Suplementos
Entre las piernas
Pecadora
GUADALAJARA, JALISCO (23/OCT/2010).- El domingo pasado cometí una terrible atrocidad: llevé a Alexiel, mi adorado tirano (ja, ja, ja), al Teatro Galerías a ver Ben 10, una pseudo puesta en escena basada en la caricatura que se transmite en Cartoon Network.
Debo decir que me gusta este programa, quizá porque ya he visto miles de veces la primera y segunda temporada de la serie, pues mi hijo está en esa edad en que puede ver -con la mano en la cintura- 10 millones de veces la misma película sin cansarse en lo absoluto. Yo también tengo ese don.
Pues bueno... el asunto es que nos dimos una vuelta por ese teatro, que por cierto no es de mis favoritos, y nos echamos la obrilla. El lugar estaba casi al tope de niños y resignados padres de familia. Lo primero que pensé fue: “¡Esta gente se está cuajando en billetes con esta obra!”. Hubo tres funciones y me imagino que todas habrán tenido más o menos el mismo número de espectadores.
Aunque obviamente tuve que pagar por un asiento para mi hijo, éste acabó sentándose en mis piernas y pidiéndome que lo sujetara con fuerza en ciertos momentos, pues parece que sí se asustó un poquitín.
La obra en realidad no tiene mucha historia, es una especie de capítulo inédito de la caricatura, aunque toma fragmentos de lo que fue la primera temporada de la serie.
Desde el principio supe que sobre el escenario vería unas botargas y no me equivoqué. Aunque efectivamente estaban bien hechas, le faltaba movilidad a algunos de los alienígenas que surgen con la energía del Omnitrix, pero eso pareció no importarle al público infantil que se emocionaba intensamente.
Aunque me salió un poco caro el chistesito, debo decir que no me arrepiento (del todo) de haber llevado a mi hijo al espectáculo. Esto me demostró que tiene ya la capacidad de estar atento a una puesta en escena, por más mala que ésta sea para mí, y que sí puede disfrutar lo que ve. Y es que la verdad es que temía que estuviera muy pequeño para captar el asunto, pero no.
Después de este debut y despedida del teatro comercial, el que se realiza con la certeza de que habrá una enorme ganancia monetaria, sacrificando la calidad y el contenido, estoy lista para darme una vuelta con mi pequeño a espacios donde se presenten espectáculos más acordes a nuestras necesidades. Espérenme un poco... ya me tendrán como asidua espectadora en el teatro infantil que se hace en la ciudad y en verdad les pido perdón por este pequeño pecado.
lexeemia@gmail.com
Debo decir que me gusta este programa, quizá porque ya he visto miles de veces la primera y segunda temporada de la serie, pues mi hijo está en esa edad en que puede ver -con la mano en la cintura- 10 millones de veces la misma película sin cansarse en lo absoluto. Yo también tengo ese don.
Pues bueno... el asunto es que nos dimos una vuelta por ese teatro, que por cierto no es de mis favoritos, y nos echamos la obrilla. El lugar estaba casi al tope de niños y resignados padres de familia. Lo primero que pensé fue: “¡Esta gente se está cuajando en billetes con esta obra!”. Hubo tres funciones y me imagino que todas habrán tenido más o menos el mismo número de espectadores.
Aunque obviamente tuve que pagar por un asiento para mi hijo, éste acabó sentándose en mis piernas y pidiéndome que lo sujetara con fuerza en ciertos momentos, pues parece que sí se asustó un poquitín.
La obra en realidad no tiene mucha historia, es una especie de capítulo inédito de la caricatura, aunque toma fragmentos de lo que fue la primera temporada de la serie.
Desde el principio supe que sobre el escenario vería unas botargas y no me equivoqué. Aunque efectivamente estaban bien hechas, le faltaba movilidad a algunos de los alienígenas que surgen con la energía del Omnitrix, pero eso pareció no importarle al público infantil que se emocionaba intensamente.
Aunque me salió un poco caro el chistesito, debo decir que no me arrepiento (del todo) de haber llevado a mi hijo al espectáculo. Esto me demostró que tiene ya la capacidad de estar atento a una puesta en escena, por más mala que ésta sea para mí, y que sí puede disfrutar lo que ve. Y es que la verdad es que temía que estuviera muy pequeño para captar el asunto, pero no.
Después de este debut y despedida del teatro comercial, el que se realiza con la certeza de que habrá una enorme ganancia monetaria, sacrificando la calidad y el contenido, estoy lista para darme una vuelta con mi pequeño a espacios donde se presenten espectáculos más acordes a nuestras necesidades. Espérenme un poco... ya me tendrán como asidua espectadora en el teatro infantil que se hace en la ciudad y en verdad les pido perdón por este pequeño pecado.
lexeemia@gmail.com