México
Tormenta de arena en Irán, polvareda en México
ROSSANA FUENTES BERAIN
El Banco Mundial anunció esta semana que la economía global decrecerá en menos 2.9% para este año, luego de que en marzo indicara que el retroceso sería de menos 1.7%. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), calculó que la caída en México será de 8%. Ante estas cifras, el proverbial personaje de Mafalda gritaría: ¡Paren el mundo que me quiero bajar!
Antes de la desbarrancada, un grupo de las mentes más brillantes en el conocimiento de la disciplina económica dentro de nuestro país llevaba años preguntándose ¿por qué México no crece, o crece tan mediocremente que en un cuarto de siglo no hemos avanzado prácticamente nada en indicadores globales de bienestar?
Claro, diría el oficialismo que ha habido una disminución relativa de la pobreza extrema y un crecimiento igualmente relativo de las clases medias, pero entre peras y manzanas, desde 1982 a la fecha las crisis económico financieras recurrentes borran los lapsos de crecimiento económico anualizado del Producto Nacional Bruto superiores al de la tasa de crecimiento demográfico de 1.9 por ciento.
En suma, en México no se han vuelto a dar milagros económicos.
Convocadas por un hombre de talento excepcional, Javier Beristain, quien lamentablemente falleció el domingo 21 de junio, los participantes del grupo de mentes brillantes que asumieron el nombre del lugar de su cónclave anual: “Huatusco”, plantearon una simple y sólida pregunta de manera sistemática en esos seminarios: ¿Por qué no crece México?
La interrogante toma tintes dramáticos en estos momentos de crisis internacional, en los que se evidencia que los problemas nacionales de carácter estructural: la dependencia de los ingresos petroleros, la ausencia de un Estado de derecho, la inflexibilidad laboral, el atraso educativo, la sobrepoblación y la desigualdad social, entre otros, se manifiestan con mayor peso.
Este año no crecerá nadie, pero este año también en México, tristemente, se prueba que prevalece una falta de competitividad acuciosa que exacerba cualquier fenómeno negativo externo.
En el rubro de la competitividad fue igualmente una semana de muy malas noticias para nuestro país, porque el Foro Económico Mundial de Davos presentó en su informe anual de indicadores que resaltan que México no sólo no avanza, sino que se retrocede ocho escaños para ubicarse en el lugar 60 de 134 países, en un mapeo de factores considerados para la toma de decisiones de inversión a nivel internacional.
¿Ya logré deprimirlos? Lo siento mucho de verdad, pero sólo comparto la desazón porque las elecciones intermedias en las que vamos a seleccionar a 500 diputados, seis gobernadores y 66 diputados locales en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, estén convertidas en otra oportunidad perdida para tocar los temas nacionales de fondo. La campaña para el sufragio el próximo 5 de julio transcurre entre cuestionamientos sobre la validez misma del voto, peleas sobre la promoción o denostación de la imagen de ciertos gobernadores como Enrique Peña Nieto, Leonel Godoy y Eduardo Bours, y demás espectáculos lamentables.
Mezquindades todas que tienen “secuestrado” al país, dice el empresario Alejandro Martí convertido en estrella mediática a partir de la tragedia del secuestro y asesinato de su propio hijo.
Un desastre en suma.
Pero cabe volver a la pregunta madre: ¿Por qué no crece México?, y a una derivada: ¿Se puede poner peor?
La respuesta, viendo al exterior, es que sí se puede poner peor, ahí está Irán para recordárnoslo.
Son polvo, les dijo el presidente Mahmoud Ahmadinejad, a los manifestantes que salieron a la calle a defender sus votos, a lo cual, poéticamente en 140 caracteres de mensajes de twitter, uno de los únicos medios no censurados le respondieron los quejosos que esperaran “la tormenta de arena”.
En Irán se ve cómo es que una sociedad puede deteriorarse a pasos agigantados y salirse de control, las elecciones intermedias de México esperemos que no se desborden y que —Iztapalapa incluida— no devengan en manifestaciones de descontento popular, pero eso no puede ser el fin de la historia.
Sentarnos a esperar a que llegue 2012 sin modificaciones sustantivas a las reglas de juego electoral es indispensable, para recordarnos que la política no es una agencia de colocación de empleo, o de un escaparate de las vanidades, sino una herramienta para gestionar la implementación de los mejores proyectos nacionales, aquellos que idealmente alejen al país de una mediocridad en la que no nos merecemos subsistir.
Responder a la pregunta por qué México no crece y ahora a las segundas derivadas ¿por qué cuando se decrece en la economía mundial, nosotros decrecemos cuatro veces más? y cómo revertir esa realidad no puede ser considerado como ejercicio teórico de un grupo de mentes brillantes bien intencionadas como las del Grupo Huatusco… eso y no otras tonterías deberán ser el centro de la discusión de la oferta política nacional en 2009 y en 2012.
ROSSANA FUENTES BERAIN / Profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara.
Antes de la desbarrancada, un grupo de las mentes más brillantes en el conocimiento de la disciplina económica dentro de nuestro país llevaba años preguntándose ¿por qué México no crece, o crece tan mediocremente que en un cuarto de siglo no hemos avanzado prácticamente nada en indicadores globales de bienestar?
Claro, diría el oficialismo que ha habido una disminución relativa de la pobreza extrema y un crecimiento igualmente relativo de las clases medias, pero entre peras y manzanas, desde 1982 a la fecha las crisis económico financieras recurrentes borran los lapsos de crecimiento económico anualizado del Producto Nacional Bruto superiores al de la tasa de crecimiento demográfico de 1.9 por ciento.
En suma, en México no se han vuelto a dar milagros económicos.
Convocadas por un hombre de talento excepcional, Javier Beristain, quien lamentablemente falleció el domingo 21 de junio, los participantes del grupo de mentes brillantes que asumieron el nombre del lugar de su cónclave anual: “Huatusco”, plantearon una simple y sólida pregunta de manera sistemática en esos seminarios: ¿Por qué no crece México?
La interrogante toma tintes dramáticos en estos momentos de crisis internacional, en los que se evidencia que los problemas nacionales de carácter estructural: la dependencia de los ingresos petroleros, la ausencia de un Estado de derecho, la inflexibilidad laboral, el atraso educativo, la sobrepoblación y la desigualdad social, entre otros, se manifiestan con mayor peso.
Este año no crecerá nadie, pero este año también en México, tristemente, se prueba que prevalece una falta de competitividad acuciosa que exacerba cualquier fenómeno negativo externo.
En el rubro de la competitividad fue igualmente una semana de muy malas noticias para nuestro país, porque el Foro Económico Mundial de Davos presentó en su informe anual de indicadores que resaltan que México no sólo no avanza, sino que se retrocede ocho escaños para ubicarse en el lugar 60 de 134 países, en un mapeo de factores considerados para la toma de decisiones de inversión a nivel internacional.
¿Ya logré deprimirlos? Lo siento mucho de verdad, pero sólo comparto la desazón porque las elecciones intermedias en las que vamos a seleccionar a 500 diputados, seis gobernadores y 66 diputados locales en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, estén convertidas en otra oportunidad perdida para tocar los temas nacionales de fondo. La campaña para el sufragio el próximo 5 de julio transcurre entre cuestionamientos sobre la validez misma del voto, peleas sobre la promoción o denostación de la imagen de ciertos gobernadores como Enrique Peña Nieto, Leonel Godoy y Eduardo Bours, y demás espectáculos lamentables.
Mezquindades todas que tienen “secuestrado” al país, dice el empresario Alejandro Martí convertido en estrella mediática a partir de la tragedia del secuestro y asesinato de su propio hijo.
Un desastre en suma.
Pero cabe volver a la pregunta madre: ¿Por qué no crece México?, y a una derivada: ¿Se puede poner peor?
La respuesta, viendo al exterior, es que sí se puede poner peor, ahí está Irán para recordárnoslo.
Son polvo, les dijo el presidente Mahmoud Ahmadinejad, a los manifestantes que salieron a la calle a defender sus votos, a lo cual, poéticamente en 140 caracteres de mensajes de twitter, uno de los únicos medios no censurados le respondieron los quejosos que esperaran “la tormenta de arena”.
En Irán se ve cómo es que una sociedad puede deteriorarse a pasos agigantados y salirse de control, las elecciones intermedias de México esperemos que no se desborden y que —Iztapalapa incluida— no devengan en manifestaciones de descontento popular, pero eso no puede ser el fin de la historia.
Sentarnos a esperar a que llegue 2012 sin modificaciones sustantivas a las reglas de juego electoral es indispensable, para recordarnos que la política no es una agencia de colocación de empleo, o de un escaparate de las vanidades, sino una herramienta para gestionar la implementación de los mejores proyectos nacionales, aquellos que idealmente alejen al país de una mediocridad en la que no nos merecemos subsistir.
Responder a la pregunta por qué México no crece y ahora a las segundas derivadas ¿por qué cuando se decrece en la economía mundial, nosotros decrecemos cuatro veces más? y cómo revertir esa realidad no puede ser considerado como ejercicio teórico de un grupo de mentes brillantes bien intencionadas como las del Grupo Huatusco… eso y no otras tonterías deberán ser el centro de la discusión de la oferta política nacional en 2009 y en 2012.
ROSSANA FUENTES BERAIN / Profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara.