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Amanecer en el paraíso

Disfrutar de los camastros y las hamacas al aire libre es una idea a la que no podrás resistirte

GUADALAJARA, JALISCO (30/JUL/2017).- Resultaba increíble imaginar que en nuestra ciudad no existiera un sitio de paz, de refugio y al mismo tiempo estar en contacto con la naturaleza. Al menos así lo pensaba hasta el día que visité el alojamiento boutique Defranca, conocido antes como Hacienda Lomajim, donde pude descubrir que no solamente es un lugar privilegiado en todos los sentidos, sino que su belleza hace que de un día para otro las baterías de nuestro cuerpo lleven carga extra al volver a la ciudad.

A tan sólo 50 minutos desde el Centro de Guadalajara, Defranca se encuentra “perdido” en la accidentada zona de la Barranca de San Cristóbal, en el muncipio de Zapopan. Llegar al sitio no es complicado, pero sí se recomienda llevar el navegador con GPS del auto o del teléfono para ser más exactos en el arribo, ya que el letrero apenas se asoma en la carretera a Colotlán. Una vez en la entrada, basta con esperar a que una persona nos abra la reja y seguir por el sendero empedrado un par de kilómetros.

Al llegar al hotel, una segunda verja se activa de forma electrica tras confirmar nuestro nombre y verificar que uno está registrado para hospedarse en el hotel. Desde aquí, comienza el camino a la desconexión total y el descanso absoluto.

Para quienes quieran un sitio de verdadero aire natural, Defranca ofrece una experiencia única en cada rincón. Así lo notan los visitantes al ver el estilo y acabados del lugar, inspirados en haciendas del Siglo XVII, aunque a decir verdad la edificación tiene un par de décadas en pie.

La historia de Defranca, bueno, en un inicio Hacienda Lomajim, arranca con cinco habitaciones. El objetivo era tener un lugar con mucho espacio, ideal para personas que tuvieran un espíritu libre o al menos quisieran reencontrarlo… hoy en día la esencia no se ha perdido y con 15 cuartos, una treintena de empleados y capacidad para atender a casi la misma cantidad de personas, el hotel ofrece un servicio casi personalizado.

Esto lo noté en la estadía. Difícilmente te encuentras a alguien rondando por la hacienda, y cuando lo haces, es inevitable una ligera y amena charla. El hotel está enfocado a atender a personas de 18 años de edad en adelante (y en algunos breves periodos del año permiten la entrada a niños).

Lo primero que hice al llegar, tras un rápido registro en el lobby y me entregaran la habitacón, fue ir a divisar la Barranca. El sonido que emana ahí es inigualable, así como el avistamiento de las aves, y al levantar la mirada para encontrarse con un cielo azul difícil de apreciar en la metrópoli. Estar en ese pequeño mirador es como tener el mundo para ti solo.

Tras lo anterior, se antoja caminar y perderse un rato en el prado del hotel. Está la zona que funge como espacio para eventos al aire libre, donde uno se detiene e imagina lo hermoso que puede ser una boda aquí. Al fondo se ve la capilla donde se han realizado ceremonias religiosas pequeñas, pero acogedoras. Luego vemos la hacienda con sus habitaciones que tienen vista a la barranca y, farente al restaurante, la relajante alberca con jacuzzi.

Pero no es todo, existe una zona más íntima, algo llamado el “Jacuzzi volado”, el cual se puede rentar por un par de horas, con algunas amenidades, en completa privacía con nuestra pareja, para disfrutar de un relajante baño a la orilla del desfiladero. Sin duda, la vista es impresionante y vale cada peso que se paga por la experiencia, unos dos mil 500 pesos.

Las habitaciones y el servicio

Llenaría las páginas describiendo la belleza de este sitio que a donde uno mire, lo encuentra fotogénico. Pero al poner atención en los detalles, uno encuentra que el restaurante ofrece un menú no muy extenso tanto en el desayuno como en la comida o la cena, pero sí es generoso con la calidez del servicio de los meseros así como el empeño que hay en cada platillo. Para la comida, lo recomendable es pedir un salmón; más tarde, para la cena, una pasta con vino tinto.

El alojamiento es la mejor parte. La habitación tiene vista a la barranca (las hay sin vista a la barranca también) y es la más hermosa vista que uno puede tener al sentarse en la cama o salir al pequeño jardín exterior para ser arropado por la sombra de un árbol. ¿El teléfono celular? Olvídelo, aquí no tiene cabida y perdería sentido el estar aquí para sacarlo y ponerse textear cuando el mundo gira y nos saluda dando la mano para estar en contacto con él.

En la habitación todo está en su lugar, impecable, con almohadas y un colchón que se adaptan al cuerpo, justo con lo necesario para un verdadero descanso.

Eso sí, en esta época de verano, vivir una lluvia y los relámpagos con truenos, es espectáculo aparte. La impresionante forma de llover por las noches tiene su recompensa en las mañanas, cuando el Sol apenas despunta, es cuando parece que estamos en el paraíso, las nubes emanan de la barranca y acompañan a quienes están en el restaurante desayunando unos molletes, fruta, café y jugo.

Las nubes se estacionan un buen rato, como invitando a dar otra caminata por el sendero que rodea la hacienda; simplemente uno se deja llevar por la naturaleza, por ese contacto que difícilmente se encuentra en las ciudades.

En el hotel hay Spa y ofrece masajes, algo que valdrá la pena probar en una próxima visita, porque la relajación integral va de la mano con esto.

Han pasado casi 18 horas de estadía y no quisiera irme. Cuando uno encuentra lo que necesita sin pedirlo, sin que sea impuesto para realizar alguna actividad, nos sentimos como en casa, haciendo lo que nos pega la gana. Y así de fracos son en Hacienda Defranca, cuya palabra proviene del vocablo alemán Frank (libertad y franqueza), en un sitio de espìritu puro en México y enalteciendo nuestras tradiciones.

La llegada

Para llegar hay que tomar la carretera a Tesistán y luego la desviación a Colotlán. La hacienda está en el kilómetro 20.2, en Zapopan. Reservaciones: de L-V 09:00 a19:00 horas. T: 01 (33) 3616-0625. Teléfono del Hotel (No reservaciones): 01 (33) 3170-2502. Web: www.haciendalomajim.com

Cuenta con

  • Habitación de lujo de 50 metros cuadrados con vista al patio central.
  • Habitación doble con vista a los jardines de la hacienda.
  • Habitación de lujo con terraza y vista a la barranca.
  • Habitación de lujo con terraza, jacuzzi y vista a la barranca.
  • Master suite.
  • Miradores, centro de negocios, valet parking, concierge, masajes y tratamientos faciales, bicicletas, alberca, jardín/terraza.

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