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El pecado social
Se refiere al comportamiento o a las acciones que son producto del quehacer colectivo
Hace un tiempo analizamos los siete pecados capitales, los cuales representan una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo y del catolicismo, clasificación que, su vez, se ha utilizado para instruir a los seguidores de Cristo en el tema de la moral. Por otro lado, en el año 2008 se publicó una actualización del concepto de los denominados nuevos pecados capitales con una atención especial hacia el llamado pecado social. Recordemos que son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios; esto es, el término “capital” no se refiere a la magnitud del pecado, sino a que da origen a muchos otros.
El denominado pecado social se refiere al comportamiento o a las acciones que son producto del quehacer colectivo, que afectan a colectividades o incluso a naciones enteras. Entre sus diversas formas se encuentran, como más evidentes, la corrupción, la negligencia y la irresponsabilidad. El pecado social se crea cuando se favorece o se explota la iniquidad, la justicia y la maldad, así como cuando pudiendo hacerse algo por evitarlo, limitarlo o eliminarlo como mal social, no se hace por pereza, miedo, complicidad pasiva o activa, coparticipación, comodidad, conveniencia o por equivocadamente pensar que nada se puede hacer para erradicarlo.
Por otro lado, no debe perderse de vista que cuando se habla de pecado social existe una responsabilidad individual. Ya lo dice la exhortación apostólica postsinodal de Juan Pablo II Reconciliatio et paenitentia: “la Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o menos amplios, o hasta de enteras naciones y bloques de naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales (...) Las verdaderas responsabilidades son de las personas” (n. 16). Y todo el Magisterio de la Iglesia se fundamenta en la Escritura. Para el caso que nos ocupa, un ejemplo se encuentra en el Evangelio de San Mateo capítulo 25 en sus versos del 31 al 46. Cuando Jesús habla del juicio a las naciones, se hace referencia a hechos de índole social: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar abrigo al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y visitar a los presos. Y en esta línea argumentativa, cuando se habla del pecado social, el objetivo no es profundizar culpas, sino es tomar conciencia de nuestra propia responsabilidad en la generación y construcción de las condiciones que lo favorecen.
Un caso ilustrativo es el de la búsqueda de la libertad económica, donde lo importante es la máxima producción a los más bajos costos (Se consideran como gastos las importantes inversiones de tipo laboral y de seguridad social). Esta lógica conduce a privilegiar la producción de la riqueza por encima de su distribución, lo que a todas luces atenta contra la ética cristiana, pues como dice Santiago: “El pago que no les dieron a los hombres que trabajaron en su cosecha, está clamando contra ustedes” (Stg 5, 4). Así, cuando el motor de la globalización es esta forma de pensar y de proceder, se aumenta la brecha entre ricos y pobres, y se nutre el resentimiento social y el deseo de “superarse a toda costa y sin importar el precio”. A esto habría que agregar el marco de la competencia en el que hay que sobrevivir venciendo al prójimo, a quien se convierte en un enemigo. Pero no todo es tan malo en este mundo globalizado donde también encontramos innumerables experiencias de obras sociales buenas o virtuosas que se dedican a levantar la dignidad de las personas y van construyendo el bien común. A ellos N.S. Jesucristo les tiene preparado un lugar junto a Él.
El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, Cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que fue dada a conocer ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de Pecado Social o nuevos Pecados Capitales. El heptálogo dice así: No realizarás manipulaciones genéticas. No realizarás experimentos con seres humanos, incluidos embriones. No contaminarás el medio ambiente. No provocarás injusticia social. No causarás pobreza. No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común. No consumirás ni traficarás con drogas. En el siguiente artículo analizaremos brevemente cada uno de ellos. Que el Señor nos bendiga y nos guarde.
Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara@up.edu.mx
El denominado pecado social se refiere al comportamiento o a las acciones que son producto del quehacer colectivo, que afectan a colectividades o incluso a naciones enteras. Entre sus diversas formas se encuentran, como más evidentes, la corrupción, la negligencia y la irresponsabilidad. El pecado social se crea cuando se favorece o se explota la iniquidad, la justicia y la maldad, así como cuando pudiendo hacerse algo por evitarlo, limitarlo o eliminarlo como mal social, no se hace por pereza, miedo, complicidad pasiva o activa, coparticipación, comodidad, conveniencia o por equivocadamente pensar que nada se puede hacer para erradicarlo.
Por otro lado, no debe perderse de vista que cuando se habla de pecado social existe una responsabilidad individual. Ya lo dice la exhortación apostólica postsinodal de Juan Pablo II Reconciliatio et paenitentia: “la Iglesia, cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o menos amplios, o hasta de enteras naciones y bloques de naciones, sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales (...) Las verdaderas responsabilidades son de las personas” (n. 16). Y todo el Magisterio de la Iglesia se fundamenta en la Escritura. Para el caso que nos ocupa, un ejemplo se encuentra en el Evangelio de San Mateo capítulo 25 en sus versos del 31 al 46. Cuando Jesús habla del juicio a las naciones, se hace referencia a hechos de índole social: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar abrigo al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y visitar a los presos. Y en esta línea argumentativa, cuando se habla del pecado social, el objetivo no es profundizar culpas, sino es tomar conciencia de nuestra propia responsabilidad en la generación y construcción de las condiciones que lo favorecen.
Un caso ilustrativo es el de la búsqueda de la libertad económica, donde lo importante es la máxima producción a los más bajos costos (Se consideran como gastos las importantes inversiones de tipo laboral y de seguridad social). Esta lógica conduce a privilegiar la producción de la riqueza por encima de su distribución, lo que a todas luces atenta contra la ética cristiana, pues como dice Santiago: “El pago que no les dieron a los hombres que trabajaron en su cosecha, está clamando contra ustedes” (Stg 5, 4). Así, cuando el motor de la globalización es esta forma de pensar y de proceder, se aumenta la brecha entre ricos y pobres, y se nutre el resentimiento social y el deseo de “superarse a toda costa y sin importar el precio”. A esto habría que agregar el marco de la competencia en el que hay que sobrevivir venciendo al prójimo, a quien se convierte en un enemigo. Pero no todo es tan malo en este mundo globalizado donde también encontramos innumerables experiencias de obras sociales buenas o virtuosas que se dedican a levantar la dignidad de las personas y van construyendo el bien común. A ellos N.S. Jesucristo les tiene preparado un lugar junto a Él.
El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, Cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que fue dada a conocer ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de Pecado Social o nuevos Pecados Capitales. El heptálogo dice así: No realizarás manipulaciones genéticas. No realizarás experimentos con seres humanos, incluidos embriones. No contaminarás el medio ambiente. No provocarás injusticia social. No causarás pobreza. No te enriquecerás hasta límites obscenos a expensas del bien común. No consumirás ni traficarás con drogas. En el siguiente artículo analizaremos brevemente cada uno de ellos. Que el Señor nos bendiga y nos guarde.
Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara@up.edu.mx