Jalisco

Exigen reubicar ambulantes del Antiguo Hospital Civil

El director del nosocomio, Jaime Agustín González Álvarez, asegura que es un problema añejo al que autoridades municipales no han dado solución

GUADALAJARA, JALISCO (27/AGO/2011).- Porque representan un foco de contaminación visual y auditiva, además de que propician que no exista la higiene necesaria, que a su vez favorece la propagación de plagas, los puestos ambulantes que se encuentran a lo largo de la calle Coronel Calderón, donde se ubica el Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde”, deben ser reubicados.

Ésta es la petición del director general del Hospital Civil de Guadalajara, Jaime Agustín González Álvarez, quien asegura que las condiciones en las que se encuentra actualmente dicha calle no son las idóneas para una zona de hospital.

La problemática, afirma, es bien conocida por el Ayuntamiento de Guadalajara desde hace aproximadamente 10 años, pero nunca se ha ofrecido un proyecto viable para la institución.

La propuesta del médico, más allá de quitar la fuente de empleo de los ambulantes, es que éstos sean reubicados en otro lugar para mejorar los alrededores del nosocomio.

Una alternativa sería mover a los ambulantes al Jardín Botánico, que se encuentra frente a la puerta principal del Antiguo Hospital Civil, por la calle Hospital.

“Construir algunas zonas adecuadas para ellos, para que se hiciera un pabellón específico de venta, algo bien planeado, pero que las calles las dejen ya libres por el bien de sus enfermos, de sus familiares y de toda la ciudadanía que transita por aquí”.

González Álvarez advierte que no se trata de un “berrinche”, sino de buscar una mayor funcionalidad del hospital y sus zonas aledañas, sobre todo porque son transitadas por personas con muchos tipos de enfermedades, y algunas otras con discapacidad.

En cuestión del tránsito de automóviles, lo que se quiere es que la Secretaría de Vialidad y Transporte (SVyT) realice modificaciones en la calle para que ya no se estacionen coches en ambos lados de las aceras, para dejar, al menos, un carril más libre y hacer más fluido el tráfico.



"En el tema del ambulantaje, pues no debe de haber nadie, así de sencillo, ni una sola persona".
Jaime Agustín González Álvarez, director general del Hospital Civil de Guadalajara.


Telón de fondo

Sin respuesta


En junio pasado el Hospital Civil de Guadalajara pidió al Ayuntamiento tapatío que se analizaran estrategias de reubicación de los puestos de comercio ambulante asentados en los alrededores de la unidad hospitalaria “Fray Antonio Alcalde”.

Además del problema de foco de infección que representa para los pacientes del nosocomio, debido a que se venden alimentos en la vía pública, muchos de los comerciantes obstruyen las banquetas de calles como Coronel Calderón, uno de los ingresos de personas al hospital.

El director general de la institución médica, Jaime Agustín González Álvarez, consideró que el problema ya había rebasado los límites y las autoridades no han dado respuesta a sus peticiones.

Reconoció que el problema tiene dos aristas: una, la de la necesidad urgente de contar con una zona limpia que no genere focos de infección, sin obstrucciones en banquetas para el mejor desplazamiento de la gente, y lograr un tráfico más fluido de vehículos, entre éstos las ambulancias; la otra tiene que ver con que los comerciantes viven de las ventas que les genera estar en los alrededores del hospital, y con ello mantienen a sus familias.



El Ayala, entre tráfico y comercio informal

Entorno complicado para los pacientes


Se tienen el uno al otro. Son hermanos y ambos son adultos mayores. Enrique Tamayo toma del brazo a su hermano en la entrada del Hospital General Regional 45 del Instituto Mexicano del Seguro Social ( IMSS) Jalisco, y lo dirige hacia la salida, lentamente.

Se detienen en la esquina de la calle San Felipe y Gregorio Dávila a esperar el taxi que irá por ellos para trasladarlos a casa.

El hermano de Enrique tiene discapacidad visual y sus visitas a consulta, por otros padecimientos, son frecuentes.

Ambos tienen que rodear un puesto ambulante de tamales, que para muchos pacientes que llegan desde temprano, se convierte en una de las pocas oportunidades de comer algo rico y calientito.

Sin embargo, también abarca parte de la banqueta, en donde pasan miles de personas diariamente para ingresar al nosocomio.

“Nosotros venimos desde Santa Margarita, y siempre se le batalla aquí para cruzar o para caminar por las banquetas, los puestos no deberían estar. Yo, con mi hermano, que es ciego, tengo que moverlo con cuidado para que no se caiga”.

En otro caso, un accidente en carretera le provocó severas fracturas y, desde entonces, Gilberto Dávila es “cliente frecuente” del también conocido como Hospital Ayala, a donde acude de manera recurrente a revisiones médicas.

Dos operaciones, una del peroné y otra de la tibia, lo obligan a traer muletas hasta que el médico lo indique.

Gilberto se encuentra parado, con un niño familiar suyo, en la calle San Felipe, afuera del nosocomio.

Por ahí pasan diversas rutas de camiones y una gran cantidad de coches. Al no haber un semáforo, y ni siquiera señalamiento de “alto” para los automovilistas, los enfermos que llegan o salen del hospital tienen que esperar a que un buen samaritano les ceda el paso.

Justo atrás de Gilberto está un tendido en el suelo, donde se ofrecen libros de diversos tipos. El pequeño “negocio” obstruye  más de la mitad de la banqueta y no deja pasar con facilidad.

Las condiciones generales de los alrededores del hospital no son las mejores. La zona siempre presenta intenso movimiento de personas y altos niveles de tráfico de camiones y automóviles; es un lugar muy concurrido.

Sobre San Felipe, justo frente a la entrada al área de Urgencias, un sitio de taxis acapara casi media cuadra y no permite el paso libre de los ciudadanos, los automóviles se estacionan en línea amarilla y algunas de las rampas para personas con discapacidad son obstruidas de manera recurrente por automóviles, motocicletas y varios puestos de revistas.

En cuestión de banquetas, la mayoría tiene un desgaste considerable, sobre todo en la calle Frías, lo que las hace peligrosas para los transeúntes.

En la esquina de las calles Frías y San Felipe, justo en la parte trasera del nosocomio, no hay rampa para las personas que andan en sillas de ruedas.

Este diario solicitó entrevista con la dirección del Hospital Ayala, pero no se ha obtenido respuesta.


Crónica

“Viacrucis” para llegar a consulta



No es lo que pesa Jesús. Tampoco que esté en silla de ruedas. El gesto de desesperación y molestia de su madre, María Luisa, es porque llegar a la entrada de la Torre de Especialidades del Antiguo Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” es un calvario por las malas condiciones de la calle Coronel Calderón.

Apenas va dando vuelta con la silla de ruedas en la esquina de Hospital y Coronel Calderón, cuando ya se encontró con una señora que vende pan de trigo, al que con un cartón, que hace las veces de abanico, le espanta las moscas que encontraron un dulce lugar para postrarse.

María Luisa y su esposo Felipe, de la Colonia Monraz, siguen avanzando por la banqueta “noviera” (porque apenas caben dos personas) y se topan con una rampa acaparada con garrafones de agua vacíos puestos por los “aparta lugares” de la zona, para que nadie ose estacionarse ahí.

Jesús tiene 18 años y acudió a Consulta Externa de Neurología, pues en el Centro Médico Nacional de Occidente (CMNO) del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Jalisco, el diagnóstico que le dieron, según su madre, fue de Parkinson.

“No me lo revisaron siquiera, me dijeron que ya no tenía remedio, y véalo cómo está, no oye, no come, no anda por sí solo. Desde que tiene nueve años empezó malo. Nomás nos dieron medicamento, pero el mismo doctor me dijo que me viniera aquí al Civil Viejo”.

La señora, de baja estatura, pero de gran fortaleza, continúa caminando por la calle y “brinca” tendidos en las banquetas donde se venden bolsas, “menjurjes” para aminorar el dolor de las “reumas”. También se topa de frente con decenas de personas que salen de la Unidad de Oftalmología del nosocomio, y del Instituto Jalisciense de Cancerología (IJC), ubicado en la misma calle.

El intenso Sol no da tregua. Son las 12:00 horas y el sudor se hace presente, lo que obliga a María Luisa a detenerse un poco y limpiarse la frente con su brazo. Al ver que no puede llegar rápidamente por la banqueta, opta por bajarse y apelar a la solidaridad de los coches para que le hagan un espacio y pueda trasladar por la calle a su hijo.

María Luisa no es la única que debe pasar esa travesía para llegar a su consulta. Cerca de dos mil personas diarias acuden al área de Consulta Externa del Antiguo Civil.

Se trata de pacientes, por lo que la mayoría debe caminar lento, en muletas o andar en sillas de ruedas. Muchos son adultos mayores, otras son madres que cargan a sus bebés en brazos.

Todos, en algún momento de su caminata por la pequeña cuadra, deben bajarse de la banqueta y caminar junto a los automóviles, que van a vuelta de rueda, pues sólo hay un carril libre. Los otros dos están ocupados por los coches estacionados.

A Fernando Rodríguez le estorban sus muletas, pero no puede andar sin ellas porque pierde estabilidad. Recientemente le amputaron dos dedos del pie derecho.

Tiene ya más de una hora esperando su turno, sentado en una de las sillas que se encuentran fuera de la entrada de la Torre de Especialidades.

Relata que en su camino hacia el nosocomio, desde la colonia Alfredo Barba, muy temprano se encontró con mucho tráfico en la calle Coronel Calderón. Incluso, tuvo un incidente cuando la persona que manejaba el coche donde viajaba cayó fuertemente en un gran bache, y Fernando se lastimó el pie. Sí, el pie enfermo.

“Viene uno con las prisas y se tiene que ir parando”, menciona Manuela Piña Bañuelos, de la colonia Benito Juárez, quien se acompaña de su inseparable bastón. Ya no puede caminar sin su ayuda, pues la osteoporosis le tiene los huesos muy débiles, y cualquier caída puede ser fatal.

Camina lentamente hacia su consulta, pero lo hace por debajo de la banqueta. Ahí se siente más “segura” de que con el tumulto pierda el equilibrio y caiga.

Una de las mayores afectaciones las sufren las ambulancias que diariamente circulan por el lugar. En ocasiones, estos vehículos tardan hasta 10 minutos en avanzar una sola cuadra, lo que pone en riesgo la “hora dorada”, denominada así en el ambiente de las urgencias médicas al tiempo que tienen los paramédicos y la ambulancia para llegar y encontrar a la persona viva o en condiciones de poder salvársela.

Esto es cosa de todos los días, y de todas horas. Pero por las mañanas, en la calle Coronel Calderón, entre Hospital y Tenerías, en el Centro de Guadalajara, una acción tan sencilla como caminar se vuelve todo un reto.


Obras de pavimentación generan afectaciones

Peatones tienen que rodear



Las obras de repavimentación que se realizan en un carril de Avenida Circunvalación Oblatos, desde Genovevo Rivas Guillén hasta Felipe Ángeles, obstruyen el tránsito para peatones y automovilistas que se dirigen a la Clínica 110 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pues ésta queda justo sobre la vialidad intervenida.

Desde julio pasado el tramo de la avenida fue cerrado a la circulación, quedando el hospital en medio de la obra, y aunque ya han colocado el concreto al centro del carril, las orillas aún permanecen abiertas, por lo que las personas que ingresan a éste por Circunvalación, deben sortear zanjas, bultos de materiales y montículos de tierra que se encuentran justo a la entrada de la clínica.

Para personas enfermas y ancianos el camino al hospital por esta avenida resulta complicado, y para quienes buscan entrar en silla de ruedas o muletas es aún más arriesgado, pues las rampas están invadidas por montículos de cemento y tierra, además de las dos zanjas que deben cruzar antes de llegar, y aunque los trabajadores improvisaron una rampa con tierra y otra de tablas, éstas no son estables.

“Tuvimos que brincar las zanjas que están ahí a los costados; pusieron unos tablones, pero bailan, están bien inseguros. Cuando venimos el martes una viejita le batalló porque venía con dos jovencitas, pero no la hacían, venía con bastón y pa’ brincarle pues uf, sí le batalló”, contó Salvador Dávalos, quien acompañaba en el hospital a su esposa, que iba a dar a luz.

“Sí está peligroso para pasar (en silla de ruedas) por ahí; está obstruida esa rampa, y luego hay unas tablas para que puedan pasar, pero es mejor no arriesgarse, hay que rodear, es la única”, sugirió una enfermera que se encontraba justo frente a la clínica, en medio de la obra.

Por otra parte, Edgar Hernández, almacenista que trabaja en la repavimentación, dijo que previendo la problemática que ocasionaría la obra a los pacientes se delegó a varios trabajadores para ayudar a cruzar a quien lo necesite, pero no había ninguno a la vista.

“Les dijeron a los bandereros: ‘cuando vean sillas de ruedas o gente en muletas, háganles un paro’; en sí para eso están ellos, para apoyar, y cuando pongan el concreto (que falta) va a ser más problema, porque no pueden pisar, van a tener que rodearle todo”, advirtió.

Aunque el otro carril sí está abierto a la circulación, resulta imposible acceder en vehículo al hospital por dicha avenida, pues aún hay partes de la calle que siguen excavadas y, por lo tanto, todo un kilómetro de ésta sigue cerrado y no hay posibilidad de cruzarla.

A al no existir señalamientos que desde antes adviertan el cierre, al llegar a la clínica los conductores se dan cuenta que no pueden acceder y tienen que rodear la obra para ingresar por Urgencias, ubicada sobre la calle Francisco González Bocanegra.

“De repente nomás abrieron (intervinieron) la calle, y pues no hay anuncios ni nada desde antes; ya uno se entera cuando está aquí”, comentó Isaías Díaz, conductor de ambulancias de la clínica, quien también aseguró que no hay accesos para quienes van en silla de ruedas, y ha sabido que hay algunos que prefieren brincar las zanjas para no rodear.

Circunvalación Oblatos lleva más de un mes y medio cerrada por la repavimentación a la altura antes mencionada, y se espera que en unos días más el carril se reabra a la circulación para intervenir el otro, que subsanaría las complicaciones de acceso a la clínica.


PARA SABER

Pavimentación



El pasado 17 de mayo, el Ayuntamiento de Guadalajara arrancó los trabajos de repavimentación con concreto hidráulico en la Avenida Circunvalación Oblatos, de Rivas Guillén a Artesanos, justo frente a la Clínica 110 del IMSS.

"Ahorita nosotros pues ya sabemos y tenemos una ruta para entrar, pero a veces es difícil".
Isaías Díaz, conductor de ambulancias.

Temas

Sigue navegando