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Casa Pedro Loza: magia, historia y leyenda en el Centro tapatío
Un verdadero oasis de comodidad y distinción espera a los viajeros animados por conocer y disfrutar los atractivos de la Perla Tapatía
GUADALAJARA, JALISCO (12/JUL/2015).- En la zona Centro de la ciudad, un verdadero oasis de comodidad y distinción espera a los viajeros que, animados por conocer y disfrutar los atractivos de la Perla Tapatía, buscan una experiencia que les permita recorrer estos espacios sin cubrir enormes trayectos y tener un refugio con estilo para la convivencia familiar o con la pareja. ¿Existe tal sitio? Por supuesto, incluso puede hospedar una reunión en alguna fecha especial, con todos los servicios y una calidad sin par. ¿Dónde? En Casa Pedro Loza.
Ubicado en una antigua casona remodelada en la esquina de las calles Pedro Loza (de ahí su nombre actual) y Joaquín Angulo, hoy día es propiedad de la familia Bon —quienes la adquirieron en 2004— y se ha convertido en un Hotel Petit que cuenta con 12 habitaciones temáticas (con diseño de autor), un restaurante, Sky Lounge y espacios para el descanso, así como un bar-café, todo con la mejor calidad y servicio personalizado.
A todo ello, se suma que el lugar se halla a pocas cuadras de los sitios culturales más conocidos de Guadalajara, como la Catedral, el Teatro Degollado, numerosos e importantes museos como el Instituto Cultural Cabañas, el de Arte Sacro, el de Palacio de Gobierno o el Museo Regional; baste recalcar que el establecimiento pertenece a Haciendas y Casas Rurales de Jalisco, organismo de promoción turística que avala su calidad.
Historia sin certezas
Así, Casa Pedro Loza es un sitio que ha recuperado su majestuosidad; la finca, por sus sistemas constructivos pertenece sin duda al siglo XIX pero, como indica Miguel Ángel Muñoz, empleado del lugar, “no hay referencias exactas, pero se cree que fue edificada en 1848, como residencia familiar, aunque —por otra parte— pudo ser propiedad del Arzobispado, pues de 1913 a 1936 vivió en esta casa el Arzobispo José Francisco Orozco y Jiménez, importante figura histórica que tuvo su participación durante la Guerra Cristera”.
Durante lo que resta del pasado siglo, se dice que la casa estuvo en manos de la Familia Fernández Uriarte, y que ahí tuvo su sede el Colegio Patria para señoritas, entre 1944 y 1951; además, en los años sesenta el patio central se acondicionó como gimnasio y, después, se alquilaron los cuartos y funcionó como vecindad hasta hace poco más de una década.
Aderezo de leyendas
El detalle de interés, señala Muñoz, es que por esta falta de certezas en la evolución de la casa, se trata de un sitio plagado de leyendas; se cree que por años, quienes habitaban la casa buscaron en ella objetos de valor o dinero oculto (al parecer, sin dar con nada). Se dice también que ahí pudo haber nacido el hijo de María Félix, y que ella se asomaba al balcón con frecuencia y acudía a misa al Santuario de Guadalupe.
Asimismo, se cuenta que, como propiedad de gran antigüedad, se cree que quizá haya bajo la finca túneles que la conectaban con varios templos del Centro; se hablan de que durante la Cristiada fue escenario de batallas (incluso se comenta que albergó una pila bautismal que fue dinamitada) y que justo de este sitio Monseñor Orozco y Jiménez, primer Arzobispo de la ciudad, fue desterrado y tuvo que salir disfrazado “de indio” hacia la estación del tren. En palabras de Muñoz, “nosotros aceptamos todo lo que nos cuentan quienes vienen”.
Decoración y más servicios
La monumental casa —que puede considerarse “pieza de arte” en sí misma— se ha pensado para ofrecer confort e intimidad, admite variantes estéticas en su decoración, tanto en habitaciones como en los salones del primer nivel; es tanto el interés despertado que no es extraño que sea solicitada para sesiones de fotografía para bodas o festejos de 15 años.
“Hay ocasiones en que vienen varios equipos de filmación en un día y a veces esperan hasta un mes para reservar una fecha”, comenta Muñoz, y de la organización de eventos, basta con decir que “tenemos capacidad para albergar a 320 personas, sentadas, en los dos niveles de la casa, pero el aforo total puede alcanzar las 600 personas”.
El concepto deriva de la “recuperación” de la casa que, por cierto, respetó los sistemas constructivos (aunque sustituyó aquellos materiales deteriorados), un extenso vitral de una puerta plegadiza, la cenefa de las habitaciones que dan a la calle Pedro Loza; la decoración —obra de Diana Bon—, sin embargo, es variada pero mantiene elementos de elegancia y mobiliario antiguo, en un espacio donde los techos se ubican a más de cuatro metros de altura y que, para mantener la frescura en verano, cuenta con ventiladores y aire acondicionado.
Atractivo y compromiso
En la planta alta, se hallan las 12 habitaciones temáticas, cada una de ellas responde a una narrativa que mezcla los colores y la imaginación con el arte, poseen un nombre que las identifica y revela su “personalidad”, entre ellas se halla la “Pieza de las vírgenes”, amplia, plagada de retablos y con dos balcones que dan a la calle; también, el “Jardín Secreto”, la “Torre Fiel” o la “Historia de amor” (preferida por los matrimonios), cuyo entorno y mobiliario son blancos y su atractivo es una antigua bañera clásica.
Para Muñoz, él y los demás empleados del lugar agradecen la iniciativa de la familia Bon que, pudiendo destinar la propiedad a otros usos, decidieron establecer un negocio “que sale adelante y en el que buscamos convertirnos en los mejores, por eso se han ampliado y mejorado el servicio, estamos en constante superación y nos esforzamos para logar los objetivos”.
Recuperación y crecimiento
Los actuales propietarios comenzaron en 2004 un extenso proceso de “recuperación” de la casa, lo que dos años después les valió un reconocimiento por parte del Ayuntamiento tapatío y el Patronato del Centro Histórico; hoy día, no sólo se trata de una de las joyas arquitectónicas mejor conservadas de Guadalajara, es también “un palacio” que abre sus puertas y sus comodidades a los visitantes.
En Casa Pedro Loza, de este modo, la sofisticación del pasado convive en armonía con las comodidades del presente; en el primer nivel, el patio central alberga las mesas de un restaurante que brinda servicio de buffet los domingos, horas de piano para amenizar la comida y hasta un domo de policarbonato automático que impide que la lluvia afecte a los comensales, “todo lo cual le encanta a quienes vienen”, dice Muñoz, “y lo que queremos es agradar a la gente”.
Asimismo, el restaurante Bons Café —el tercero en su tipo, pues hay uno en Cuernavaca y otro en Zapopan, en la Colonia Chapalita—, se amplió y una entrada da a la calle (por Joaquín Angulo) con un concepto original que permite disfrutar un café acompañado de uno de sus variados postres; a esto se suma el espacio Sky Lounge, acondicionado en las terrazas y rodeado por una inmejorable vista hacia los principales monumentos del Centro.
TOMA NOTA
Bella mansión
CASA PEDRO LOZA
Dirección: Pedro Loza 360, Centro Histórico de Guadalajara.
Informes y Reservaciones: (01-33) 1202 2423
Página web: www.casapedroloza.com.mx
Ubicado en una antigua casona remodelada en la esquina de las calles Pedro Loza (de ahí su nombre actual) y Joaquín Angulo, hoy día es propiedad de la familia Bon —quienes la adquirieron en 2004— y se ha convertido en un Hotel Petit que cuenta con 12 habitaciones temáticas (con diseño de autor), un restaurante, Sky Lounge y espacios para el descanso, así como un bar-café, todo con la mejor calidad y servicio personalizado.
A todo ello, se suma que el lugar se halla a pocas cuadras de los sitios culturales más conocidos de Guadalajara, como la Catedral, el Teatro Degollado, numerosos e importantes museos como el Instituto Cultural Cabañas, el de Arte Sacro, el de Palacio de Gobierno o el Museo Regional; baste recalcar que el establecimiento pertenece a Haciendas y Casas Rurales de Jalisco, organismo de promoción turística que avala su calidad.
Historia sin certezas
Así, Casa Pedro Loza es un sitio que ha recuperado su majestuosidad; la finca, por sus sistemas constructivos pertenece sin duda al siglo XIX pero, como indica Miguel Ángel Muñoz, empleado del lugar, “no hay referencias exactas, pero se cree que fue edificada en 1848, como residencia familiar, aunque —por otra parte— pudo ser propiedad del Arzobispado, pues de 1913 a 1936 vivió en esta casa el Arzobispo José Francisco Orozco y Jiménez, importante figura histórica que tuvo su participación durante la Guerra Cristera”.
Durante lo que resta del pasado siglo, se dice que la casa estuvo en manos de la Familia Fernández Uriarte, y que ahí tuvo su sede el Colegio Patria para señoritas, entre 1944 y 1951; además, en los años sesenta el patio central se acondicionó como gimnasio y, después, se alquilaron los cuartos y funcionó como vecindad hasta hace poco más de una década.
Aderezo de leyendas
El detalle de interés, señala Muñoz, es que por esta falta de certezas en la evolución de la casa, se trata de un sitio plagado de leyendas; se cree que por años, quienes habitaban la casa buscaron en ella objetos de valor o dinero oculto (al parecer, sin dar con nada). Se dice también que ahí pudo haber nacido el hijo de María Félix, y que ella se asomaba al balcón con frecuencia y acudía a misa al Santuario de Guadalupe.
Asimismo, se cuenta que, como propiedad de gran antigüedad, se cree que quizá haya bajo la finca túneles que la conectaban con varios templos del Centro; se hablan de que durante la Cristiada fue escenario de batallas (incluso se comenta que albergó una pila bautismal que fue dinamitada) y que justo de este sitio Monseñor Orozco y Jiménez, primer Arzobispo de la ciudad, fue desterrado y tuvo que salir disfrazado “de indio” hacia la estación del tren. En palabras de Muñoz, “nosotros aceptamos todo lo que nos cuentan quienes vienen”.
Decoración y más servicios
La monumental casa —que puede considerarse “pieza de arte” en sí misma— se ha pensado para ofrecer confort e intimidad, admite variantes estéticas en su decoración, tanto en habitaciones como en los salones del primer nivel; es tanto el interés despertado que no es extraño que sea solicitada para sesiones de fotografía para bodas o festejos de 15 años.
“Hay ocasiones en que vienen varios equipos de filmación en un día y a veces esperan hasta un mes para reservar una fecha”, comenta Muñoz, y de la organización de eventos, basta con decir que “tenemos capacidad para albergar a 320 personas, sentadas, en los dos niveles de la casa, pero el aforo total puede alcanzar las 600 personas”.
El concepto deriva de la “recuperación” de la casa que, por cierto, respetó los sistemas constructivos (aunque sustituyó aquellos materiales deteriorados), un extenso vitral de una puerta plegadiza, la cenefa de las habitaciones que dan a la calle Pedro Loza; la decoración —obra de Diana Bon—, sin embargo, es variada pero mantiene elementos de elegancia y mobiliario antiguo, en un espacio donde los techos se ubican a más de cuatro metros de altura y que, para mantener la frescura en verano, cuenta con ventiladores y aire acondicionado.
Atractivo y compromiso
En la planta alta, se hallan las 12 habitaciones temáticas, cada una de ellas responde a una narrativa que mezcla los colores y la imaginación con el arte, poseen un nombre que las identifica y revela su “personalidad”, entre ellas se halla la “Pieza de las vírgenes”, amplia, plagada de retablos y con dos balcones que dan a la calle; también, el “Jardín Secreto”, la “Torre Fiel” o la “Historia de amor” (preferida por los matrimonios), cuyo entorno y mobiliario son blancos y su atractivo es una antigua bañera clásica.
Para Muñoz, él y los demás empleados del lugar agradecen la iniciativa de la familia Bon que, pudiendo destinar la propiedad a otros usos, decidieron establecer un negocio “que sale adelante y en el que buscamos convertirnos en los mejores, por eso se han ampliado y mejorado el servicio, estamos en constante superación y nos esforzamos para logar los objetivos”.
Recuperación y crecimiento
Los actuales propietarios comenzaron en 2004 un extenso proceso de “recuperación” de la casa, lo que dos años después les valió un reconocimiento por parte del Ayuntamiento tapatío y el Patronato del Centro Histórico; hoy día, no sólo se trata de una de las joyas arquitectónicas mejor conservadas de Guadalajara, es también “un palacio” que abre sus puertas y sus comodidades a los visitantes.
En Casa Pedro Loza, de este modo, la sofisticación del pasado convive en armonía con las comodidades del presente; en el primer nivel, el patio central alberga las mesas de un restaurante que brinda servicio de buffet los domingos, horas de piano para amenizar la comida y hasta un domo de policarbonato automático que impide que la lluvia afecte a los comensales, “todo lo cual le encanta a quienes vienen”, dice Muñoz, “y lo que queremos es agradar a la gente”.
Asimismo, el restaurante Bons Café —el tercero en su tipo, pues hay uno en Cuernavaca y otro en Zapopan, en la Colonia Chapalita—, se amplió y una entrada da a la calle (por Joaquín Angulo) con un concepto original que permite disfrutar un café acompañado de uno de sus variados postres; a esto se suma el espacio Sky Lounge, acondicionado en las terrazas y rodeado por una inmejorable vista hacia los principales monumentos del Centro.
TOMA NOTA
Bella mansión
CASA PEDRO LOZA
Dirección: Pedro Loza 360, Centro Histórico de Guadalajara.
Informes y Reservaciones: (01-33) 1202 2423
Página web: www.casapedroloza.com.mx