Suplementos
Entre las piernas
Dadora de vida
GUADALAJARA, JALISCO (04/SEP/2010).- Cuando estudié la carrera de comunicación, nos pidieron en la clase de televisión -o video- un trabajo audiovisual que consistía en revivir una obra plástica. Mare, Lizetta y yo elegimos La mosca, una pintura de Jorge Pérez que alguna vez vimos en la Galería Sánchez Villanueva, en la que una mujer estaba recargada en una pared cubierta casi de pies a cabeza por un papel tapiz. Junto a ella, posaba feliz -supongo- un punto negro: la mosca.
Solicitamos nos dieran espacio en el Teatro Experimental de Jalisco (TEJ) para revivir el cuadro, con el apoyo de Lolís Salazar, una chica que fue mi compañera en el grupo de teatro que dirigía Mary Paz Gómez Pruneda, y un “parototote” que nos hicieron para iluminar el escenario y poner la música que el hermano de Lizetta nos había recomendado.
Pensaba yo en aquella ocasión cuando comenzó el espectáculo Pinturas en exhibición de Alfonsina Riosantos, e imaginaba que de alguna forma eso que estaba sucediendo en el Museo de las Artes (Musa) el viernes 20 de agosto, alguna relación tenía con aquel trabajo universitario.
Sin embargo, de un momento a otro mis pensamientos se difuminaron cuando una sombra arrebató mi atención del todo; a partir de ese instante, comencé a ver al ser que daba vida a esa gran silueta negra que yacía sobre una especie de pared con papel tapiz.
El pájaro muerto que días antes había visto en la invitación de la obra, me invitó a no pensar en otra cosa, a verlo fijamente y darme cuenta que aquello era un acto de vida, de creación absoluta.
Miré de reojo a Eduardo y Alejandra (mis acompañantes en esa velada) y descubrí que ellos también habían sido abrazados por el movimiento de Alfonsina Riosantos, corto y lento, constante, preciso… tanto que al salir, descubrimos que encontramos las mismas imágenes sobre el pequeño cuadro en el que la creadora desarrolló el trabajo, aunque las sensaciones eran distintas.
Reconozco que no tengo las facultades de calificar el trabajo como bueno o malo; de danza experimental sé tanto como de física cuántica, pero puedo decir que a pesar de estar parada durante una hora, esquivando las cabezas que de vez en cuando se alzaban obstruyendo mi vista, el ser que Alfonsina Riosantos creó en el Museo de la Artes mantuvo mi total atención, así como los acordes de la música de Mussorgovsky, que acentuaban -en mi humilde opinión- el ir y venir de los brazos, piernas, cabeza, abdomen y hombros de la bailarina, así como su inusual vestuario (diseñado por Bernabé Covarrubias) que también fue capaz de hacerme pensar en un huevo, una placenta y un copete emplumado.
El cacareo que emitió Alfonsina una vez que su ave hubo nacido y crecido, me erizo la piel. Me sorprendió la velocidad y firmeza de sus movimientos, como si se tratase de un pincel decidido a hacer un trazo inamovible.
Los pájaros de la bailarina me sedujeron y al final no supe a quién aplaudir y agradecerle la visión: a la sombra que parecía mover a Alfonsina o a la bailarina que parió en el Museo de las Artes una hermosa ave negra envuelta en una “danza quietud” que hoy tengo grabada en mi memoria.
Pinturas en exhibición continúa su temporada en el Museo Raúl Anguiano (Mura), del Ayuntamiento de Guadalajara, ubicado en Mariano Otero 375. Las funciones se realizarán los viernes de septiembre, a las 20:00 horas.
Gracias a Alfonsina y al pequeño ser que habita en su vientre desde hace cinco meses, aproximadamente, por regalarnos (a mí y a todos los asistentes) esta obra de vida.
lexeemia@gmail.com
Solicitamos nos dieran espacio en el Teatro Experimental de Jalisco (TEJ) para revivir el cuadro, con el apoyo de Lolís Salazar, una chica que fue mi compañera en el grupo de teatro que dirigía Mary Paz Gómez Pruneda, y un “parototote” que nos hicieron para iluminar el escenario y poner la música que el hermano de Lizetta nos había recomendado.
Pensaba yo en aquella ocasión cuando comenzó el espectáculo Pinturas en exhibición de Alfonsina Riosantos, e imaginaba que de alguna forma eso que estaba sucediendo en el Museo de las Artes (Musa) el viernes 20 de agosto, alguna relación tenía con aquel trabajo universitario.
Sin embargo, de un momento a otro mis pensamientos se difuminaron cuando una sombra arrebató mi atención del todo; a partir de ese instante, comencé a ver al ser que daba vida a esa gran silueta negra que yacía sobre una especie de pared con papel tapiz.
El pájaro muerto que días antes había visto en la invitación de la obra, me invitó a no pensar en otra cosa, a verlo fijamente y darme cuenta que aquello era un acto de vida, de creación absoluta.
Miré de reojo a Eduardo y Alejandra (mis acompañantes en esa velada) y descubrí que ellos también habían sido abrazados por el movimiento de Alfonsina Riosantos, corto y lento, constante, preciso… tanto que al salir, descubrimos que encontramos las mismas imágenes sobre el pequeño cuadro en el que la creadora desarrolló el trabajo, aunque las sensaciones eran distintas.
Reconozco que no tengo las facultades de calificar el trabajo como bueno o malo; de danza experimental sé tanto como de física cuántica, pero puedo decir que a pesar de estar parada durante una hora, esquivando las cabezas que de vez en cuando se alzaban obstruyendo mi vista, el ser que Alfonsina Riosantos creó en el Museo de la Artes mantuvo mi total atención, así como los acordes de la música de Mussorgovsky, que acentuaban -en mi humilde opinión- el ir y venir de los brazos, piernas, cabeza, abdomen y hombros de la bailarina, así como su inusual vestuario (diseñado por Bernabé Covarrubias) que también fue capaz de hacerme pensar en un huevo, una placenta y un copete emplumado.
El cacareo que emitió Alfonsina una vez que su ave hubo nacido y crecido, me erizo la piel. Me sorprendió la velocidad y firmeza de sus movimientos, como si se tratase de un pincel decidido a hacer un trazo inamovible.
Los pájaros de la bailarina me sedujeron y al final no supe a quién aplaudir y agradecerle la visión: a la sombra que parecía mover a Alfonsina o a la bailarina que parió en el Museo de las Artes una hermosa ave negra envuelta en una “danza quietud” que hoy tengo grabada en mi memoria.
Pinturas en exhibición continúa su temporada en el Museo Raúl Anguiano (Mura), del Ayuntamiento de Guadalajara, ubicado en Mariano Otero 375. Las funciones se realizarán los viernes de septiembre, a las 20:00 horas.
Gracias a Alfonsina y al pequeño ser que habita en su vientre desde hace cinco meses, aproximadamente, por regalarnos (a mí y a todos los asistentes) esta obra de vida.
lexeemia@gmail.com