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Mi vida color de 'Mamá Rosa'
Julio César Alba estuvo cuatro años en el albergue 'La Gran Familia', actualmente agradece y reconoce la labor de Rosa Verduzco
GUADALAJARA, JALISCO (27/JUL/2014).- Antes de soltar el primer palazo, la madre de Julio César Alba le advertía a su hijo que le pegaría hasta que se cansara el palo de la escoba, pero siempre terminaba por ceder ella antes que el utensilio de limpieza. Desde niño recibió maltrato familiar porque en la escuela no era un “bienportado” o porque no obedecía en casa. Con la espalda roja y las piernas marcadas esperaba la noche para que su padrastro llegara y le dijera que los golpes de su madre no eran suficientes —por ser mujer— y que él completaría el castigo con unos cuantos más.
Luego de los golpes venía la advertencia: si se sigue portando mal lo voy a llevar con “Mamá Rosa”. Así fue como Julio, como lo llaman ahora, se escapó de casa por una semana hasta que el sexto sentido de su madre la dirigió hasta casa de un amigo de la secundaria de su primogénito y se lo llevó directo al albergue de la ciudad: La Gran Familia.
Julio César Alba ahora es de los “cuidacarros” que le echa un ojo al auto y acepta propinas, la que uno quiera dar. Y pese a lo vivido en casa de su madre biológica, Julio piensa que Rosa Verduzco Verduzco, conocida como “Mamá Rosa”, fundadora de La Gran Familia, si hubiera sido blanda con los niños y jóvenes de la casa hogar, ésta hubiera sido un desmadre. Pero también cuenta que si alguien no se metía con ella y no se “pasaba de lanza” con sus compañeros, ella no tenía mano dura con esa persona.
Quizá Julio es de los que no exige una cuota por estacionarse porque lo aprendió de “Mamá Rosa”. Ella nunca le cerró las puertas a ningún niño en más de 60 años, la cuota dependía de la voluntad de los familiares y recibía propinas de los tres niveles de gobierno y particulares.
En ocasiones esta casa hogar fungía como correccional de menores entregados por sus padres que, a decir de ellos, no podían controlar la conducta de sus hijos.
Julio decidió apoyar a “Mamá Rosa” y viajar de Guadalajara, Jalisco, a Zamora, Michoacán, luego de enterarse a través de sus amigos, en Facebook, también hijos putativos de Rosa Verduzco, de las acusaciones por parte de las autoridades: maltrato infantil, hacinamiento, condiciones inhumanas e incluso abuso sexual por parte de algunos del personal del albergue.
Lourdes Verduzco, la “Gorda”; David Verduzco, el “Rollo” y Miguel Ángel Ibarra Valencia, el “Michael”, son tres de los acusados por diversos cargos —como violación— por parte del Ministerio Público que desde las épocas de Julio ya vivían allí, algunos como internos. Y es que el "bullying" en el albergue era cosa de todos los días.
Julio cuenta que en la casa de La Gran Familia, desde que la habitó en sus tiempos, sí encerraban a los niños que se “portaban mal”, a los que hacían pozos para escapar. A Ellos los metían una noche al “cuarto de pinocho”, habitación de los inquilinos más pequeños. Eso sí, no los dejaban sin alimento.
En sus días en la casa hogar no disfrutaba de la comida que el personal preparaba, los frijoles tenían gorgojos. Pero sí llega a extrañar el arroz rojo aguadito y los chilaquiles que seguido desayunaban. Y es que particulares donaban camiones con fruta o pan u otros alimentos que no siempre sabían qué hacer con tal cantidad de alimento. Dicen que cuando ya estaba “pasada” se la echaban a los cerdos.
La madre biológica de Julio César Alba le entregó su hijo a “Mamá Rosa” un nueve de marzo de 1998. La razón: el morro echaba mucho relajo en secundaria y su progenitora ya no lo aguantó. Firmó un acuerdo en el que ella lo podría visitar cada dos meses y que en cuanto cumpliera la mayoría de edad podría salir del albergue. Así fue.
El primer día y la primera noche nunca las olvidará. Lloró como si fuera el fin de su vida.
El 20 de agosto de 2002 salió caminando por la puerta de enfrente. A paso lento. Julio ya sabía que si corría, “Mamá Rosa” lo mandaría llamar hasta el centro del patio y le daría la instrucción de salir caminando. Julio salió con la secundaria y preparatoria terminadas, con aspiraciones en la vida y disciplina. Lo agradece y le reconoce su labor a Rosa Verduzco. Por eso viajó el domingo 20 de julio a Zamora, para apoyarla y “quitarse la espinita” de no levantar la voz por la mujer que ayudó a su formación.
La PGR no presentó cargos en contra de Verduzco Verduzco. El argumento: La señora de más de 80 años se encuentra con problemas de coordinación física y motriz, así como que sus facultades mentales están disminuidas y sufre demencia senil. Pero para Julio la mujer está más cuerda que muchos y, conociéndola, ella no es de las que se quedará callada. Dice que no tiene pelos en la lengua y dice las cosas como son.
El albergue de “Mamá Rosa” formó familias, los compañeros de cuarto y de época de Julio son como sus hermanos. Dice que si bien no tiene sus números de teléfono, sí los tiene como amigos en Facebook. Algunos hasta son profesionistas. Ahora Julio tiene 30 años y es “cuidacarros” porque así lo decidió. Él disfruta la convivencia con los propietarios de los autos que seguido visitan los bares de la zona.
Luego de los golpes venía la advertencia: si se sigue portando mal lo voy a llevar con “Mamá Rosa”. Así fue como Julio, como lo llaman ahora, se escapó de casa por una semana hasta que el sexto sentido de su madre la dirigió hasta casa de un amigo de la secundaria de su primogénito y se lo llevó directo al albergue de la ciudad: La Gran Familia.
Julio César Alba ahora es de los “cuidacarros” que le echa un ojo al auto y acepta propinas, la que uno quiera dar. Y pese a lo vivido en casa de su madre biológica, Julio piensa que Rosa Verduzco Verduzco, conocida como “Mamá Rosa”, fundadora de La Gran Familia, si hubiera sido blanda con los niños y jóvenes de la casa hogar, ésta hubiera sido un desmadre. Pero también cuenta que si alguien no se metía con ella y no se “pasaba de lanza” con sus compañeros, ella no tenía mano dura con esa persona.
Quizá Julio es de los que no exige una cuota por estacionarse porque lo aprendió de “Mamá Rosa”. Ella nunca le cerró las puertas a ningún niño en más de 60 años, la cuota dependía de la voluntad de los familiares y recibía propinas de los tres niveles de gobierno y particulares.
En ocasiones esta casa hogar fungía como correccional de menores entregados por sus padres que, a decir de ellos, no podían controlar la conducta de sus hijos.
Julio decidió apoyar a “Mamá Rosa” y viajar de Guadalajara, Jalisco, a Zamora, Michoacán, luego de enterarse a través de sus amigos, en Facebook, también hijos putativos de Rosa Verduzco, de las acusaciones por parte de las autoridades: maltrato infantil, hacinamiento, condiciones inhumanas e incluso abuso sexual por parte de algunos del personal del albergue.
Lourdes Verduzco, la “Gorda”; David Verduzco, el “Rollo” y Miguel Ángel Ibarra Valencia, el “Michael”, son tres de los acusados por diversos cargos —como violación— por parte del Ministerio Público que desde las épocas de Julio ya vivían allí, algunos como internos. Y es que el "bullying" en el albergue era cosa de todos los días.
Julio cuenta que en la casa de La Gran Familia, desde que la habitó en sus tiempos, sí encerraban a los niños que se “portaban mal”, a los que hacían pozos para escapar. A Ellos los metían una noche al “cuarto de pinocho”, habitación de los inquilinos más pequeños. Eso sí, no los dejaban sin alimento.
En sus días en la casa hogar no disfrutaba de la comida que el personal preparaba, los frijoles tenían gorgojos. Pero sí llega a extrañar el arroz rojo aguadito y los chilaquiles que seguido desayunaban. Y es que particulares donaban camiones con fruta o pan u otros alimentos que no siempre sabían qué hacer con tal cantidad de alimento. Dicen que cuando ya estaba “pasada” se la echaban a los cerdos.
La madre biológica de Julio César Alba le entregó su hijo a “Mamá Rosa” un nueve de marzo de 1998. La razón: el morro echaba mucho relajo en secundaria y su progenitora ya no lo aguantó. Firmó un acuerdo en el que ella lo podría visitar cada dos meses y que en cuanto cumpliera la mayoría de edad podría salir del albergue. Así fue.
El primer día y la primera noche nunca las olvidará. Lloró como si fuera el fin de su vida.
El 20 de agosto de 2002 salió caminando por la puerta de enfrente. A paso lento. Julio ya sabía que si corría, “Mamá Rosa” lo mandaría llamar hasta el centro del patio y le daría la instrucción de salir caminando. Julio salió con la secundaria y preparatoria terminadas, con aspiraciones en la vida y disciplina. Lo agradece y le reconoce su labor a Rosa Verduzco. Por eso viajó el domingo 20 de julio a Zamora, para apoyarla y “quitarse la espinita” de no levantar la voz por la mujer que ayudó a su formación.
La PGR no presentó cargos en contra de Verduzco Verduzco. El argumento: La señora de más de 80 años se encuentra con problemas de coordinación física y motriz, así como que sus facultades mentales están disminuidas y sufre demencia senil. Pero para Julio la mujer está más cuerda que muchos y, conociéndola, ella no es de las que se quedará callada. Dice que no tiene pelos en la lengua y dice las cosas como son.
El albergue de “Mamá Rosa” formó familias, los compañeros de cuarto y de época de Julio son como sus hermanos. Dice que si bien no tiene sus números de teléfono, sí los tiene como amigos en Facebook. Algunos hasta son profesionistas. Ahora Julio tiene 30 años y es “cuidacarros” porque así lo decidió. Él disfruta la convivencia con los propietarios de los autos que seguido visitan los bares de la zona.