.

Eso, en la forma. En el fondo, lo de siempre: la autocomplacencia en todo su esplendor; las interminables variaciones a la “Sinfonía en Mí” (con las debidas licencias de Jardiel Poncela) a la manera de Paco Stanley: “Qué bonito soy, que bonito soy, cómo me quiero; sin mí me muero…”.

-III-

Puesto que no hubo, en lo esencial, ninguna diferencia en el discurso, resulta ocioso subrayar, con tono triunfalista, las buenas intenciones del gobernante en turno…, o contraponer los “otros datos” que la canija realidad ofrece.

Por no dejar, solo para probar que lo de “no mentir” es una patraña, vale repasar la aseveración de que “no hay impunidad” como prueba de que la supuesta “transformación” del país está en marcha… Si por impunidad se entiende tratar con rudeza a los adversarios -reales o imaginarios- y con benevolencia a los aliados, puede que sí; en cambio, si por impunidad se entiende que una acción legal o moralmente reprobable se queda sin castigo, tanto las estadísticas -los datos del INEGI- como el discurso de la actual Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en el sentido de que “en México solo se castiga uno de cada cien delitos que se cometen”, demuestran y aun proclaman que, en México, la impunidad es la regla… (“Y -como diría el soldado de Cervantes ante el túmulo de Felipe II- el que dijese lo contrario, miente”).

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