México

Las enseñanzas de San Lázaro

Hoy en día lo que pasa en la vida interna de los partidos afecta a todo el país y pone en crisis a las instituciones

El zafarrancho legislativo del miércoles pasado dejó dos cosas en claro: la primera es que el canal del Congreso puede competir con cualquier otro cuando de reality show se trata. Ese día el rating de la que suele ser la señal más aburrida de la televisión mexicana se convirtió en la comidilla obligada. Si no viste el show en vivo de los diputados, quedaste fuera de la conversación. La segunda enseñanza de San Lázaro es que urge la reforma política que despartidice, a través de la reelección directa, la vida de las cámaras. Lo que se discutió ahí fue un asunto de partidos que al país ni le viene ni le va.

Hoy en día lo que pasa en la vida interna de los partidos afecta a todo el país y pone en crisis a las instituciones, y eso es justamente lo que debemos evitar.

Si Gómez Mont le puso los cuernos a Calderón con Peña Nieto, o si Beatriz se “chamaqueó” a César Nava está bien y hasta divertido para las columnas de chisme político, pero que eso paralice la vida institucional de un país, ponga en jaque las agenda legislativa y convierta a los diputados en “machitos” de cantina, eso sí es delicado.

Si nos atenemos a las coincidencias entre las propuestas de reforma política de las tres principales fuerzas representadas en el Congreso, lo que saldrá de ahí será un “reformita” insustancial e insuficiente. Si la reforma se hace sólo con las coincidencias entre PAN y PRI, vamos a tener una reforma un poco más amplia, pero todavía lejos de lo que necesita México en términos de velocidad de cambio.

Lo que requiere el país en términos de reforma política es cambiar la estructura de la toma de decisiones: hacer cambios con agilidad y gobernabilidad. Para eso queremos los ciudadanos una reforma política. A nosotros no nos va la vida en el número de plurinominales, ni si hay segunda vuelta o no, lo que nos importa es que el resultado sea una estructura de toma de decisiones que permita que el país avance mucho más rápido de lo que está haciendo ahora, pero a los partidos pequeños sí les va la vida (y la forma de vida) en el número de plurinominales, y los grandes ya están haciendo cálculos de lo que significa la segunda vuelta.

La política es demasiado importante como para dejarla sólo en manos de los políticos, y esta reforma demasiado importante como para dejarla sólo en manos de los partidos. Tenemos que crear mecanismos de presión ciudadana para evitar que nos receten una reforma enana que asegure el status quo partidista por tres o seis años más, pero que no le sirva a los ciudadanos para tomar las decisiones que nos den futuro.

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