Cultura

El MUSA reflexiona sobre la arquitectura y el paisaje a través de la mirada de Mariana Yampolsky

Este jueves, el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara rendirá homenaje a Mariana Yampolsky, destacando su visión crítica y sensible, como parte de la conmemoración por el centenario de su nacimiento

Este jueves en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara se recordará en torno a la mirada sensible y crítica de Mariana Yampolsky, en el marco del centenario de su natalicio. A las 17:00 horas se llevará a cabo la mesa de diálogo Arquitectura y paisaje en las imágenes de La casa que canta, Mariana Yampolsky en el centenario de su natalicio, con la participación de los arquitectos del paisaje Pablo Zamudio, Diana Ortíz y Diego Torres, bajo la moderación de la historiadora Mónica del Arenal.

La conversación gira en torno a un eje esencial en el trabajo de Yampolsky, la capacidad de la fotografía para documentar, preservar y compartir la riqueza del hábitat rural en México, especialmente a través del registro de una arquitectura que, al no ser de autor, ha quedado muchas veces invisibilizada. En esta ocasión, la reflexión se centra en el libro La casa que canta, publicado originalmente por la Secretaría de Educación Pública en 1982 y reeditado recientemente por el Infonavit, considerado un testimonio valioso sobre la identidad arquitectónica del país, comparte en entrevista con EL INFORMADOR del Arenal.

Mónica del Arenal, arquitecta, curadora, investigadora y actual estudiante de doctorado en Historia de la Arquitectura en la Universidad de Texas en Austin, ha dedicado los últimos 25 años al estudio de la arquitectura tradicional, con énfasis en la zona de Guadalajara y otros contextos rurales. Desde su enfoque interdisciplinario, Del Arenal destaca que en la obra de Yampolsky "la arquitectura tradicional es anónima, es decir, no es arquitectura de autor. No hay arquitectos, ingenieros o constructores con nombre y apellido a los cuales se reconozca por hacer estas obras".

Esa arquitectura —añade— está profundamente vinculada con las condiciones materiales, ambientales y culturales de cada lugar. "Hay lugares en donde si hay madera se construye con madera, o si hay piedra se construye con piedra… pueden ser bloques de adobe, pueden ser tapiales, etcétera. En México hay una inmensidad de sistemas constructivos de acuerdo con las características geográficas, geológicas, hídricas de cada latitud", explica. Para ella, este conocimiento ancestral y territorial fue precisamente lo que cautivó a Mariana Yampolsky, quien, con su cámara, supo documentarlo sin alterar ni intervenir los espacios que retrataba.

Yampolsky nació en Chicago en 1925 y se nacionalizó mexicana en 1958. Su obra fotográfica ha sido reconocida como patrimonio documental de México por la UNESCO. A lo largo de su carrera, fue una observadora incansable de los modos de vida rurales, dedicando su mirada a la arquitectura vernacular —hecha con las manos, con la tierra y con los saberes colectivos heredados por generaciones—. Como recuerda Del Arenal, "es una mujer que realmente amó nuestro país y, bueno, ese es su legado: su mirada a través de la lente".

La investigadora comparte que recientemente presentó una ponencia titulada La milpa, el cuexcomate y el tecorral. Casa y sustento del México rural en las imágenes de Mariana Yampolsky, en la Universidad de Granada, como parte de una estancia de investigación en España. En este trabajo, se analizan las imágenes de la fotógrafa con el objetivo de reflexionar sobre el aprendizaje de la arquitectura tradicional a partir del registro fotográfico. Se trata de un ejercicio académico que conecta directamente con la mesa de diálogo organizada en el MUSA, centrada en el mismo cuerpo visual de trabajo.

Los tres ponentes invitados a la mesa —Ortíz, Zamudio y Torres— comparten un interés profundo por la arquitectura del paisaje. Según Del Arenal, "desde su práctica profesional han trabajado con la arquitectura del paisaje, es decir, entendiendo el territorio, entendiendo el hábitat, entendiendo las costumbres y los materiales de cada lugar y la vegetación". Los tres conocen bien el legado de Yampolsky y han encontrado en sus imágenes una fuente de inspiración para su propia labor profesional, vinculada tanto al diseño como a la reflexión crítica del entorno.

A diferencia de una conferencia convencional, esta mesa está pensada como un ejercicio de diálogo abierto. Cada ponente compartirá una breve reflexión, y después se abrirá el espacio para conversar con el público asistente. La intención es "intercambiar ideas, qué pensamos, qué reflexionamos, para qué sirve este documento que heredó Mariana… hacer una reflexión y un diálogo conjuntos".

Las imágenes que acompañarán la charla han sido seleccionadas exclusivamente del libro La casa que canta, en el cual Mariana capturó la vida rural del Valle del Mezquital en Hidalgo. Son imágenes que no solo documentan el espacio físico, sino que transmiten una relación profunda entre el territorio, las personas y la naturaleza.

Mariana Yampolsky, de acuerdo a del Arenal, tenía una conciencia muy clara de esa relación. "Ella era muy consciente del vínculo que hay entre el territorio, las personas y la naturaleza", comenta. De hecho, la fotógrafa solía describirse como una simple mediadora entre lo observado y el espectador. "Decía: ‘Yo no hago nada, lo que hago es muy simple… a mí me gusta compartir con otros lo que han hecho otros’". Esa modestia no le impidió asumir una responsabilidad ética con los sujetos que retrataba.

"Era respetuosísima de la intimidad y de la privacidad de los habitantes de esas casas", recuerda del Arenal. "Si vemos en las imágenes del libro, vamos a ver que muy pocas veces aparecen personas, muy pocas veces. A veces los fotografiaba si estaban haciendo alguna labor artesanal, algo muy específico con las manos, con su cuerpo, o para indicar la escala de un espacio, por ejemplo, los cuexcomates que son enormes, pues a veces ponía al lado la imagen de un niño o de una persona".

El respeto por la vida comunitaria, el compromiso con México y la dedicación al trabajo profesional fueron algunas de las cualidades que más impactaron a Mónica del Arenal cuando conoció a Mariana en persona. "Era una persona muy especial, muy generosa, una mujer muy querida", asegura. "Creo que en tiempos en los que se habla mucho de la decolonización, de la apropiación cultural, Mariana sale muy bien librada de este juicio porque fue una mujer realmente enamorada y comprometida con México".

"No será una charla pasiva en la que solamente van a escuchar a tres personas hablar, sino que realmente el objetivo es dialogar". Y, en ese intercambio, redescubrir la potencia de una fotografía que aún hoy nos interpela y nos convoca.

MF

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