México

El México Mauricio Garcés

Como están las cosas en el país, la tentación de centralizar todo y controlar a los niveles bajos de gobiernos es enorme

Cada que sucede una tragedia del tamaño del asesinato del candidato Rodolfo Torre Cantú en Tamaulipas, reaparece la discusión sobre las competencias de los diferentes niveles de Gobierno y la necesidad de centralizar algunas de las atribuciones de los estados, y de pasar a los estados algunas atribuciones de los municipios.

Como están las cosas en el país, la tentación de centralizar todo y controlar a los niveles bajos de gobiernos es enorme, pero poco factible.

El pecado original están en el diseño institucional.
 
Hicimos una arquitectura maravillosa, a imagen y semejanza del que era en ese momento el país más moderno del mundo, Estados Unidos de América, en una tradición centralista monárquica de la Nueva España.

Digamos que construimos una casa estilo Mauricio Garcés para que la habitara una familia de Yahualica, pensando que era la casa la que iba a cambiar los hábitos familiares, y por supuesto no fue así.

El federalismo mexicano ha sido más una buena intención que una realidad. Las dos etapas de estabilidad en el país, el Porfiriato y el desarrollo estabilizador posrevolucionario fueron tiempos en los que se fortaleció un Gobierno central y se aniquilaron las instituciones estatales.

En su mejores épocas, Díaz tenía virreyes, y Carlos Salinas, el último emperador, quitó en su sexenio a 10 gobernadores “electos”.

El otro gran tema es qué hacer con el municipio. El censo de 2010 nos dirá con claridad qué está pasando, pero podemos apostar que entre 80% y 90% están en franco decrecimiento poblacional y no tienen futuro económico.

Los que están creciendo están en zonas metropolitanas en las que la figura del municipio es un  estorbo para el desarrollo. Tenemos pues municipios pobres y despoblados, o sobrepoblados e incapaces financiera y estructuralmente de dar soluciones a las necesidades de una gran ciudad.

Lo que es incontrovertible es que el diseño institucional que tenemos no está funcionando. El Gobierno federal no tiene capacidad de proponer una visión de país en estados que van por su hebra, y los municipios tienen todas las atribuciones, desde la seguridad hasta el desarrollo, pero ninguna capacidad de ejercerla.

Hacer 32 policías estatales en lugar de tres mil municipales, concentrar la organización de las elecciones o construir estructuras administrativas metropolitanas no va a resolver el problema de fondo.

O hacemos una verdadera reforma hacia un país central, lo que a estas alturas del partido es imposible, o hacemos una reforma a nuestro sistema federal para reconstruir el país desde los municipios.

Esto implica rehacer el mapa municipal, reducir el número de municipios y darles las atribuciones y la fuerza para generar sus propios recursos para operar la seguridad, la educación, el desarrollo económico.

Necesitamos remodelar la casa en función de las nuevas necesidades de la familia, y no de la moda, pero antes tenemos que decidir cómo queremos vivir. Lo que está claro es que la casa estilo super Mauricio ya no funciona.

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