Cultura

Muere Frank Gehry, el arquitecto que hizo danzar al titanio

El creador del Museo Guggenheim Bilbao, figura clave del deconstructivismo y maestro de las formas imposibles, falleció a los 96 años en Santa Mónica a causa de una enfermedad respiratoria

El mundo de la arquitectura despide a una de sus voces más audaces y disruptivas. Frank Gehry, el arquitecto canadiense-estadounidense cuya obra transformó la manera en que entendemos la forma, la piel y el gesto en la ciudad contemporánea, murió ayer en Santa Mónica (California) a los 96 años, según confirmaron medios locales y su jefa de gabinete, Meaghan Lloyd. Una enfermedad respiratoria puso fin a la vida del creador que, desde finales del siglo XX, redefinió el imaginario global con edificios que parecían desafiar la gravedad y la lógica.

Nacido en Toronto y formado vitalmente en Los Ángeles, donde se instaló en su adolescencia, Gehry -que en 1954 sustituyó su apellido Goldberg por el que lo haría célebre- se convirtió en figura clave del deconstructivismo arquitectónico. El punto de inflexión de su carrera llegó en 1997 con la inauguración del Museo Guggenheim Bilbao, una obra que no solo reformuló el papel del museo en la ciudad, sino que, como señaló The Guardian en 2017, “cambió todo” e inició una auténtica “locura global” por las formas curvas y las superficies metálicas que parecían vibrar con la luz.

La Fundación Solomon R. Guggenheim reconoció en su momento el edificio como una de las piezas más influyentes de la arquitectura contemporánea, y no solo por su impacto visual: su presencia impulsó la regeneración urbana de la capital vizcaína y consolidó a Gehry como un referente mundial. Desde el MoMA de Nueva York se le celebró como un maestro capaz de forzar los límites de la geometría y la construcción.

El emblemático Walt Disney Concert Hall, diseñado por el arquitecto Frank Gehry. AFP/F. Brown

Su trayectoria está jalonada por hitos que comparten esa misma pulsión experimental: la Casa Danzante de Praga (1996), el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles (2003) o la Fundación Louis Vuitton de París (2014), estructuras donde la materia se retuerce, flota o se fragmenta en composiciones casi musicales. Ese espíritu de riesgo fue también lo que, en 1989, llevó al jurado del Premio Pritzker a reconocerlo como un creador “a veces controvertido, pero siempre sorprendente”, comparándolo con Picasso por su libertad formal.

La relación de Gehry con España no se detuvo en Bilbao. En 2006 firmó el hotel Marqués de Riscal en Elciego (La Rioja), una pieza donde el titanio vuelve a desplegarse como cinta luminosa sobre el paisaje del vino. A través de su estudio Gehry Partners, el arquitecto impulsó técnicas digitales y procesos constructivos inéditos hasta entonces, indispensables para materializar sus célebres geometrías imposibles.

No obstante, la estela del Guggenheim bilbaíno también generó críticas. Su intento de replicar el modelo en Abu Dabi -un proyecto iniciado hace 14 años y aún inconcluso- quedó marcado por retrasos y polémicas, especialmente tras la denuncia de abusos laborales sobre los trabajadores extranjeros, lo que motivó en 2011 un llamamiento al boicot por parte de más de un centenar de artistas.

En su vida personal, Gehry obtuvo la ciudadanía estadounidense en 1951, manteniendo también la canadiense. En 1952 se casó con Anita Snyder, con quien tuvo dos hijas; tras su divorcio en 1966, contrajo matrimonio en 1975 con Berta Isabel Aguilera, empresaria de origen panameño, con quien tuvo otros dos hijos.

Con su partida, la arquitectura pierde a un creador que convirtió la experimentación en método y la sorpresa en lenguaje. Quedan, como testimonio, sus edificios: fragmentos de luz, titanio y movimiento que continúan desafiando las expectativas y ampliando la imaginación colectiva.

Esta fotografía, tomada el 19 de abril de 2023, muestra una vista general del Museo Guggenheim Bilbao, junto a la obra “Arku Gorriak” (Arcos Rojos) del artista francés Daniel Buren. AFP/A. Gillenea

GRANDES OBRAS

La huella de Gehry en el mundo

Museo Guggenheim Bilbao (1997, España): Su obra maestra, un icono del deconstructivismo. Las formas curvas y el titanio impulsaron la regeneración urbana y consolidaron el “efecto Bilbao”.

Walt Disney Concert Hall (2003, Los Ángeles, EU): Símbolo de la ciudad y referente acústico mundial, con un diseño escultórico que recuerda al Guggenheim.

Casa Danzante (1996, Praga, República Checa): Creada junto a Vlado Milunic, destaca por su dualidad formal: una parte estática y otra dinámica.

Fundación Louis Vuitton (2014, París, Francia): Centro cultural monumental, ejemplo de deconstructivismo, inaugurado tras un costoso proceso que multiplicó por ocho el presupuesto inicial.

Hotel Marqués de Riscal (2006, Elciego, España): Su segundo gran proyecto en España, un hotel de lujo donde vuelve a desplegar titanio y geometrías en movimiento.

8 Spruce Street (2011, Nueva York, EU): Rascacielos residencial de 76 plantas y 265 metros, antes conocido como Torre Beekman.

Stata Center (2004, Cambridge, EU): Edificio académico del MIT caracterizado por volúmenes fragmentados y torres divergentes.

Museum of Pop Culture (2000, Seattle, EU): Museo dedicado a la cultura popular, financiado por Paul Allen. Su diseño metálico generó críticas y apareció en listas de edificios polémicos.

Museo de Arte Weisman (1993, Minneapolis, EU): Preludio formal del Guggenheim Bilbao, con metal ondulante y volúmenes tensos.

Biomuseo (2014, Ciudad de Panamá, Panamá): Su única obra en Latinoamérica, un museo de biodiversidad reconocible por sus paneles de colores vivos.
 

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