Suplementos
Contemplar y actuar
La presencia de Dios en medio de los hombres, es una forma de continua creación de amor. En él estamos, nos movemos y somos, sin ayuda de aparatitos, con la sola respuesta de la fe
LA PALABRA DE DIOS
Primera lectura
Lectura del Primer Libro de los Reyes (19,4-8):
“¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas”.
Segunda lectura
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (4,17.20-24):
“Vivir en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor”.
Evangelio
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,24-35):
“El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
GUADALAJARA, JALISCO (09/AGO/2015).- El ser humano por naturaleza busca planificar su proyecto de vida en base a meta; escolares, familiares, laborales, deportivas, etcétera. Para llegar a la cúspide necesita ponerse en marcha. En el camino y conforme va dando pasos se irá forjando de grandes y nuevas herramientas a lo que llamamos, experiencia, que servirán para llegar con éxito y trascender.
La vida del cristiano es así, la principal meta que tenemos es gozar de la vida eterna junto al Padre, esto supone que tenemos que recorrer un camino. En el Libro de los Reyes, Elías nos da un ejemplo de que ser agentes evangelizadores requiere del descanso para lograr la acción. El Señor se sigue mostrando como un Padre que se preocupa por su hijo, lo alimenta físicamente, y lo llama a la acción.
Pablo en la Carta a los Efesios, comparte que si dejamos que sea el Espíritu del Padre quien actúe en nuestro caminar, seremos hombres capaces de conducirnos con honestidad, paciencia y sobriedad en el hablar. Quien tiene a Cristo como alimento y centro de su vida diaria, será una persona renovada, capaz de demostrar en sus pensamientos y acciones su capacidad de amar, no sólo a Dios, también a los otros.
San Pablo dice que quien obra mal entristece al Espíritu de Dios, (v. 30) con este antropomorfismo da la idea del pensar que provoca en el Espíritu la indolencia de los hombres que se cierra a su acción. Cada vez que se rechaza una buena idea, o un propósito loable que brota de lo profundo de una conciencia iluminada por Dios, el espíritu humano queda con cierto dejo de tristeza, intuyendo que ha perdido algo valioso.
Las lecturas de este día nos recuerdan dos aspectos importantes, el primero es que el proyecto del Padre que tiene hacia cada uno de nosotros es el de la felicidad, para llegar necesitamos de ser contemplativos, es decir descubrir a partir de nuestras propias experiencias de vida el paso de Dios por ella, para entonces hacer la acción; ir al encuentro del otro, compartiendo el pan de la vida. “Ante todo contemplativos y después hombres de acción”.
DOMINGO XIX ORDINARIO
La presencia de Dios en medio de los hombres, es una forma de continua creación de amor. En él estamos, nos movemos y somos, sin ayuda de aparatitos, con la sola respuesta de la fe.
Ser pan y pan vivo, es la expresión con la que Cristo se autorrevela, se da a conocer: pan que es alimento, que es vida.
Más con algo que sorprende: al sustantivo pan le pone el epíteto vivo, porque si el pan es material ¿Cómo puede decirse del que tiene vida? Y más todavía: no es pan de la Tierra, porque el pan vivo es bajado del cielo.
“Yo soy el pan de la vida”. La revelación como comunicación personal de Dios, trae al hombre algo que éste no podría descubrir por sí mismo; y aceptar la revelación, que es creer, al mismo tiempo da confianza, seguridad, alegría. Es el regocijo de quien andaba sin rumbo y ha encontrado el camino; es el placer del ciego de nacimiento, que milagrosamente abre los ojos a la luz.
Cristo se da el nombre de pan, e insiste” el que coma de este pan vivirá para siempre”. Allí estáa la iniciativa de Dios Padre, al entregar a su Hijo Unigénito como alimento para que lo coman y vivan no 50, 70 o más años, sino para siempre. Y luego un anuncio: “El pan que Yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”.
El Verbo de Dios asumió la naturaleza humana en el seno de María y a este prodigio, a este misterio divino, se la llama Encarnación; es decir, tomó para sí la carne, como la de todos los hombres hechos de alma espiritual y carne —o sea, un cuerpo hecho de carne— esa carne es el pan, es el Verbo mismo en la Eucaristía; entrega generosa para que el mundo del espíritu, no sea un planeta muerto, sino que, por Cristo, todo el género humano tenga vida, y vida para siempre.
José Rosario Ramírez M.
DON Y COMUNIDAD
Son dos los puntos o aspectos los que deseo resaltar, que están relacionados con el pasaje evangélico que la Iglesia nos propone para la liturgia de este domingo.
El primero es que es imposible para el ser humano acercarse y relacionarse con Dios y tener una experiencia con Él, si, precisamente, Dios no le concede ese don. Jesús fue claro al decir: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió.>> (Jn. 6, 43).
Sabemos y creemos, porque la misma Escritura lo revela, que Jesús es el Enviado del Padre; Él es el Verbo de Dios hecho hombre, como lo afirma el mismo San Juan en el capítulo primero de su evangelio: ‘De Él yo hablaba al decir: El que ha venido detrás de mí ya está delante de mí, porque era antes que yo.’(v.v. 14-15). Finalmente recordemos otras palabras terminantes de Jesús que nos hacen ver esta verdad: <<Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes>> (Jn. 15-16).
El otro aspecto, consiste en que el plan de Dios para nuestra salvación se fundamenta en la comunidad, en la gran comunidad que es la Iglesia que Jesús fundó, delegando a San Pedro, tanto la responsabilidad de su establecimiento, como la autoridad para dirigirla y dirigir al rebaño, es decir a los miembros de la misma (para atar y desatar): << Ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia(…) lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.» (Mt 16, 18-19); si no fuera así, no la hubiera fundado, y tan sólo habría dicho algo así como: “Busquen tener su experiencia personal conmigo y con mi Padre; la de los demás no importa, la importante es la suya”. Por otro lado, el nuevo mandamiento de Jesús de amarnos los unos a los otros, no puede ser cumplido si no se aprende a amar en la comunidad, a partir de la familia, “pequeña iglesia doméstica”, en la comunidad parroquial o laical, en la Iglesia, para luego proyectar ese amor a la sociedad, a todos. Y para poderlo hacer, Cristo nos da el alimento divino, que es su propio cuerpo en la forma de pan, por medio del cual nos hacemos uno con Él, y nos dice: <<Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo
daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.» (Jn 6, 51)
Es por ello que, aquellos que se alejan de la Comunidad, como muchos se alejan de la Iglesia, caen en algún engaño de los múltiples que hay, y que el mismo Cristo anunció: << Aparecerán falsos profetas que engañarán a mucha gente, y tanta será la maldad, que el amor se enfriará en muchos. Pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará>> (Mt 24,11-13).
FRANCISCO JAVIER CRUZ LUNA
Primera lectura
Lectura del Primer Libro de los Reyes (19,4-8):
“¡Levántate, come!, que el camino es superior a tus fuerzas”.
Segunda lectura
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (4,17.20-24):
“Vivir en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor”.
Evangelio
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (6,24-35):
“El que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
GUADALAJARA, JALISCO (09/AGO/2015).- El ser humano por naturaleza busca planificar su proyecto de vida en base a meta; escolares, familiares, laborales, deportivas, etcétera. Para llegar a la cúspide necesita ponerse en marcha. En el camino y conforme va dando pasos se irá forjando de grandes y nuevas herramientas a lo que llamamos, experiencia, que servirán para llegar con éxito y trascender.
La vida del cristiano es así, la principal meta que tenemos es gozar de la vida eterna junto al Padre, esto supone que tenemos que recorrer un camino. En el Libro de los Reyes, Elías nos da un ejemplo de que ser agentes evangelizadores requiere del descanso para lograr la acción. El Señor se sigue mostrando como un Padre que se preocupa por su hijo, lo alimenta físicamente, y lo llama a la acción.
Pablo en la Carta a los Efesios, comparte que si dejamos que sea el Espíritu del Padre quien actúe en nuestro caminar, seremos hombres capaces de conducirnos con honestidad, paciencia y sobriedad en el hablar. Quien tiene a Cristo como alimento y centro de su vida diaria, será una persona renovada, capaz de demostrar en sus pensamientos y acciones su capacidad de amar, no sólo a Dios, también a los otros.
San Pablo dice que quien obra mal entristece al Espíritu de Dios, (v. 30) con este antropomorfismo da la idea del pensar que provoca en el Espíritu la indolencia de los hombres que se cierra a su acción. Cada vez que se rechaza una buena idea, o un propósito loable que brota de lo profundo de una conciencia iluminada por Dios, el espíritu humano queda con cierto dejo de tristeza, intuyendo que ha perdido algo valioso.
Las lecturas de este día nos recuerdan dos aspectos importantes, el primero es que el proyecto del Padre que tiene hacia cada uno de nosotros es el de la felicidad, para llegar necesitamos de ser contemplativos, es decir descubrir a partir de nuestras propias experiencias de vida el paso de Dios por ella, para entonces hacer la acción; ir al encuentro del otro, compartiendo el pan de la vida. “Ante todo contemplativos y después hombres de acción”.
DOMINGO XIX ORDINARIO
La presencia de Dios en medio de los hombres, es una forma de continua creación de amor. En él estamos, nos movemos y somos, sin ayuda de aparatitos, con la sola respuesta de la fe.
Ser pan y pan vivo, es la expresión con la que Cristo se autorrevela, se da a conocer: pan que es alimento, que es vida.
Más con algo que sorprende: al sustantivo pan le pone el epíteto vivo, porque si el pan es material ¿Cómo puede decirse del que tiene vida? Y más todavía: no es pan de la Tierra, porque el pan vivo es bajado del cielo.
“Yo soy el pan de la vida”. La revelación como comunicación personal de Dios, trae al hombre algo que éste no podría descubrir por sí mismo; y aceptar la revelación, que es creer, al mismo tiempo da confianza, seguridad, alegría. Es el regocijo de quien andaba sin rumbo y ha encontrado el camino; es el placer del ciego de nacimiento, que milagrosamente abre los ojos a la luz.
Cristo se da el nombre de pan, e insiste” el que coma de este pan vivirá para siempre”. Allí estáa la iniciativa de Dios Padre, al entregar a su Hijo Unigénito como alimento para que lo coman y vivan no 50, 70 o más años, sino para siempre. Y luego un anuncio: “El pan que Yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”.
El Verbo de Dios asumió la naturaleza humana en el seno de María y a este prodigio, a este misterio divino, se la llama Encarnación; es decir, tomó para sí la carne, como la de todos los hombres hechos de alma espiritual y carne —o sea, un cuerpo hecho de carne— esa carne es el pan, es el Verbo mismo en la Eucaristía; entrega generosa para que el mundo del espíritu, no sea un planeta muerto, sino que, por Cristo, todo el género humano tenga vida, y vida para siempre.
José Rosario Ramírez M.
DON Y COMUNIDAD
Son dos los puntos o aspectos los que deseo resaltar, que están relacionados con el pasaje evangélico que la Iglesia nos propone para la liturgia de este domingo.
El primero es que es imposible para el ser humano acercarse y relacionarse con Dios y tener una experiencia con Él, si, precisamente, Dios no le concede ese don. Jesús fue claro al decir: «No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió.>> (Jn. 6, 43).
Sabemos y creemos, porque la misma Escritura lo revela, que Jesús es el Enviado del Padre; Él es el Verbo de Dios hecho hombre, como lo afirma el mismo San Juan en el capítulo primero de su evangelio: ‘De Él yo hablaba al decir: El que ha venido detrás de mí ya está delante de mí, porque era antes que yo.’(v.v. 14-15). Finalmente recordemos otras palabras terminantes de Jesús que nos hacen ver esta verdad: <<Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes>> (Jn. 15-16).
El otro aspecto, consiste en que el plan de Dios para nuestra salvación se fundamenta en la comunidad, en la gran comunidad que es la Iglesia que Jesús fundó, delegando a San Pedro, tanto la responsabilidad de su establecimiento, como la autoridad para dirigirla y dirigir al rebaño, es decir a los miembros de la misma (para atar y desatar): << Ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia(…) lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.» (Mt 16, 18-19); si no fuera así, no la hubiera fundado, y tan sólo habría dicho algo así como: “Busquen tener su experiencia personal conmigo y con mi Padre; la de los demás no importa, la importante es la suya”. Por otro lado, el nuevo mandamiento de Jesús de amarnos los unos a los otros, no puede ser cumplido si no se aprende a amar en la comunidad, a partir de la familia, “pequeña iglesia doméstica”, en la comunidad parroquial o laical, en la Iglesia, para luego proyectar ese amor a la sociedad, a todos. Y para poderlo hacer, Cristo nos da el alimento divino, que es su propio cuerpo en la forma de pan, por medio del cual nos hacemos uno con Él, y nos dice: <<Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo
daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.» (Jn 6, 51)
Es por ello que, aquellos que se alejan de la Comunidad, como muchos se alejan de la Iglesia, caen en algún engaño de los múltiples que hay, y que el mismo Cristo anunció: << Aparecerán falsos profetas que engañarán a mucha gente, y tanta será la maldad, que el amor se enfriará en muchos. Pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará>> (Mt 24,11-13).
FRANCISCO JAVIER CRUZ LUNA