Suplementos

Alcoholismo y religiosidad

La relación del vicio con un factor genético, a veces heredado y a veces generado, que produce propensión al alcoholismo

     De acuerdo con lo que nos enteramos por las noticias, el consumo de alcohol --y muchas otras drogas-- por jóvenes y adolescentes va en aumento, y es una de las primeras causas de muerte por accidentes automovilísticos.

Las causas del uso y abuso del alcohol pueden variar en una amplia gama de posibilidades, dentro de las cuales cae, indudablemente, la desvaloración personal, social y moral del individuo. Doctrinalmente, el alcoholismo es un despropósito del desarrollo de la persona, condenado fuertemente por San Pablo: “Ni los ladrones,  ni los avaros, ni los borrachos heredarán el reino de Dios” (1a Cor 6, 10). Por supuesto que no está estrictamente prohibido el consumo del alcohol, sino que los cristianos estamos llamados a evitar la embriaguez (Ef 5, 18), pues no podemos permitir que nuestros cuerpos y nuestras mentes sean dominados y controlados por cualquier cosa externa (1 Cor 6, 12; 1 Cor 6, 12; 2 Pe 2, 19).

     Uno de los problemas conocidos desde hace tiempo, es la relación del vicio con un factor genético, a veces heredado y a veces generado, que produce propensión al alcoholismo; aunque se ha demostrado que no sólo influye la predisposición genética, sino además --y de manera significativa-- las condiciones del entorno social. Se sabe con certeza que la frecuencia de consumo y la intoxicación (embriagarse) dependen de un trasfondo social. Por ejemplo, datos estadísticos muestran que los entornos urbanos juegan un papel importante en el consumo de alcohol; además, en el caso de muchas mujeres, la soltería es otro factor importante, y en todos los casos, la ausencia de religiosidad es determinante.

     Por otro lado, de los datos se desprende que el consumo excesivo del alcohol se ve condicionado negativamente por los entornos rurales, el matrimonio en el caso de las mujeres y el hecho de haber recibido una educación religiosa. Aunado a esto, se ha observado que el consumo precoz de alcohol es un factor disparador en adultos. Se ha encontrado que las personas que comenzaron a beber antes de los 15 años presentan cuatro veces mayor probabilidad de convertirse en alcohólicos, que quienes comenzaron a beber a los 21 años.

     Con respecto a todos estos datos, en junio de este año se publicaron los resutados de una investigación realizada por científicos de la Universidad de Colorado en Boulder, en la que participaron 1,432 parejas de gemelos. El estudio trata, esencialmente, de analizar el desarrollo de los factores genéticos, con base en dos aspectos: el grado de religiosidad y la influencia social. El primero se midió de acuerdo con una escala de valores religiosos contenidos en una encuesta muy utilizada por diversos investigadores, mientras que la segunda lo fue con una herramienta de uso común en Estados Unidos, el “Composite International Diagnostic Interview-Substance Abuse Módule”, que contiene diversas secciones sobre características sociodemográficas, cantidad y frecuencia del consumo; problemas físicos, psicológicos y sociales y síntomas de dependencia del alcohol, entre otras.

     Los resultados obtenidos demostraron que los factores genéticos podían influir más en el abuso del alcohol en adolescentes no religiosos, que en aquellos con una visión religiosa mayor.

     Según los investigadores, “esta atenuación (del abuso del alcohol) en el caso de los participantes religiosos, indicaría que la religiosidad ejerce una influencia lo suficientemente fuerte sobre el comportamiento de los individuos religiosos, como para anular cualquier predisposición genética de éstos”. Sin embargo, esta influencia no existe entre los jóvenes adultos religiosos, para los que la influencia genética fue un condicionante igualmente fuerte en todos los niveles de religiosidad presentados por los participantes en el estudio. Los investigadores explican que esta diferencia podría tener su origen en que, en la adolescencia, se ejerce un control social mayor sobre los jóvenes que en la edad adulta.

     Que uno de los orígenes del uso y abuso del alcohol sea la desvalorización del individuo, nos muestra que el camino para una vida sobria, sana y plena es el de la vivencia del Evangelio: el amor a uno mismo, mandado por N. S. Jesucristo (Mc 12, 31), impedirá la dependencia de valores externos para crear la ilusión de felicidad y valor, pues el alcohol es escarnecedor (Prov 20, 1), embrutece y esclaviza. Y porque de acuerdo con los estudios brevemente descritos, una vida suavizada por los valores evangélicos nos llevará a la verdadera felicidad y a la libertad total (Jn 8, 32). Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

Antonio Lara Barragán Gómez OFS
Escuela de Ingeniería Industrial
Universidad Panamericana
Campus Guadalajara
alara@up.edu.mx  

Temas

Sigue navegando