Con la advertencia del FMI, entre los legisladores y sus asesores cobra fuerza la convicción de que el presupuesto debería tener dos perfiles: el de la austeridad en el gasto corriente, pasando por la desaparición incluso de partidas de gastos suntuarios, que los hay. Y, dos, el de la reasignación al máximo posible de recursos para la construcción de infraestructura carretera, en el campo y en educación. Y el apoyo financiero al sector empresarial que más aporta empleos: las micros, pequeñas y medianas empresas.
La Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados se encuentra trabajando en el análisis del paquete de egresos, con demandas por más de 300 mil millones en recursos y sólo 68 mil millones disponibles para reasignaciones; sin embargo, ante esa demanda de incremento en programas, obras y dependencias, los legisladores reconocen que sólo se podrá atender una de cada tres de las solicitudes que han realizado las distintas comisiones legislativas.
El margen de maniobra es escaso, por lo que el análisis de los dictámenes deberá ser exhaustivo para saber cuáles tienen el sustento en el marco legal dispuesto. En teoría, la Comisión de Presupuesto no debería tener problema; sin embargo cuando se ponen expectativas tan altas se encuentran decepciones, y es entonces cuando las fracciones partidistas deben obrar con cordura.
Así, ante el panorama internacional y nacional en materia económica, a una semana de que concluya el plazo para que quede aprobado el Presupuesto de Egresos, se requiere que el trabajo legislativo sea sumamente cuidadoso y disciplinado, para no llevar al país a una burbuja artificial de bonanza que después traiga consecuencias lamentables.