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Miguel Miramontes, un ilustre escultor

El artista, quien fuera llamado 'maestro de maestros', falleció el jueves pasado, pero en la ciudad como su legado

GUADALAJARA, JALISCO (18/OCT/2015).- Miguel Miramontes sabía esculpir lo ilustre. Y no sólo porque con su cincel creó muchas de las esculturas de los jaliscienses que descansan en la Rotonda, sino porque  tenía el conocimiento para elegir la técnica o la corriente adecuada para realizar tanto obra urbana como figuras eróticas; un escultor insigne.

El tapatío, quien falleció el pasado jueves, es recordado por quienes lo conocieron como un hombre con carácter, apasionado de su trabajo, bromista, con la palabra precisa y la sonrisa franca. Lo evocan como alguien que disfrutaba de hacer la obra de arte que tiene el poder de provocar emoción y disfrute en el espectador, esa que desde el momento de ser concebida logra un goce.

Y así hizo muchas. El arquitecto Venancio Ordoño Reynoso, de la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística de Jalisco, recuerda que desde que Miguel era estudiante de la Academia de Escultura de San Carlos de la Ciudad de México, en donde tuvo maestros como Fidias Elizondo y Luis Monasterio, sus profesores le solicitaron ayuda para hacer la mascarilla fúnebre de José Clemente Orozco, algo que hizo que Miramontes le tuviera un aprecio muy especial al célebre pintor y fue quizá un presagio de los trabajos de homenaje que le pedirían después.

Huella en arquitectura urbana

Sin duda cualquier tapatío ha convivido con alguna de las obras de Miguel Miramontes, las ha visto en el Centro, cuando va al estadio o incluso cuando —si le va al Atlas— ha ido a festejar a la Glorieta de los Niños Héroes. También en Chapala, en la escultura de Pepe Guízar o en seis piezas del Centro Cultural González Gallo.

Miramontes regresa a Guadalajara —cuenta Ordoño Reynoso— para ayudar en el monumento de los Niños Héroes, en el que participa con tres de los infantes. Después se queda en la ciudad, en donde tiene una vasta y prolífica carrera como escultor de obra pública. “Realiza 15 de las esculturas que están alrededor de la Rotonda. Empezando con la de Manuel López Cotilla, Agustín Rivera hasta la última que realizó que fue la de Gabriel Flores. También varios de los bustos de Avenida de las Américas, unos 10 o doce. Hay más trabajos como una alegoría de la educación que está en la escuela Normal. Otra escultura a la entrada del mercado de Abastos, en el DIF Jalisco, hay algunas en los sectores Libertad y Reforma, en el Parque de la Solidaridad”.

El arquitecto indica que el maestro Miramontes se sentía particularmente orgulloso de dos obras, las que consideraba las más valiosas. Una es la estatua ecuestre de José María Morelos que está en el Parque Morelos y la otra el monumento a los futbolistas que está en el Jardín de Brasil frente al Estadio Jalisco. “Ambas son de muy distinto estilo, porque el tema de Morelos es patrio, solemne y el de los futbolistas es más ligero, popular, una escultura con mucho dinamismo, con aires modernos, estilizaciones, abstracciones. Las dos, además de su calidad artística, tienen alarde técnico, un prodigio de equilibrio”.

Sin embargo, para Venancio Ordoño decir que Miguel Miramontes es sólo un escultor urbano sería una visión limitada de su labor como artista, además de su trabajo como iniciador de la carrera de Escultura en la Universidad de Guadalajara. “Le gustaba la vida, la mujer, el buen comer, el bien vivir, figuras cargadas de erotismo”.

En esas dos maneras de hacer obra, Ordoño Reynoso rememora que el escultor decía que el retrato debía ser realista, porque buscaba expresar la fuerza vital de ese personaje. “Buscaba un realismo en lo que era el retrato. En la escultura era más libre, como las más eróticas (que) son hasta más surrealista, de líneas más suaves, continuas, sensuales”.

Mientras que en su forma de ser lo evoca como un hombre sencillo, bromista, alegre, amigable, aunque no muy amante de participar en opiniones, sino que se dedicaba a trabajar en su taller de Chapala, donde pasó sus últimos años. “La última vez que lo visité en su casa ya no hacía nada, pero hace unos cinco años todavía estaba trabajando, modelando un busto en cera, era un apasionado. A los 92 años el seguía activo. Paseaba por Chapala con su esposa, lo encontrabas por las calles manejando”.

Maestro de maestros

El arquitecto Sergio Zepeda ve a Miguel Miramontes como uno de los pilares de las artes plásticas jaliscienses,  incluso lo califica como el “maestro de los maestros” de la escuela, porque no hay ningún profesor que no haya sido su alumno. “Era un hombre con carácter, vigoroso, que estaba dispuesto a la sonrisa franca; lo considero un maestro generoso. Enseñó con el ejemplo, los que fuimos sus alumnos tomamos de eso la parte que nos corresponde. Yo cuando tomé su lugar en la clase traté de enseñar lo que él me enseñaba y con la dignidad que él lo hacía. Los que están ahora le deben mucho a sus enseñanzas”.

En su opinión, Miramontes fue un personaje que recorrió un camino muy interesante porque empezó con escultura religiosa que era lo que brindaba más oportunidad de trabajar pero después cuando le encargaron el monumento de los Niños Héroes se convirtió en un autor de obra de gran formato. “Tiene una escultura que pocos saben, a pesar de que es impresionante, que es la de Belisario Domínguez que está en el Senado de la República. Para mí es una de las más expresivas que tiene. O la de los niños jugando con agua afuera del rincón del Diablo (conocidos popularmente como los “niños miones”)”.

Zepeda señala que el maestro se apegaba a la corriente de la época, que era el mexicanismo —en creaciones de figuras mujeres de cadera ancha y pechos abultados— y el realismo mexicano. “Tenía un dominio de la anatomía y de las proporciones, era un excelente trazador de la figura”.

El también pintor recalca que Miramontes tenía un excelente conocimiento de su oficio, porque sabía manejar el barro, utilizar la plastilina, la cera o la madera. “Cada uno de esos materiales requiere conocimiento del material y respeto por sus características y así lo trabajaba él”. Esa preparación es algo que —a decir de Zepeda— debe servir de ejemplo a las nuevas generaciones de jóvenes escultores: “Que aprendan que el bien hacer da resultados en la esculturas, porque hay gente que lo que hace es con poco bagaje técnico. Tener oficio de taller y dominar la técnica dan resultados”.

Zepeda, quien fuera el primer recort del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD), de la Universidad de Guadalajara (UdeG), puntualiza que el mejor homenaje que se le puede hacer es llevarlo a la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, en donde él hizo tantas esculturas, además de honrar su memoria.

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