Referéndum 2012

Las últimas elecciones presidenciales en México han sido, en la práctica, referéndums: en 2000 la elección se polarizó entre la opción cambio o no cambio, y Vicente Fox la capitalizó. En 2006 una vez más el PAN llevó la elección a un referéndum entre estabilidad o riesgo, en concreto “Peje” o no “Peje”, y fue Calderón el que le sacó ventaja a esta dicotomía. La elección de 2012 será también un referéndum, ahora entre el regreso o no regreso del PRI a la Presidencia de la República.

Todos las encuestas dicen que si en este momento fuera la elección para presidente de la República, el PRI tendría una amplia ventaja sobre el resto de los partidos. Peña Nieto está en los cuernos de la Luna y los priistas cuentan los días para su regreso a Los Pinos, de donde los sacaron “a patadas”. Los triunfos anticipados tienen siempre problemas para concretarse, pero sobre todo le dan tiempo al de enfrente para prepararse.

En un país de tres fuerzas electorales la polarización hace que siempre haya uno que sobra. En 2000 fue el PRD; en 2006 fue el PRI, y todo apunta a que en 2012 será el PAN.

El partido del Presidente está desgastado al límite, va a recibir una andanada de derrotas este 4 de julio, y a pesar de que todo indica que el Presidente cerrará su sexenio con un crecimiento económico importante, lo cierto es que no trae candidatos ni discurso para jugar la próxima elección presidencial. La baraja del Presidente se redujo a dos nombres, Alonso Lujambio y Josefina Vázquez Mota. Ante la escasez de fichas del Presidente, se apuntan ya el senador Creel (que ya sacó la cabeza para que le puedan tirar a gusto) y los gobernadores, el de Jalisco Emilio González y el de Guanajuato Juan Manuel Oliva.

Ninguno de ellos tiene posibilidades de competir por la Presidencia, por lo que la alianza con el PRD, planeada o de facto, terminará dándose. La importancia de las alianzas estatales es que prefiguran el escenario 2012. Más allá del resultado, pues son pocas la que pueden terminar con triunfo, el verdadero sentido de las alianzas es no dejar la sensación de que contra el PRI ya no hay nada que hacer, e ir prefigurando el acercamiento de cara a la elección presidencial.

El ganón de este escenario puede ser el PRD, sí, y sólo si su capacidad autodestructiva no le gana. Hay dos condiciones necesarias. La primera es que Andrés Manuel no se presente de candidato, y ése es quizá el escollo más difícil de sortear, porque en este tema no oye ni a sus amigos. La segunda es que sea una candidato moderado, que tienda al centro y sea digerible por el voto blando de la derecha. La posibilidad de un candidato externo apoyado por los dos partidos, hoy sí es un escenario factible.

Temas

Sigue navegando