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Comala, realmente mágico

Descubre la ciudad que inmortalizó Juan Rulfo a través de las páginas de 'Pedro Páramo'

GUADALAJARA, JALISCO (26/JUN/2016).- Fui a Comala porque una vez que lees sobre ella, no puedes sacarla de la mente. Porque fue esa ciudad por la que caminó la historia relatada en “Pedro Páramo”. Y al terminar la lectura -obra cumbre en la literatura mundial-, me hice la promesa de que algún día, tomara el tiempo que tomara, la conocería. Conocería esas calles que me fueron rebeladas meticulosamente a través de los renglones escritor por Juan Rulfo.

Relativamente cerca de la capital de Colima (unos 25 minutos en automóvil), Comala forma parte del programa Pueblos Mágicos, una iniciativa gubernamental con la que se busca atraer al turismo nacional e internacional. Y lo cierto es que como pocos, la pequeña urbe cumple muy bien con ambas etiquetas.

Lo sentí como un pueblo porque en sus calles serpenteantes y desniveladas flota a toda hora un ambiente bucólico. Para quienes llegamos desde una ciudad, al principio es desconcertante el ritmo parsimonioso con el que se vive y se hace todo aquí. Pronto entendí que en un lugar que parece que se detuvo en el tiempo, la prisa es un concepto ajeno.

Y la magia se siente en su gente. En sus colores tan absolutos. Con un cielo tan azul como no lo había visto y las fachadas de sus casas de un blanco puro e impoluto. Se siente en el canto lejano de los pájaros y en la visión esplendorosa del Volcán de Colima.

Dejé atrás mis preocupaciones, mis prisas y me entregué a Comala.

Donde todo es posible

Las calles de Comala, estrechas y empedradas, se disfrutan de una forma: A pie. Dile adiós al auto una vez que llegues al destino y date la oportunidad de perderte en el primer cuadro de la ciudad. No lo camines de prisa, porque los tesoros que guarda esta ciudad se encuentran en los pequeños detalles.

El kiosko principal de Comala es, como no podía ser de otra manera, dueño de un color blanco absoluto. Por las noches y durante las fiestas populares se convierte en el Centro de la vida social del pueblo. Por las mañanas, la paz y el silencio solamente se rompe a la hora de la comida o con la aparición intempestiva de los niños, que al salir del colegio, juguetean en el jardín principal.

Aquí también se encuentra sentado a la sombra de un frondoso árbol, la estatua de Juan Rulfo, inmortalizado en el mismo pueblo que él eternizó en su obra literario. Es una regla no escrita que los visitantes se tomen una fotografía al lado de la efigie del que se ganó la eternidad con “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”.

Los días en Comala en primavera y verano son calurosos. Y dado que está rodeado por la frondosa vegetación de la región, es un calor bastante húmedo, por lo que la recomendación es ir vestido con ropa ligera. Ahora, ya en temporada de lluvias es común que amanezca con una capa de espesa neblina y las noches se sientan mucho más frescas. Toma en cuenta que las lluvias son fuertes en la zona, así que es recomendable manejar con la máxima precaución.

Los recuerdos

Es cierto, los mejores recuerdos en cada viaje no tienen precio. Son esas experiencias que se anidan en la mente, portales grabadas en la memoria que nos acompañarán durante toda la vida. Pero, vamos, no está de más también comprar una que otra chuchería de vez en cuando.

El primer cuadro de Comala tiene una buena oferta de comercios donde puedes comprar diversos recuerdos, desde letreros, cuadros, imanes, camisas , plumas y demás parafernalia que te sirva como prueba de que te diste una vuelta por aquí. Pero si lo que quieres es algo muy tradicional, lo que debes buscar es el ponche.

Después de su fama literaria, una de las cosas que ha puesto a Comala en el mapa de los viajeros es la calidad de su ponche, que sin duda, levanta la mano gracias a su sabor, textura y claro, la potencia con la que “pega”. En Colima hay fama por la calidad de este tipo de bebida (de hecho la puedes encontrar en la capital u otras localidades, como Villa de Álvarez), pero en este Pueblo Mágico se prepara de forma tradicional. Hay de varios sabores, como nuez y café, pero el tradicional es el de granada.

La comida

La reciente fama de Comala gracias al programa de Pueblos Mágicos detonó también la aparición de propuestas gastronómicas cada vez más sofisticadas. Es cierto que los antojitos mexicanos siguen llevando mano entre los amantes de una buena comida, pero las opciones están creciendo.

Cuando vayas a Colima, no debes perder la oportunidad de disfrutar sus tradicionales sopitos o unos chilaquiles colimotes, acompañados eso sí, de mucha crema y con el tradicional café del Estado.

Pero Comala ya va un poco más allá. En la zona Centro del pueblo están los portales, donde abunda la comida mexicana a buenos precios (te recomendamos que preguntes si aceptan tarjeta, porque no todos los establecimientos cuentan con terminal). También han aparecido algunos locales con pizza a la leña.

Conexión divina

Dominando el horizonte, la Parroquia de Comala resalta por su belleza y se convierte en un imán irresistible para los viajeros. Es también el centro de la vida religiosa para los oriundos y al mismo tiempo un magnífico exponente de obras de arte sacro.

La Parroquia de San Miguel del Espíritu Santo impone desde su fachada de cantera. El interior es sencillamente otro mundo.

Se puede conocer mucho de las ciudades y pueblos que visitas si entras en sus edificios religiosos, y Comala no es la excepción. Si por fuera impera la sencillez y sobriedad, por dentro son esos pequeños detalles lo que la vuelven entrañable.

Las figuras de los Santos, Cristo y la Virgen de Guadalupe se encuentran rodeadas de flores, colocadas allí por los devotos. Si en el pueblo apenas se suele escuchar el murmullo de conversaciones lejanas, aquí la norma es el silencio. El idioma de las plegarias y los rezos alimenta al espíritu de viajeros y habitantes.

EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ

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