Año nuevo

El año 2009 será un periodo de agitación en la sociedad mexicana. La crisis económica que mostrará sus efectos sociales hacia el verano, con sus consecuencias en el empleo y el ingreso familiar; la guerra contra el crimen organizado, que pasará por una prueba de fuego ante la potencial reestructuración de los órganos de seguridad del Estado mexicano, y el proceso electoral que culmina el 5 de julio, en el que se renueva la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, cuya jornada confluye con la elección de algunos gobernadores y presidentes municipales en estados estratégicos como Nuevo León, Sonora, San Luis Potosí, Querétaro y Aguascalientes entre otros, forman una mezcla que puede resultar socialmente inquietante.

Dicho de otra manera, la economía pasará un año en recesión produciendo pérdida de riqueza y dejando una secuela de aumento en los niveles de pobreza en algunos sectores, mientras las familias recibirán menos remesas del exterior, verán amenazado el ingreso y, por tanto, se crea un caldo de cultivo para la inconformidad primero y para la irritación social después.

Si estos efectos confluyen con la campaña electoral que inicia en mayo próximo, es probable que veamos resultados en las urnas que muestren esta irritación; mientras que en algunas regiones de México la violencia combinada con las elecciones resulta especialmente delicada, como en los casos de Nuevo León, Baja California, Estado de México, la Ciudad de México y Jalisco, porque los miembros de la delincuencia saben muy bien que la crisis económica exigirá una atención especial de las autoridades.

Este escenario exige de acuerdos sólidos entre los factores de las decisiones de nuestro país para fortalecer a las instituciones, privilegiar la visión de largo plazo y no caer en tentaciones estériles, tanto por parte del Gobierno como del sector privado y de quienes participan en la formación de las políticas de Estado, como el caso de la seguridad.

2009 debe ser un año en el que avancen reformas importantes para mejorar el funcionamiento del Estado mexicano, tanto en temas de seguridad y justicia, como en asuntos sociales y económicos.

La nueva legislatura federal que seguramente tendrá una conformación dominada por la oposición, será una pieza clave para esta etapa, en donde habrá que aprovechar las dificultades para acelerar el proceso de transformación que haga de México una sociedad más productiva y con mejores mecanismos de distribución del ingreso.

La hora de los acuerdos ha llegado de la mano de la crisis económica y exige generosidad de todos. Los partidos tienen la enorme responsabilidad de postular a sus mejores hombres pensando en esta circunstancia, es tiempo de hacer crecer la política de Estado y dejar de lado la lucha por el poder electoral. Tiempo de diálogo entre el capital y el trabajo; entre las economías del mundo y la nuestra; entre las generaciones que emergen y las que tienen la experiencia; entre la visión y el arrojo.

2009 debe ser año de diálogo, acuerdos, generosidad política y transformaciones estructurales, hacer de este periodo otra cosa sería un error que pagaríamos todos.

LUIS SALOMÓN / Doctor en Derecho.
Correo electrónico: lsalomon@iberlinks.com.mx

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