Suplementos
Tradición que se adapta a los tiempos
El simple hecho de meter una bola en una buchaca implica más que sólo entretenimiento
GUADALAJARA, JALISCO (09/FEB/2014).- Suele decirse que el billar, como muchos otros juegos, favorece el desarrollo de la creatividad y la inteligencia, porque implica combinar intuición, combatividad, talento, picardía, disciplina y, ante todo, el azar; quizá por eso el gusto de entablar una partida suele describirse como una “pasión”. En este sentido, asomarse a los establecimientos donde uno puede aspirar a pasar un buen rato con encuentros de pool y, además, convivir con significantes cercanos, no es una experiencia inaccesible en esta ciudad.
Si uno piensa en Guadalajara, la tradición es más longeva de lo que uno imagina. Los españoles trajeron el juego a nuestro continente —se dice que fue el propio virrey Antonio de Mendoza, pero ya se sabe lo viperinas que son algunas lenguas— para que, finalmente, echara raíces y permaneciera. Ya desde fines del siglo XIX comenzaron a surgir las primeras salas de billar que se volvieron buen negocio, alojando varias mesas, espectáculos de diferente índole y, en especial, la posibilidad de degustar desde un café hasta bebidas de contenido alcohólico.
Ahora bien, si alguien se atuviera a la más conocida fama pública de estos establecimientos, seguramente coincidiría con la mala reputación que el cine les ha conferido desde que lo toma en cuenta —así sea en joyas como The Hustler (1961), que dirigió Robert Rossen y tuvo en el rol protagónico a Paul Newman; o producciones (nacionales o no) que encontraron en estos espacios buen pretexto para balas y catorrazos—, pero más allá de sus atribuciones de espacio sórdido y discriminatorio, es justo reconocer que, hoy día, el billar se juega en modernas salas donde la mujer está presente sin problemas (jugando o en compañía de amigos), en un ambiente de competición constante, por lo general limpio y en el que el trato social es cordial la mayor parte del tiempo.
Por otra parte, si algunos programas de educación básica en colegios de Centro-Europa lo contemplan en sus planes de estudio, se debe a que el billar, practicado desde la infancia, estimula el carácter creativo y, mejor aún, la concentración.
Por supuesto, además de lo ya referido, en las personas adultas ayuda a la relajación (si se va a jugar en serio, digamos) y, para personas maduras, es un deporte “completo” (alrededor de una partida se pueden recorrer entre cuatro y cinco kilómetros), permite la movilización de las extremidades superiores e inferiores, aumenta la capacidad de memorización e imaginación, y favorece las relaciones sociales.
En el caso de Guadalajara, que es el de muchas otras ciudades en el país, los espacios para el juego son abundantes, aunque no se debe confundir el concepto comercial que hace a un bar instalar una mesa o dos, y para practicar billar, con salones donde constituye el juego la principal actividad, así se venda cerveza y alimentos diversos. Con todo, lo que sí han traído las pasadas dos o tres décadas como consecuencia es que quienes atienden o visitan estos lugares, en su mayor parte, son jóvenes en busca de esparcimiento y convivencia; de esta suerte, cada vez es más frecuente que se programe música popular en decibeles exagerados, la iluminación sea multicolor y, finalmente, el juego llegue a pasar a segundo o tercer plano.
Ahora bien, a estos cambios se suma la inexorable restricción para quien fuma pues, si antes las mesas incluyeron en su diseño un necesario cenicero, se supone que ahora es imposible ejecutar un golpe con un cigarrillo en los labios o pasear alrededor de la mesa ostentándolo entre los dedos; el consumidor de tabaco ha sido relegado a la calle y, como fruto del ocio que se transforma con el tiempo, el billar adquiere nuevos ritmos para ser jugado.
Pero, en este contexto, no todo es transformación excesiva, si bien la variante de billar más practicada en estos lares es el bien conocido “pool” (en su versión sencilla que culmina, puntajes aparte, con meter la bola ocho en la buchaca), existen salones —como el célebre La Bola de Oro, en el Oriente de la ciudad— donde se juega (y mucho) la carambola de tres bandas y, con frecuencia, se celebran torneos a los que asisten maestros de talla nacional y extranjeros.
Saber más
Orígenes e historia
Desde que existen las sociedades humanas, el testimonio arqueológico da cuenta de juegos en los que intervienen varas y objetos redondos; un poco más adelante, se cuenta que en Egipto, Grecia y el continente americano hubo ancestrales divertimentos en los que, sobre el suelo, con palos se impulsaban bolas cuyo fin era acertar en determinados agujeros. Asimismo, hay documentos de la Edad Media en los que se describen juegos con estas características.
Lo cierto es que la historia contemporánea del billar comienza en Francia, donde a partir del siglo XV toma su forma “moderna”: ya se juega con bastones, en mesas con bandas, y se torna una práctica de monarcas y nobleza. Después, se impone el tapete de paño —generalmente de color verde— en la superficie, las bandas se hacen con caucho (crudo, traído de la India) para que reboten las bolas (entonces de marfil) y un taco de madera las impulsa.
Célebre es el hecho de que en la época napoleónica —obra de un tal capitán Mingaud— se coloca en el extremo del taco un trozo de cuero para “dar efecto” al viaje de las bolas; unos años después, el inglés John Carr inventa la tiza (que evita resbalamientos al golpear las bolas) y bien entrado el siglo XIX se desarrollan sistemas de marcación en pizarra. Fue hasta 1868 que se eliminó el marfil en la elaboración de las bolas (por un compuesto de alcanfor, alcohol y celuloide).
A finales del siglo antepasado, en Nueva Orleáns, Estados Unidos, nació la variante del juego que conocemos como “pool”, la cual se extendió por el mundo de manera rápida y favoreció que se abrieran al público grandes salones de billares en las ciudades. A principios del siglo XX ya eran comunes las competencias —tanto en pool como la tradición carambola de tres bandas— y el surgimiento de organismos reguladores (primero locales, luego regionales y, en 1959, la Unión Mundial de Billar). Incluso, no hace mucho, el Comité Olímpico Internacional dio provisionalmente la distinción de deporte olímpico a varias modalidades de billar.
En la actualidad, no es extraño que algunas competencias o juegos de exhibición sean televisados; de igual forma, como juego de habilidad, las suertes que pueden realizarse con el billar incrementan día con día su grado de dificultad.
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Billar La Bola de Oro
Dirección: calle Gigantes, esquina con la 58, Zona Oriente.
Precio por hora (uso de mesa): 48 pesos (carambola), 30 pesos (pool)
Horario: de 11:00 a 01:00 horas; diariamente.
Bolerama Tapatío
Dirección: Francisco Javier Gamboa 274, Colonia Arcos Vallarta (matriz)
Av. López Mateos Sur 3551, Colonia La Calma (sucursal La Calma)
Novelistas 5032, Colonia Jardines Vallarta (sucursal Patria)
Precio por hora (uso de mesa): 35 pesos (pool) y, de 17:00 horas al cierre, 55 pesos (aunque aplican promociones y descuentos).
Horario: de lunes a viernes, de 10:00 a 24:00 horas.
Magno Bowl
Dirección: Av. Vallarta 2425, colonia Arcos Vallarta.
Precio por juego (uso de mesa): 15 pesos (pool).
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 01:00 horas.
Billar Rock
Dirección: López Mateos Sur #130, Colonia Vallarta Sur.
Precio por hora (uso de mesa): 50 pesos (pool).
Horario: De lunes a sábado, de 12:00 a 00:30 horas; domingos, de 15:00 a 00:30 horas.
Billar Extreme
Dirección: Pedro Moreno y Marcos Castellanos, contra esquina con Parque Revolución.
Precio por hora (uso de mesa): 45 pesos (pool), pero aplican promociones de acuerdo con el consumo de bebidas.
Horario: De lunes a sábado, de 12:00 a 01:00 horas; domingos, de 16:00 a 12:00 horas.
Otros establecimientos
Salón Latino - Billares
Dirección: Calzada Independencia Norte 877.
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 22:00 horas.
Billarama 20
Dirección: Corona 575, Zona Centro
Tel: (33) 3614-5198
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 23:00 horas.
Billarama del Centro
Dirección: Morelos 435, Zona Centro
Horario: De lunes a sábado, de 10:00 a 22:00 horas; domingos, de 11:00 a 22:00 horas.
Si uno piensa en Guadalajara, la tradición es más longeva de lo que uno imagina. Los españoles trajeron el juego a nuestro continente —se dice que fue el propio virrey Antonio de Mendoza, pero ya se sabe lo viperinas que son algunas lenguas— para que, finalmente, echara raíces y permaneciera. Ya desde fines del siglo XIX comenzaron a surgir las primeras salas de billar que se volvieron buen negocio, alojando varias mesas, espectáculos de diferente índole y, en especial, la posibilidad de degustar desde un café hasta bebidas de contenido alcohólico.
Ahora bien, si alguien se atuviera a la más conocida fama pública de estos establecimientos, seguramente coincidiría con la mala reputación que el cine les ha conferido desde que lo toma en cuenta —así sea en joyas como The Hustler (1961), que dirigió Robert Rossen y tuvo en el rol protagónico a Paul Newman; o producciones (nacionales o no) que encontraron en estos espacios buen pretexto para balas y catorrazos—, pero más allá de sus atribuciones de espacio sórdido y discriminatorio, es justo reconocer que, hoy día, el billar se juega en modernas salas donde la mujer está presente sin problemas (jugando o en compañía de amigos), en un ambiente de competición constante, por lo general limpio y en el que el trato social es cordial la mayor parte del tiempo.
Por otra parte, si algunos programas de educación básica en colegios de Centro-Europa lo contemplan en sus planes de estudio, se debe a que el billar, practicado desde la infancia, estimula el carácter creativo y, mejor aún, la concentración.
Por supuesto, además de lo ya referido, en las personas adultas ayuda a la relajación (si se va a jugar en serio, digamos) y, para personas maduras, es un deporte “completo” (alrededor de una partida se pueden recorrer entre cuatro y cinco kilómetros), permite la movilización de las extremidades superiores e inferiores, aumenta la capacidad de memorización e imaginación, y favorece las relaciones sociales.
En el caso de Guadalajara, que es el de muchas otras ciudades en el país, los espacios para el juego son abundantes, aunque no se debe confundir el concepto comercial que hace a un bar instalar una mesa o dos, y para practicar billar, con salones donde constituye el juego la principal actividad, así se venda cerveza y alimentos diversos. Con todo, lo que sí han traído las pasadas dos o tres décadas como consecuencia es que quienes atienden o visitan estos lugares, en su mayor parte, son jóvenes en busca de esparcimiento y convivencia; de esta suerte, cada vez es más frecuente que se programe música popular en decibeles exagerados, la iluminación sea multicolor y, finalmente, el juego llegue a pasar a segundo o tercer plano.
Ahora bien, a estos cambios se suma la inexorable restricción para quien fuma pues, si antes las mesas incluyeron en su diseño un necesario cenicero, se supone que ahora es imposible ejecutar un golpe con un cigarrillo en los labios o pasear alrededor de la mesa ostentándolo entre los dedos; el consumidor de tabaco ha sido relegado a la calle y, como fruto del ocio que se transforma con el tiempo, el billar adquiere nuevos ritmos para ser jugado.
Pero, en este contexto, no todo es transformación excesiva, si bien la variante de billar más practicada en estos lares es el bien conocido “pool” (en su versión sencilla que culmina, puntajes aparte, con meter la bola ocho en la buchaca), existen salones —como el célebre La Bola de Oro, en el Oriente de la ciudad— donde se juega (y mucho) la carambola de tres bandas y, con frecuencia, se celebran torneos a los que asisten maestros de talla nacional y extranjeros.
Saber más
Orígenes e historia
Desde que existen las sociedades humanas, el testimonio arqueológico da cuenta de juegos en los que intervienen varas y objetos redondos; un poco más adelante, se cuenta que en Egipto, Grecia y el continente americano hubo ancestrales divertimentos en los que, sobre el suelo, con palos se impulsaban bolas cuyo fin era acertar en determinados agujeros. Asimismo, hay documentos de la Edad Media en los que se describen juegos con estas características.
Lo cierto es que la historia contemporánea del billar comienza en Francia, donde a partir del siglo XV toma su forma “moderna”: ya se juega con bastones, en mesas con bandas, y se torna una práctica de monarcas y nobleza. Después, se impone el tapete de paño —generalmente de color verde— en la superficie, las bandas se hacen con caucho (crudo, traído de la India) para que reboten las bolas (entonces de marfil) y un taco de madera las impulsa.
Célebre es el hecho de que en la época napoleónica —obra de un tal capitán Mingaud— se coloca en el extremo del taco un trozo de cuero para “dar efecto” al viaje de las bolas; unos años después, el inglés John Carr inventa la tiza (que evita resbalamientos al golpear las bolas) y bien entrado el siglo XIX se desarrollan sistemas de marcación en pizarra. Fue hasta 1868 que se eliminó el marfil en la elaboración de las bolas (por un compuesto de alcanfor, alcohol y celuloide).
A finales del siglo antepasado, en Nueva Orleáns, Estados Unidos, nació la variante del juego que conocemos como “pool”, la cual se extendió por el mundo de manera rápida y favoreció que se abrieran al público grandes salones de billares en las ciudades. A principios del siglo XX ya eran comunes las competencias —tanto en pool como la tradición carambola de tres bandas— y el surgimiento de organismos reguladores (primero locales, luego regionales y, en 1959, la Unión Mundial de Billar). Incluso, no hace mucho, el Comité Olímpico Internacional dio provisionalmente la distinción de deporte olímpico a varias modalidades de billar.
En la actualidad, no es extraño que algunas competencias o juegos de exhibición sean televisados; de igual forma, como juego de habilidad, las suertes que pueden realizarse con el billar incrementan día con día su grado de dificultad.
TOMA NOTA
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Billar La Bola de Oro
Dirección: calle Gigantes, esquina con la 58, Zona Oriente.
Precio por hora (uso de mesa): 48 pesos (carambola), 30 pesos (pool)
Horario: de 11:00 a 01:00 horas; diariamente.
Bolerama Tapatío
Dirección: Francisco Javier Gamboa 274, Colonia Arcos Vallarta (matriz)
Av. López Mateos Sur 3551, Colonia La Calma (sucursal La Calma)
Novelistas 5032, Colonia Jardines Vallarta (sucursal Patria)
Precio por hora (uso de mesa): 35 pesos (pool) y, de 17:00 horas al cierre, 55 pesos (aunque aplican promociones y descuentos).
Horario: de lunes a viernes, de 10:00 a 24:00 horas.
Magno Bowl
Dirección: Av. Vallarta 2425, colonia Arcos Vallarta.
Precio por juego (uso de mesa): 15 pesos (pool).
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 01:00 horas.
Billar Rock
Dirección: López Mateos Sur #130, Colonia Vallarta Sur.
Precio por hora (uso de mesa): 50 pesos (pool).
Horario: De lunes a sábado, de 12:00 a 00:30 horas; domingos, de 15:00 a 00:30 horas.
Billar Extreme
Dirección: Pedro Moreno y Marcos Castellanos, contra esquina con Parque Revolución.
Precio por hora (uso de mesa): 45 pesos (pool), pero aplican promociones de acuerdo con el consumo de bebidas.
Horario: De lunes a sábado, de 12:00 a 01:00 horas; domingos, de 16:00 a 12:00 horas.
Otros establecimientos
Salón Latino - Billares
Dirección: Calzada Independencia Norte 877.
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 22:00 horas.
Billarama 20
Dirección: Corona 575, Zona Centro
Tel: (33) 3614-5198
Horario: De lunes a domingo, de 10:00 a 23:00 horas.
Billarama del Centro
Dirección: Morelos 435, Zona Centro
Horario: De lunes a sábado, de 10:00 a 22:00 horas; domingos, de 11:00 a 22:00 horas.