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Ventanas

Entre el Cerro el Vigía y Punta Campos, se encuentra una vibrante playa, 'Ventanas'

GUADALAJARA, JALISCO (08/MAY/2016).- Entre el Cerro el Vigía y Punta Campos, se encuentra una vibrante playa, nombrada, “Ventanas”, por la preciosa panorámica que brinda de las bahías: Cenicero y Santiago, y al inconfundible Cerro Toro. Gregorio Torres Quintero anotó: “Partiendo del barrio de la laguna y caminando entre ésta y el pie del cerro, se llega al cabo de una hora escasa al puerto de Ventanas. Es éste una pequeña playa interrumpida por una roca aislada y rodeada por cerros abruptos. El cerro de Manzanillo se corta ahí para abrir esta abertura gigantesca, llamada de Ventanas… Es un sitio poéticamente pintoresco. Ha existido el proyecto de abrir un canal que permita la entrada de las aguas marítimas a la laguna de Cuyutlán, a fin de mantener constantemente lleno este baso lacustre. La distancia entre el mar y la laguna es allí más corta que en Manzanillo. La laguna se seca en los meses que preceden a las lluvias, y al disminuir de fondo, se calienta el agua, muriendo los peces. Se desprenden entonces gases pestilentes que envuelven al puerto en una atmósfera mefítica. Si se logra mantener llena perpetuamente la laguna, no sucederá aquello, y entre otras ventajas, ganará la salubridad pública. Y hasta se ha pensado que podría establecerse en el interior un magnifico puerto lacustre”.   

Una de las radiantes mañanas en Santiago, elegimos pasarla en la tradicional Playa Ventanas. Postales en blanco y negro evocan su popularidad, al igual que las playas o balnearios: San Pedrito (una con pescadores y cinco tiburones), Playita de Enmedio (entre el puerto y San Pedrito), Los Huevos, y Rompeolas (aledaña al malecón). Las postales de Ventanas hacen  énfasis a sus olas o a su oleaje. De Puerto Manzanillo nos dirigimos a la Laguna Cuyutlán, al acercarnos al precioso espejo nos detuvimos a mirarlo, un muelle de madera abandonado y en estado ruinoso, nos reveló que los pescadores han buscado otras aguas, el escenario pintoresco y melancólico a la vez. Al fondo  la termoeléctrica. Luego de haber mirado la laguna, continuamos con nuestro paseo y antes de llegar al puente del canal de Ventanas, viramos a la derecha por un camino de tierra que fue bordeando el canal, de buenas dimensiones, donde corrían las aguas marinas a la laguna. A corta distancia estacionamos el coche y admiramos la cautivadora Playa Ventanas, comprendida por un saliente rocoso del Cerro del Vigía, con una piedra saliente que figuraba una cara y un rompeolas con malecón, vecino del canal, que se adentraba a unos morros, donde las olas manifestaban su fuerza, caminamos por el malecón, que por cierto sus lozas de concreto estaban fracturadas y unas totalmente destruidas, al igual que una finca de gobierno aledaña a la playa, el mar destruyó buena parte de sus cimientos, indicadores de un mar de fuertes corrientes. Ni los pivotes de cuatro conos, le sirvieron al malecón. Que debería de haber estado relleno por material y no unas losas carentes de sólidos apoyos. Las olas al tocar el rompeolas se elevaban mojando parte de lo que queda del malecón y a los que estaban cerca del reventón, una ola nos refrescó con su brisa.

Del malecón bajamos a la cautivadora playa. La recorrimos pausadamente, sintiendo su fina arena, un tanto morena, mirando su fuerte oleaje y su bonito morro, de forma piramidal, elemento que frenaba algo la fuerza del oleaje, a lo lejos las bahías: Cenicero, Santiago, y parte de la bahía Manzanillo. Tomamos valor y le entramos a la ola, por debajo, rebasándola, nadamos un rato en sus frescas aguas, salimos con la ola o mejor dicho la ola nos sacó.

“A aquel rincón lleno de encanto, donde el oleaje multiforme atrae constantemente la mirada, donde las olas se estrellan en las rocas levantando remolinos de espuma o se mueren mansamente en la arenosa playa con poético rumor”, citó Gregorio.

Gustamos de un guachinango a las hierbas finas en, “El Bigotes I”.  

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