Suplementos
Los tesoros de Manuel M. Ponce
La familia Vázquez conserva el retrato al óleo del compositor zacatecano
GUADALAJARA, JALISCO (07/DIC/2014).- El legado musical de Manuel María Ponce, considerado padre del nacionalismo musical mexicano, ya se encuentra protegido en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), después de que el pianista tapatío, Carlos Vázquez —heredero universal del artista zacatecano—, donara para su conservación y distribución más de siete mil obras en el año 2010.
También, el pasado 26 de noviembre se abrió en Zacatecas un museo en honor a este ilustre compositor, donde se preservan su piano y diversos objetos que también otorgó Vázquez.
Sin embargo, la familia heredera de Ponce todavía posee tesoros del compositor clásico mexicano más interpretado en la actualidad en el mundo: se trata de un óleo pintado a principios de los años 30 por el artista sevillano Miguel Ángel del Pino y Sardá; también una máscara mortuoria de yeso, libros en francés que compartía con su esposa Clementina Maurel y una figura de “Niño Dios”, con más de un siglo de antigüedad y a la cual la pareja Ponce reconoció varios milagros.
Estos objetos se encuentran en la capital de Jalisco porque fueron entregados por el propio Carlos Vázquez a su hermano menor Alfredo, quien fue el último alumno de Manuel M. Ponce.
Se trató de un reconocimiento al trabajo que también dedicó Alfredo Vázquez, concertista egresado del Conservatorio Nacional de Música y quien se dedicó a dar conciertos y clases en la Academia de Piano “Manuel M. Ponce” que fundó tanto en la Ciudad de México como en Guadalajara.
“En 1985 regresamos a vivir a la tierra de mi padre (Guadalajara) y lo primero que hizo fue abrir su academia de piano en honor a Ponce, donde impartió clases de piano a docenas de alumnos, realizando conciertos anuales donde los presentaba; se dedicó a dar clases de piano hasta su muerte, en diciembre de 2012”, narró su hijo José.
Alfredo Vázquez conservó retratos de Ponce que el mismo compositor firmó, y contaba cómo el ilustre artista le dio clases incluso desde su cama, cuando éste se encontraba ya muy enfermo.
“Un día Ponce me propuso: ‘Alfredo, si para la próxima clase (en tres días) te aprendes de memoria esta sonatina, te regalaré un reloj’. Me sentí muy contento y estudié como loco. El día de la clase le toqué al maestro Ponce la sonatina en forma brillante y desde luego, de memoria. El maestro me dijo que me merecía ampliamente lo que había prometido, pero yo, con aquella felicidad, me subí a un árbol de su jardín a cortar fruta y con tan mala suerte se rasgaron mis pantalones”.
“Fue entonces que el maestro Ponce me dijo: ‘En realidad el reloj no es urgente, lo que necesitas en la vida son muchos pantalones’. Y efectivamente sí los tuve”, narra en un escrito Alfredo.
Un símbolo histórico
Sin duda, la pintura de Ponce es el objeto de mayor relevancia. No sólo porque fue hecha por uno de los retratistas más famosos de la época, sino porque ha sido portada de innumerables libros e incluso fue sello postal en Correos de México en 1973.
“Actualmente me encuentro en un trabajo de investigación para recuperar información de esta grandiosa obra. He descubierto, por ejemplo, que fue pintado en París a principios de los años 30, cuando Ponce estudiaba allá. Y fue realizado gracias a un amigo en común entre el pintor español y el compositor mexicano: el guitarrista Andrés Segovia”, detalló José Vázquez.
Aunque la pintura se encuentra en excelentes condiciones, José asegura que en breve el óleo será tratado para su limpieza y mejor preservación, y para ello será encomendado a María Inés Torres, ex directora del Instituto Cabañas.
Entre los planes está que el óleo de Manuel M. Ponce sea exhibido en el Museo de Sevilla a manera de préstamo, como parte de las obras reconocidas de Miguel Ángel del Pino. Incluso podría recorrer México. “Es la forma de seguir promoviendo a Ponce en México y el mundo”, afirma José.
“Es deseo de mis hermanos y mío preservar este legado de mi padre, Alfredo Vázquez. Todavía no decidimos cuál será su último destino. Por experiencia sabemos que los museos vienen y se van, según los intereses políticos del momento, por ello no queremos perder estos tesoros. Si a través de los años, vemos que se mantuvo lo que mi tío Carlos donó a Zacatecas, entonces consideraremos la conveniencia de heredarlo al Estado vecino”, concluye José Vázquez.
También, el pasado 26 de noviembre se abrió en Zacatecas un museo en honor a este ilustre compositor, donde se preservan su piano y diversos objetos que también otorgó Vázquez.
Sin embargo, la familia heredera de Ponce todavía posee tesoros del compositor clásico mexicano más interpretado en la actualidad en el mundo: se trata de un óleo pintado a principios de los años 30 por el artista sevillano Miguel Ángel del Pino y Sardá; también una máscara mortuoria de yeso, libros en francés que compartía con su esposa Clementina Maurel y una figura de “Niño Dios”, con más de un siglo de antigüedad y a la cual la pareja Ponce reconoció varios milagros.
Estos objetos se encuentran en la capital de Jalisco porque fueron entregados por el propio Carlos Vázquez a su hermano menor Alfredo, quien fue el último alumno de Manuel M. Ponce.
Se trató de un reconocimiento al trabajo que también dedicó Alfredo Vázquez, concertista egresado del Conservatorio Nacional de Música y quien se dedicó a dar conciertos y clases en la Academia de Piano “Manuel M. Ponce” que fundó tanto en la Ciudad de México como en Guadalajara.
“En 1985 regresamos a vivir a la tierra de mi padre (Guadalajara) y lo primero que hizo fue abrir su academia de piano en honor a Ponce, donde impartió clases de piano a docenas de alumnos, realizando conciertos anuales donde los presentaba; se dedicó a dar clases de piano hasta su muerte, en diciembre de 2012”, narró su hijo José.
Alfredo Vázquez conservó retratos de Ponce que el mismo compositor firmó, y contaba cómo el ilustre artista le dio clases incluso desde su cama, cuando éste se encontraba ya muy enfermo.
“Un día Ponce me propuso: ‘Alfredo, si para la próxima clase (en tres días) te aprendes de memoria esta sonatina, te regalaré un reloj’. Me sentí muy contento y estudié como loco. El día de la clase le toqué al maestro Ponce la sonatina en forma brillante y desde luego, de memoria. El maestro me dijo que me merecía ampliamente lo que había prometido, pero yo, con aquella felicidad, me subí a un árbol de su jardín a cortar fruta y con tan mala suerte se rasgaron mis pantalones”.
“Fue entonces que el maestro Ponce me dijo: ‘En realidad el reloj no es urgente, lo que necesitas en la vida son muchos pantalones’. Y efectivamente sí los tuve”, narra en un escrito Alfredo.
Un símbolo histórico
Sin duda, la pintura de Ponce es el objeto de mayor relevancia. No sólo porque fue hecha por uno de los retratistas más famosos de la época, sino porque ha sido portada de innumerables libros e incluso fue sello postal en Correos de México en 1973.
“Actualmente me encuentro en un trabajo de investigación para recuperar información de esta grandiosa obra. He descubierto, por ejemplo, que fue pintado en París a principios de los años 30, cuando Ponce estudiaba allá. Y fue realizado gracias a un amigo en común entre el pintor español y el compositor mexicano: el guitarrista Andrés Segovia”, detalló José Vázquez.
Aunque la pintura se encuentra en excelentes condiciones, José asegura que en breve el óleo será tratado para su limpieza y mejor preservación, y para ello será encomendado a María Inés Torres, ex directora del Instituto Cabañas.
Entre los planes está que el óleo de Manuel M. Ponce sea exhibido en el Museo de Sevilla a manera de préstamo, como parte de las obras reconocidas de Miguel Ángel del Pino. Incluso podría recorrer México. “Es la forma de seguir promoviendo a Ponce en México y el mundo”, afirma José.
“Es deseo de mis hermanos y mío preservar este legado de mi padre, Alfredo Vázquez. Todavía no decidimos cuál será su último destino. Por experiencia sabemos que los museos vienen y se van, según los intereses políticos del momento, por ello no queremos perder estos tesoros. Si a través de los años, vemos que se mantuvo lo que mi tío Carlos donó a Zacatecas, entonces consideraremos la conveniencia de heredarlo al Estado vecino”, concluye José Vázquez.