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¿Qué se debe hacer ante un derrame cerebral?

Esta condición es una de las principales causas de discapacidad en adultos

El Ictus, también conocido como infarto cerebral o derrame cerebral, es una emergencia médica que se presenta cuando el flujo de sangre al cerebro se ve interrumpida, o cuando un vaso sanguíneo se rompe y provoca sangrado dentro del tejido cerebral. Cualquiera de estas dos situaciones provoca que las neuronas dejen de recibir oxígeno y nutrientes, ocasionando un daño cerebral irreversible en cuestión de minutos y, sobre todo, discapacidad.

Esta condición es una de las principales causas de discapacidad en adultos, y una de las emergencias neurológicas mayor presencia en México. Debido a que cada minuto cuenta con el Ictus, es crucial aprender a detectarlo y entender la manera de actuar, para tener mayores probabilidades de que la persona sobreviva sin secuelas graves, indica el Dr. Juan Manuel Calleja Castillo, neurólogo y especialista en enfermedad vascular cerebral del Centro Médico ABC.

Además de saber que la atención médica se debe recibir de manera inmediata al momento de desarrollar un Ictus, es importante la prevención. La adopción de hábitos saludables, vigilancia médica y el control de enfermedades crónicas, reduce de manera significativa su riesgo.

¿Sabes qué es un Ictus?

El Ictus no es una sola enfermedad, sino un conjunto de trastornos que afectan la circulación del cerebro. En términos generales, esta condición se divide en dos grandes categorías:

  • Ictus isquémico (embolia): representa cerca del 80% de los casos. Se presenta cuando un coágulo obstruye una arteria cerebral, impidiendo el paso de sangre y oxígeno al tejido cerebral.
  • Ictus hemorrágico (derrame): ocurre cuando un vaso sanguíneo se rompe y la sangre se filtra en el cerebro, dañando de manera directa las neuronas y aumentando la presión intracraneal.

Dentro de las principales causas se encuentran la hipertensión arterial, la ateroesclerosis, las alteraciones cardíacas como la fibrilación auricular y los trastornos de la coagulación.

Algunos factores de riesgo son modificables, como el tabaquismo, el sedentarismo, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol y una dieta rica en sales y grasas, también pueden incrementar el riesgo de su desarrollo. Además, existen factores que no se pueden modificar y que aumentan el riesgo de desarrollar Ictus, como la edad o antecedentes familiares.

Se calcula que cerca del 80% de los casos de Ictus podrían prevenirse mediante la detección y manejo de factores de riesgo.

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Estrategias para prevenir un Ictus

La prevención del Ictus se basa en mantener un estilo de vida saludable. y en controlar las enfermedades que afectan la salud cardiovascular. Existen diversas medidas que podemos aplicar en el día a día, que van desde emplear una dieta más saludable, hasta disminuir el consumo de sustancias dañinas. Al hablar de una dieta saludable, nos referimos a una dieta que incluya frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y pescado, además de reducir la sal, alimentos ultraprocesados y grasas saturadas.

La actividad física es otro pilar fundamental; aquí no se requiere invertir grandes cantidades de tiempo o esfuerzo agotador, con caminar al menos 30 minutos al día y acumular alrededor de 150 minutos de ejercicio moderado por semana, se ha visto una mejora en la circulación, en regular el peso, reducir la presión arterial y optimizar los niveles de colesterol.

Dejar de fumar es quizá la decisión más importante para reducir el riesgo de Ictus. El tabaco es una sustancia que endurece y estrecha las arterias, esto facilita la formación de coágulos y eleva la presión arterial. Por otra parte, el consumo excesivo de alcohol también debe evitarse, ya que afecta de manera directa el ritmo cardíaco, lo que puede desencadenar alteraciones como la fibrilación auricular.

Con respecto a las enfermedades crónicas, es esencial mantener controlada la hipertensión, ya que la presión arterial elevada daña lentamente los vasos cerebrales y multiplica el riesgo de hemorragia o trombosis. Lo mismo ocurre con la diabetes que, si no se controla adecuadamente, acelera el deterioro de las arterias.

Expertos recomiendan, especialmente a aquellos que tengan uno o más factores de riesgo, realizarse chequeos médicos periódicos. Un examen rutinario puede detectar de forma temprana la presencia de hipertensión, arritmias o diabetes, condiciones que con frecuencia no producen síntomas, al principio, pero que sí elevan el riesgo de Ictus.

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Aplica la prevención del Ictus en la vida cotidiana

Conocer las estrategias preventivas no siempre implica aplicarlas de manera sencilla, el verdadero reto consiste en transformar las recomendaciones médicas en hábitos sostenibles.

Como primer paso, se recomienda establecer metas realistas y progresivas. En lugar de cambiar la rutina de golpe, se puede comenzar con pequeños ajustes, como caminar sólo 15 minutos al día, reducir el consumo de sal o comer un poco más de verduras. Realizar estos pequeños pasos de forma constante, genera mejoras significativas a largo plazo.

El ejercicio se debe integrar en el día a día. Desde caminar hasta subir escaleras, bailar o andar en bicicleta, son actividades que pueden incorporarse en las actividades diarias sin alterar demasiado la rutina. En caso de vivir con enfermedades crónicas o problemas articulares, es importante acudir con un médico antes de iniciar cualquier programa de actividad física, para definir el tipo, la intensidad y el objetivo adecuado a cada persona.

El manejo del estrés también desempeña un papel clave, ya que situaciones prolongadas de tensión emocional generan una elevación de la presión arterial.

Aprende a actuar ante un Ictus

La realidad es que la prevención es una gran herramienta para disminuir el riesgo de desarrollar un Ictus, pero en caso de que esto esté sucediendo, también es crucial saber cómo actuar.

Reconocer los síntomas de un Ictus a tiempo es esencial; un método útil y rápido es la prueba "DALE":

  • Debilidad facial: pedir a la persona que sonría y ver si uno de los dos lados de la cara se cae.
  • Aflojamiento de un brazo: pedir que alce ambos brazos al mismo tiempo y ver si uno se debilita o no sube.
  • Lenguaje alterado: pedir que repita una frase simple e identificar si habla con dificultad o no entiende lo que se le dice.
  • Acude de inmediato a urgencias: en caso de que aparezca uno o más de estos signos, hay que actuar de inmediato y acudir a emergencias de un hospital.

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