El fantasma de Malthus continúa presente

Aquel principio ya clásico de Thomas Robert Malthus, que más o menos dice que "mientras la población aumenta en forma geométrica, los alimentos lo hacen en forma aritmética", sigue flotando como una amenaza constante de diversas formas, porque el bueno de Malthus presagiaba que llegaría un momento en que la Tierra, el planeta azul, debido al aumento incesante del volumen de su población, ya no tendría capacidad para proporcionar comida a todos y a cada uno de los habitantes de éste, ahora tan maltratado planeta, debido a la constante destrucción de sus ecosistemas como consecuencia derivada del poco o nulo cuidado que se ha tenido en el manejo de tantas y tantas substancias contaminantes y biodegradantes que, eso sí, amenazan con la destrucción del género humano de manera rápida e inesperada. El calentamiento global es la amenaza primordial.

Pero no es solamente esa amenaza, sino que hay otras de acción más rápida y efectiva, que ya están ocasionando tensiones especiales que podrían convertirse en tensiones políticas de profundas repercusiones sociales ante la amenaza de la carestía de granos básicos para la subsistencia humana, que está desatando protestas y aumento en la presión para impulsar la innovación en la producción agrícola; aunque los transgénicos ofrecen soluciones, preocupa su impacto ambiental.

Estos hechos se denunciaron en el pasado Foro de América Latina, efectuado en Cancún, en donde se explicó que los precios de los productos agrícolas van en aumento, y esto ya está afectando a los pueblos latinoamericanos, pero también a otros, como a los de África. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el peso del aumento de precios internacionales ya se empieza a notar en los países con la población con menos recursos de todo el mundo. Por ejemplo, en Costa de Marfil los precios del arroz se han duplicado respecto al año anterior. Y así en otros más, especialmente en lo que se refiere a los granos considerados como básicos para los diferentes pueblos del mundo: arroz, maíz, trigo, mijo, etc.

En los niveles macroeconómicos, para muchos de estos países empobrecidos importadores de alimentos esta situación es un riesgo, pues su balanza exterior corre el riesgo de desequilibrios, aumentando el peligro de endeudamiento. Imaginemos, por ejemplo, el formidable monto que representa el consumo diario de arroz de los pueblos asiáticos, en donde se ubican los países más poblados del mundo, China y la India, ya que diariamente se tienen que disponer de raciones multimillonarias del grano básico que sustenta su condumio cotidiano.

Otros analistas consideran que el encarecimiento del precio del petróleo ha sido, sin duda, la madre de la crisis alimentaria. Con el barril por encima de los 100 dólares, gobiernos como el de Estados Unidos se han lanzado al cultivo de biocombustibles. La subida de la energía ha encarecido el propio cultivo.

Además, la población mundial crece y cambia de guisos. El mejoramiento de la situación de la clase media en países como China, ha propiciado nuevos hábitos alimenticios que han disparado el consumo mundial de leche y carne. Este cambio en la dieta exige un gran consumo de grano para alimentar al ganado.

Está muy fresco todavía el caso de Argentina, en donde se suscitó grave crisis política debida al desabasto de productos agrícolas. El cambio climático también ayuda. Los gobiernos que manejan medidas proteccionistas han retirado toneladas de comida del mercado global de alimentos, contribuyendo a la subida de los precios. Mientras, el fantasma de Malthus sigue presente.

MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA / Periodista.

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