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Izamal, un laberinto amarillo

El municipio yucateco abre su cielo para dejar escapar los destellos dorados de su arquitectura

IZAMAL, YUCATÁN (03/JUL/2011).- Prácticamente, Izamal es una ciudad amarilla, cada muro de su colonial arquitectura está pintado de la misma tonalidad del Sol.

Al llegar a este municipio del Estado de Yucatán -ubicado a más de 66 kilómetros de Mérida- el visitante entra en un laberinto cultural lleno de historia y tradición y de imponentes construcciones prehispánicas y contemporáneas que reflejan la calidez de sus habitantes.

Las razones del porqué las edificaciones de Izamal son amarillas son inciertas, algunos lugareños aseguran que el color se puso en honor de la visita del Papa Juan Pablo II en 1993; se dice que tanta fue la alegría del pueblo mágico al recibir a formidable personaje, que la ciudad entera decidió pintar cada pared con los colores emblemáticos del Vaticano: amarillo con detalles blancos. Otros, afirman que por siempre, el lugar ha vestido esta pigmentación.

Cuál sea la razón, Izamal destaca no sólo por sus colores que asemejan la lucidez del oro, sino por la ruta cultural que ofrece al turista; desde cualquier punto, éste siempre visualizará un eterno atardecer en este misterioso rincón yucateco.
Izamal es nombrada de muchas maneras: “la ciudad amarilla o dorada”, “la ciudad de las tres culturas”, “la ciudad de los cerros” o “el rocío del cielo”, este último pseudónimo responde a su derivación de la palabra “zamná o itsamal” de la lengua maya. En este sitio, el imperio prehispánico resplandeció en el periodo clásico temprano, del año 300 a.C. al 600 d. C, donde alcanzó el título de ciudad-estado.

Atardeceres de ensueño

Caminar o pasear a borde de una calesa (carruaje tirado por caballo, similar a una calandria de Guadalajara) es una experiencia única que ningún otro punto de la República Mexicana ofrece, ya que gracias a los muros amarillos de la ciudad, cuando el Sol está por ocultarse sus rayos rebotan en el empedrado suelo, lo que logra un efecto visual digno de fotografiarse: las calles parecen no tener fin y la luz natural se expende por todos los rincones, tal cual atardecer de otoño.

Como cada ciudad, Izamal tiene sus puntos de interés turísticos más importantes, imposible no visitarlos. El primero de ellos es la pirámide de Kinich-Kakmó (Kinich-Kak-Moo), la cual fue construida en honor a las deidades mayas del Sol y el fuego, que en un peculiar juego de palabras se refiere a la “guacamaya de fuego con rostro solar”.

Este vestigio prehispánico –escenario de milenarios rituales, tributos y sacrificios– es de los más grandes del país, pues el centro ceremonial tiene una superficie cercana a los 700 mil metros cuadrados en su totalidad. Actualmente, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) excava demás monumentos distribuidos en la zona.

Después de recorrer las ruinas, el visitante deberá conocer el corazón de la ciudad y sus principales plazas y edificios religiosos, como el convento franciscano de San Francisco de Padua, que fue construido sobre la plataforma de una pirámide maya. Este sagrado recinto es de lo más grandes de México debido a su amplio atrio conventual que es el más extenso de la cultura cristiana.

Aquí se encuentra el camarín de la Virgen de la Inmaculada Concepción, la reina y patrona de Yucatán, por lo que es el santuario mariano más importante del Estado, esta zona cuenta con pequeña capilla resguardada por un altar, mismo que fue rescatado por el INAH, al ser considerado como una joya del arte sacro.

Diversos especialistas han dedicado tiempo para restaurar este vestigio, por lo que lograron reconstruir el retablo del camarín destruido durante un incendio en 1829. Actualmente, el retablo que tiene un terminado en madera de cedro rojo que simboliza la sangre de Cristo, así como molduras recubiertas con hoja de oro de 24 kilates, mide seis metros de altura y 7.50 metros de ancho.

Sabor, aroma y color

En Izmal, la gastronomía es un arte. Su cocina abarca gran parte de los platillos yucatecos; en cualquier mercado o restaurante el turista puede disfrutar de un exquisito sazón mestizo (indígena y español) con el platillo de frijoles con carne de puerco, chaya con huevo, puchero de gallina, queso relleno, salbutes, panuchos, pipián de venado, papadzules, longaniza, cochinita pibil, joroches, mucbil pollos, pimes y hasta con los clásicos tamales, los cuales se pueden acompañar con un xtabentun, balché o la popular bebida de anís, posol con coco o agua fresca de horchata natural. Pero si el antojo se remite a un toque dulce está la yuca con miel, calabaza melada, camote con coco, cocoyol en almíbar, mazapán de pepita de calabaza, melcocha, arepas, tejocotes en almíbar o dulce de ciricote.

Las artesanías son símbolo indiscutible de Izamal. Las manos de los artesanos se encargan de la joyería y talabartería. En las calles puedes encontrar hamacas tejidas de fibra de henequén, muebles rústicos y piezas de cerámica.

PARA SABER

Desde 2002, Izamal se incorporó el proyecto nacional de Pueblos Mágicos de México de la Secretaría de Turismo (Sectur), con lo que el municipio se comprometió a iniciar acciones de rescate y restauración de absolutamente todos los sitios turísticos e imagen urbana de la región.

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