México
Exhorta el cardenal Rivera a no dejar perder al país
Aseguró que no se debe dejar perder la comunidad, la sociedad y la familia, en medio de la violencia, la injusticia y la muerte
CIUDAD DE MÉXICO.- El cardenal
Norberto Rivera Carrera alentó a "no dejar perder" a México, a su comunidad, a la sociedad, la familia y a las personas en medio de la violencia, la injusticia y la muerte.
Ese mensaje se debe difundir a todo el mundo y al pueblo de México, insistió el prelado en su homilía durante la misa dominical celebrada en la Basílica de Guadalupe, donde se recordó el 516 aniversario del inicio de la evangelización de América.
El arzobispo de México recordó que para Dios no hay imposibles, por lo cual es necesario "abrir las puertas de nuestro templo" para que lo purifiquen, lo libren de todo error y pecado, con el fin de que lo lleven a la plenitud.
En la ceremonia litúrgica también se celebró el 103 aniversario de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y el 32 aniversario de la edificación de este centro mariano, así como la ceremonia de la bendición de las rosas.
"Es necesario pedirle a Jesucristo que entre a nuestro corazón como personas individuales, pero también a nuestro corazón como comunidad y que con toda fuerza y energía saque de él todo pecado, robo e injusticias".
El cardenal instó a que se derriben las mesas de todos aquellos que han convertido su templo en cueva de ladrones, y que se purifique el corazón humano de todo robo e injusticia, de todo secuestro, corrupción, asesinato y destrucción.
Urge un encuentro profundo con Dios, "ya que lo necesitamos en nuestra sociedad, pueblo, familia y corazón", enfatizó monseñor Rivera en su mensaje ante los feligreses que asisten tradicionalmente cada domingo a la Basílica de Guadalupe.
El purpurado expuso que ahora se entiende más la profundidad del acontecimiento guadalupano, ya que es el encuentro entre Dios y los hombres por medio de su madre, Santa María de Guadalupe.
Ella, subrayó, nos integra a toda la armonía y en la unidad que se da sólo en el amor, formando una sola familia, un solo pueblo, una cultura de la vida y una civilización del amor.
De hecho, indicó, esto es lo que representa también su rostro mestizo, la integración de todo ser humano como una verdadera familia de Dios que sabe construir un nuevo hogar, en este lugar de encuentro con lo más sagrado que es el templo.
Ese mensaje se debe difundir a todo el mundo y al pueblo de México, insistió el prelado en su homilía durante la misa dominical celebrada en la Basílica de Guadalupe, donde se recordó el 516 aniversario del inicio de la evangelización de América.
El arzobispo de México recordó que para Dios no hay imposibles, por lo cual es necesario "abrir las puertas de nuestro templo" para que lo purifiquen, lo libren de todo error y pecado, con el fin de que lo lleven a la plenitud.
En la ceremonia litúrgica también se celebró el 103 aniversario de la coronación pontificia de la imagen de la Virgen de Guadalupe y el 32 aniversario de la edificación de este centro mariano, así como la ceremonia de la bendición de las rosas.
"Es necesario pedirle a Jesucristo que entre a nuestro corazón como personas individuales, pero también a nuestro corazón como comunidad y que con toda fuerza y energía saque de él todo pecado, robo e injusticias".
El cardenal instó a que se derriben las mesas de todos aquellos que han convertido su templo en cueva de ladrones, y que se purifique el corazón humano de todo robo e injusticia, de todo secuestro, corrupción, asesinato y destrucción.
Urge un encuentro profundo con Dios, "ya que lo necesitamos en nuestra sociedad, pueblo, familia y corazón", enfatizó monseñor Rivera en su mensaje ante los feligreses que asisten tradicionalmente cada domingo a la Basílica de Guadalupe.
El purpurado expuso que ahora se entiende más la profundidad del acontecimiento guadalupano, ya que es el encuentro entre Dios y los hombres por medio de su madre, Santa María de Guadalupe.
Ella, subrayó, nos integra a toda la armonía y en la unidad que se da sólo en el amor, formando una sola familia, un solo pueblo, una cultura de la vida y una civilización del amor.
De hecho, indicó, esto es lo que representa también su rostro mestizo, la integración de todo ser humano como una verdadera familia de Dios que sabe construir un nuevo hogar, en este lugar de encuentro con lo más sagrado que es el templo.