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Lo básico

Entre las piernas

A mí me gusta ir al teatro a ver espectáculos escénicos, quizá porque debajo de mi piel hay una tradicionalista en potencia. Pero me gusta ir siempre y cuando lo que vaya a ver sobre el escenario haga uso de las ventajas que ofrece un foro formal, si no es así, me parece una oportunidad (para el intérprete y/o creador) tirada a la basura.

Y es que el teatro en sí, es una cajita mágica que da la posibilidad de que los artistas (entiéndase actores o bailarines) hagan lo que se les pegue la gana con la mente del espectador; claro, si el espectáculo es bueno.

Cuando voy como simple mortal me gusta sentarme al centro del área de butacas, ni muy adelante, ni muy atrás; pero cuando voy con ojos de reportera (lo cual hace millones de años que no hago), prefiero ocupar un asiento en una orilla para ver entre las piernas (me encanta espiar lo que sucede en esa área), algo que me de la posibilidad de deambular de un lado a otro (especialmente en los espectáculos de danza) para ver si hay equilibrio o no en escena.

Pero como normalmente uno va al teatro como mortal, creo que lo más importante es sentirse cómodo en el espacio, pues esto sin duda influirá en el disfrute o no del montaje.

Lamentablemente en casi la mayoría de los teatros de esta bonita ciudad, es probable que el espectador se sienta ligeramente incómodo, porque -seamos honestos- por más que cambien las butacas de un teatro éstas nunca serán tan cómodas como muchas de las de una sala cinematográfica; y mejor ni hablar de los espacios alternativos (la Sala Higinio Ruvalcaba, la Casa Teatro El Caminante, La Casa Suspendida, Rojo Café).

De todo hay en esta ciudad, por ejemplo, el Teatro Degollado podrá ser el recinto más importante, pero tiene algunos inconvenientes: el primero de ellos es que prácticamente no está abierto a grupos locales y, en términos de comodidad, los mejores asientos son los de luneta, y en el anfiteatro y palcos más vale sentarse al centro, porque de lado se ve poco (por las columnas) y las sillas están extrañamente dispuestas.

El TEJ y el Teatro del IMSS ofrecen quizá mejores condiciones; mientras que el Alarife Martín Casillas si bien tiene asientos cómodos, éstos se encuentran casi uno encima de otro, así que las personas altas deben asegurarse de sentarse en una esquina para poder estirar las piernas; el Torres Bodet está bien, pero deben evitarse las columnas; en el Foro de Arte y Cultura hay que soportar un poco de incomodidad y sentarse en el centro, pues aunque el escenario es largo (casi de la misma dimensión del espacio de butacas), pocas veces se utiliza en su totalidad, por lo que aquellos que ocupan asientos en los extremos sin duda se quedarán sin ver una parte del trabajo escénico.

En cuanto a los espacios alternativos, lo más recomendable es llegar ultra temprano para poder elegir los mejores lugares (que por lo general son poquísimos).

Por ejemplo, en El Caminante y La Suspendida hay que correr para hacerse de las primeras filas al ras del suelo o en el escalón, porque quienes ocupen los asientos posteriores tendrán que buscar un huequito para ver el espectáculo, pidiendo a Dios que la persona de adelante no cambie su postura en al menos 60 minutos. De la Sala Higinio Ruvalcaba mejor ni hablar, pues por encontrarse en un edificio patrimonial poco puede hacerse para mejorar sus condiciones.

Pero lo que es un hecho, es que los tapatíos debemos poner más atención a estos espacios, solicitando a las autoridades su conservación y un acceso más fácil tanto para el público como para los creadores locales.

lexeemia@gmail.com

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