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La Primavera: el ''Central Park'' de Guadalajara
Cuidar el bosque es tarea de todos, pues se trata de un enorme pulmón que beneficia a esta generación y a las venideras
GUADALAJARA, JALISCO (14/JUL/2013).- Aijos mano… ¿Qué es lo que no le entienden al bosque de La Primavera? ¿Qué no comprenden la joya que tenemos en nuestras manos? ¿Qué no han caído en cuenta que lo que le ha dado valor a la ciudad de Nueva York es el enorme parque que tiene en el centro de la ciudad? ¿Qué no vislumbran que la Primavera en breve va a estar rodeada por la ciudad de Guadalajara? ¿Qué no ven el beneficio que será el tener ese enorme terreno boscoso en medio de la ciudad, dándole un valor extra a todos los bienes raíces del entorno?
Híjole mano… como decimos los tapatíos. Ahora si que no le entiendo nada a todo esto. Somos tontos o… palabra que pareciera que sólo nos hacemos. Nos embarcamos tanto en incongruentes políticas como en tacañas ambiciones personales, dando al traste con cuanta idea se nos pudiera ocurrir para conservar el valiosísimo patrimonio ecológico que tenemos en nuestras narices y estamos malbaratando, y dejándolo morir ahogado en mares de saliva y egoísmos personales.
Este bosque es de todos y para todos, incluyendo las nuevas generaciones que vendrán más tarde –el bien público siempre prevalece sobre el bien privado–. Si lo mantenemos como tal, será un valioso patrimonio que heredemos a nuestros hijos y a nuestros nietos; pero si nos vemos egoístas y miserables, tan sólo será un fraccionamiento más dentro del enorme monstruo de ciudad con el que unos cuantos (que ya para entonces ni siquiera estarán en este mundo) se beneficiaron; habiendo dejado tan sólo un cerro pelón lleno de casas como cualquier otro fraccionamiento, en vez de enorgullecerse de haber dejado un rico bosque donde sus descendientes jueguen, se diviertan y gocen respirando aire puro, y las ciudades aledañas tengan sus mantos de agua bien surtidos.
No, por favor… pensemos en los demás; no hay que ser tan egoístas. Atrás de nosotros vienen muchos que necesitarán el mundo que les dejemos. Ellos por seguro estarán esperando cosas buenas de nosotros; no hay que defraudarlos habiendo hecho cosas que tan sólo fueron en beneficio de nuestra egoísta riqueza temporal y… por demás efímera.
El otro día, en una junta monumental con las “autoridades”, la saliva corrió al por mayor, y los mezquinos intereses personales decepcionaron grandemente. Se hablaba de tener una sola autoridad, como debe ser, para que gobernara el magnífico bosque concientemente y sin cortapisas. Se habló de que para gobernarlo se necesitaría una autonomía y un presupuesto razonable asignado por el congreso, aunado a la libertad de acción para –debidamente fiscalizado– ejecutarlo según las necesidades del bosque. A lo que varios de los asistentes… habiendo entendido poco o posiblemente casi nada del tema… se opusieron a todo como está de moda… (¿?)
De nosotros cuelga –como de un hilito– el futuro de la Primavera. ¿Lo queremos conservar para nuestros nietos? O lo desperdiciaremos inútilmente satisfaciendo pingues ambiciones personales y transitorias.
En poco tiempo la ciudad de Guadalajara habrá crecido hasta rodear el bosque de La Primavera. ¿No sería buenísimo que en medio de ese enorme monstruo de cemento, lleno de casas, coches, humo y edificios, hubiera un frondoso bosque saludable que nos llenara de oxígeno, de humedad en el ambiente y de agua en el subsuelo, como sucedió en la isla de Manhattan en el centro de Nueva York?
El famoso Central Park surgió de un grupo visionario, que habiendo inicialmente causado controversia, posteriormente fue secundado por la ciudadanía… ¡para beneplácito de todo el mundo! Actualmente, gracias a su enorme Parque Central, Nueva York está catalogada como una de las cinco ciudades más bellas del mundo. Y el valor de sus bienes raíces es de los más altos del planeta, dado que a todo mundo le gustaría vivir en un lugar así, con un enorme parque cercano a cada monumental edificio.
Así puede ser la futura Guadalajara con el Bosque de La Primavera al centro. ¿Podremos ver hacia el futuro y lograr esto para con orgullo dejarlo a los que vendrán más tarde?
Está en nuestras manos y en nuestras actitudes.
deviajesyaventuras@informador.com.mx
Híjole mano… como decimos los tapatíos. Ahora si que no le entiendo nada a todo esto. Somos tontos o… palabra que pareciera que sólo nos hacemos. Nos embarcamos tanto en incongruentes políticas como en tacañas ambiciones personales, dando al traste con cuanta idea se nos pudiera ocurrir para conservar el valiosísimo patrimonio ecológico que tenemos en nuestras narices y estamos malbaratando, y dejándolo morir ahogado en mares de saliva y egoísmos personales.
Este bosque es de todos y para todos, incluyendo las nuevas generaciones que vendrán más tarde –el bien público siempre prevalece sobre el bien privado–. Si lo mantenemos como tal, será un valioso patrimonio que heredemos a nuestros hijos y a nuestros nietos; pero si nos vemos egoístas y miserables, tan sólo será un fraccionamiento más dentro del enorme monstruo de ciudad con el que unos cuantos (que ya para entonces ni siquiera estarán en este mundo) se beneficiaron; habiendo dejado tan sólo un cerro pelón lleno de casas como cualquier otro fraccionamiento, en vez de enorgullecerse de haber dejado un rico bosque donde sus descendientes jueguen, se diviertan y gocen respirando aire puro, y las ciudades aledañas tengan sus mantos de agua bien surtidos.
No, por favor… pensemos en los demás; no hay que ser tan egoístas. Atrás de nosotros vienen muchos que necesitarán el mundo que les dejemos. Ellos por seguro estarán esperando cosas buenas de nosotros; no hay que defraudarlos habiendo hecho cosas que tan sólo fueron en beneficio de nuestra egoísta riqueza temporal y… por demás efímera.
El otro día, en una junta monumental con las “autoridades”, la saliva corrió al por mayor, y los mezquinos intereses personales decepcionaron grandemente. Se hablaba de tener una sola autoridad, como debe ser, para que gobernara el magnífico bosque concientemente y sin cortapisas. Se habló de que para gobernarlo se necesitaría una autonomía y un presupuesto razonable asignado por el congreso, aunado a la libertad de acción para –debidamente fiscalizado– ejecutarlo según las necesidades del bosque. A lo que varios de los asistentes… habiendo entendido poco o posiblemente casi nada del tema… se opusieron a todo como está de moda… (¿?)
De nosotros cuelga –como de un hilito– el futuro de la Primavera. ¿Lo queremos conservar para nuestros nietos? O lo desperdiciaremos inútilmente satisfaciendo pingues ambiciones personales y transitorias.
En poco tiempo la ciudad de Guadalajara habrá crecido hasta rodear el bosque de La Primavera. ¿No sería buenísimo que en medio de ese enorme monstruo de cemento, lleno de casas, coches, humo y edificios, hubiera un frondoso bosque saludable que nos llenara de oxígeno, de humedad en el ambiente y de agua en el subsuelo, como sucedió en la isla de Manhattan en el centro de Nueva York?
El famoso Central Park surgió de un grupo visionario, que habiendo inicialmente causado controversia, posteriormente fue secundado por la ciudadanía… ¡para beneplácito de todo el mundo! Actualmente, gracias a su enorme Parque Central, Nueva York está catalogada como una de las cinco ciudades más bellas del mundo. Y el valor de sus bienes raíces es de los más altos del planeta, dado que a todo mundo le gustaría vivir en un lugar así, con un enorme parque cercano a cada monumental edificio.
Así puede ser la futura Guadalajara con el Bosque de La Primavera al centro. ¿Podremos ver hacia el futuro y lograr esto para con orgullo dejarlo a los que vendrán más tarde?
Está en nuestras manos y en nuestras actitudes.
deviajesyaventuras@informador.com.mx