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Soberbio

El motor de 12 cilindros proporciona la potencia suficiente para las casi dos toneladas de peso de este portento inglés

GUADALAJARA, JALISCO (18/FEB/2017).- Llegamos al primer destino y la lluvia no daba tregua. Pero el Rolls Royce es un súbdito de su Majestad la reina de Inglaterra y no hay uno que no esté preparado para el agua. Abrimos las puertas suicidas, es decir, que tienen las bisagras atrás y se pliegan al revés que las puertas de los mortales, y encontramos los paraguas guardados en las defensas delanteras, disponibles para el conductor y su acompañante con solo presionar un botón. Tan bien hecha como todo en ese auto, la usas y su tela delgada se seca en menos de 10 minutos, estando lista para ser guardada otra vez.

La perfección también está en su marcha impecable. Sabemos que los baches están ahí, pero no los sentimos. Aceleramos y los 624 caballos de fuerza nos prueban que son más que suficientes para mover cualquier auto con mucho más que dignidad. Incluso uno que pesa 2.43 toneladas y mide 5.26 metros de largo total. Llega a 100 km/h en cinco segundos. Para esto no es necesario que la caja de ocho velocidades tenga modo manual. De hecho la pequeña palanca del lado derecho del volante tiene tiene las posiciones D y R. Para ponerla en P hay que apretar un pequeño botón en la punta de la misma palanca. ¿Tacómetro? No, señor. Pero sí hay un reloj del lado izquierdo del tablero que nos dice la “reserva de potencia” que le queda en cada instante. Corra a 120 km/h y aún le queda más de 90%.

Su precio base en Estados Unidos es de 315 mil dólares. La versión que probamos tenía 61 mil dólares en equipo opcional, entre ellos el techo de 1200 leds que se asemejan a estrellas y que cuesta 15 mil; la madera en las puertas y en el tablero sale por 11,400 y los tapetes de lana de cordero con cerca de 2 pulgadas de espesor son suyos por 1,400 dólares estadounidenses.

Convivir con un Wraith fue magnífico, como no podía dejar de serlo. Algunos pueden pensar que es aburrido hacerlo por segunda ocasión, pero sería como imaginar tedioso repetir un buen postre o hacer el amor con Megan Fox por segunda vez. Porque cada ocasión que se tiene para acercarse tanto a la perfección debe ser aprovechada. Y así lo fue.

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