Jalisco
El Hospicio Cabañas, lejos de la violencia
La mayoría de los niños y niñas sufrió abuso sexual o lesiones en sus familias
GUADALAJARA, JALISCO (23/MAY/2010).- “En sus casas eran tratados como animales”, revela Amparo González Luna Morfín. Desde su oficina, la dirección de la Casa Hogar Hospicio Cabañas, se escuchan los gritos y risas de los niños que están bajo su cuidado. Son 450 menores de edad. Ninguno huérfano o huérfana.
Si bien no carecen de padre o madre, los menores fueron alejados de ellos porque presuntamente eran víctimas de delitos como abuso sexual y lesiones físicas.
“En esos casos no nos queda otra que llevarnos a los niños de las familias”, puntualiza la directora.
Luego de conocerse que posiblemente fueron agredidos, los niños y niñas son trasladados a la institución por la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Es raro que el Hospicio Cabañas reciba menores de casos que no vienen de la Procuraduría.
“Hemos recibido a esos niños porque alguien viene a pedir apoyo. Nosotros vamos a hacer la inspección, lo que le llaman investigación, y te das cuenta que realmente es cierto. No se admiten hasta no haber checado con vecinos, hacer la investigación de campo, tomando los mayores datos posibles”.
Creado originalmente como hospicio en 1810 por el obispo español Juan Cruz Ruiz de Cabañas, antes de admitir a un menor se indaga su situación porque existen casos en los cuales los padres van y dicen que tienen múltiples problemas, que no pueden mantener a los hijos. Sin embargo, es únicamente un chantaje para no dejar en desamparo total a los infantes. Es una manera de librarse de ellos.
Cuando los niños llegan al hospicio, las tres primeras semanas no reciben visita de sus padres. El objetivo es que se adapten porque ingresan en muy mal estado emocional.
Después de este periodo de ajuste, los padres pueden visitar a los hijos bajo ciertas reglas que se les pide cumplir. Por un lado, tienen que participar en dos cursos en la Escuela de Padres, la cual está dentro del hospicio y a cargo de una psicóloga. También se les pide cambiar su sistema de vida.
“De vivir 10 ó 12 en un cuarto, tratar de hacer otro cuartito, cambiarse de casa, porque no es sano para los niños que estén en un solo cuarto que la hace de recámara, cocina, y que ven y se enteran de todo lo que no deben de hacer por su edad”.
Recién nacidos
En la Casa Hogar se cuida a bebés desde un día de nacidos hasta jóvenes de 18 años, en el caso de las mujeres. En los hombres, la edad máxima es de 12 años.
Los recién nacidos, al igual que el resto de niños y niñas, llegan vía la Procuraduría General de Justicia del Estado. Son casos en que los padres los abandonan desde el primer minuto de vida. Los dejan en el hospital, en un basurero, en baños públicos, en los camiones.
“Hay de todo. Tuvimos un chiquito que lo dejaron en la esquina de Vallarta y Yaquis. Ese niño se fue en adopción a los pocos meses y los papás adoptivos nos hablan y nos dicen: ‘Creerán que nunca se nos ha enfermado este niño, es el niño más sano. Lo curtieron con la noche que lo dejaron ahí”, menciona la directora.
Existe otro tipo de casos en los cuales las mamás se ven en la necesidad de darlos en adopción, aunque les duela, porque simplemente no podrán con ellos. En la mayoría de las situaciones, son madres solteras que ya tres o cuatro hijos más, que deben trabajar todo el día con un salario que no les alcanza para mantener a sus hijos.
“Ellas vienen aquí, pero nosotros las orientamos de cómo tienen que hacer las cosas legalmente. Tienen que ir al Consejo Estatal de la Familia a dar su consentimiento de que el niño se quedará en el hospicio. Después les damos nosotros un tiempo para que lo piensen; la ley pide a los 20 días, nosotros les dejamos por los general dos ó tres meses”, explica Amparo González.
La vida en el albergue
Los hospicios son definidos por la Real Academia Española como asilos para mantener y educar a niños pobres, recién nacidos abandonados o huérfanos.
En la Casa Hogar Hospicio Cabañas las instalaciones constan de cinco grandes edificios que rodean una cancha de futbol y un patio para jugar.
Los varones permanecen ahí hasta los 12 años, pero actualmente se busca que en 2011 se queden con un grupo más porque están tratando de obtener una casa especial para ellos. De momento, rentarán una casa. Este año se quedarán ahí los niños.
En años anteriores los mandaban a la Ciudad de los Niños, que es “magnífica”. Pero cambiaron su sistema y tienen que salir los viernes y retornar el domingo en la tarde; los menores que no tienen dónde ir, se van a la calle, y el fin de semana los captan las personas que manejan a niños en esta situación.
Las niñas se quedan en el hospicio hasta los 18 ó 19 años. Ellas salen con alguna formación para que puedan trabajar. Sin embargo, no todas se esperan a cumplir esa edad sino que a los 16, muchas veces quieren irse con una tía, prima o algún pariente. Lo que se hace es darles seguimiento, porque si las obligan a quedarse intentan escapar.
Educación y recreación
Todos los menores que viven en este lugar tienen una vida normal, como cualquier niño. En la mañana van a la escuela y por la tarde estudian en talleres, con materias complementarias a sus estudios de la escuela formal, como computación y música.
Su educación se complementa con el deporte. Para que los niños sean sanos, todos los días practican alguna disciplina, como natación en tiempos de calor, futbol, atletismo, etcétera.
Los menores reciben también clases de expresión artística, pintura y escultura de barro. Las niñas tienen artesanías, bordado, repujado. Se trata de actividades extracurriculares que ayudan a mantener ocupada a la población infantil de la Casa Hogar.
Los gastos de vestimenta salen del hospicio, los zapatos siempre los compran ahí. Los uniformes provienen de una fábrica que cerró y se quedó con un lote de trajecitos iguales, que los proporciona a cambio de un deducible.
“Nosotros les damos el deducible y obtenemos la ropa para los niños a muy bajo precio”.
La mujer más fértil del mundo
Una vez que el departamento de Trabajo Social comunica a la Junta del Hospicio Cabañas de casos sobre padres que no han respondido a ningún citatorio, y que se lleva un buen tiempo insistiendo, pasan al área jurídica. Es decir, empieza el proceso contra los padres para quitarles la custodia del niño.
Después de un juicio de pérdida de la patria potestad, el niño queda libre y bajo tutela del Hospicio Cabañas, en concreto de Amparo González Luna, representante legal del organismo.
“Cuando tengo la tutela del niño, soy como la mamá del niño y decido a dónde se va. Yo tenía un hermano sacerdote que siempre me presentaba de la siguiente forma: ‘Mi hermana Amparito Cabañas, la mujer más fértil de todo Jalisco, en una tarde tuvo 400 hijos’”.
Aproximadamente, al año se efectúan 80 juicios por la patria potestad; de esos, únicamente se resuelven 40 y los otros se acumulan para el año siguiente.
Una vez que el niño está bajo la tutela de González Luna, existe un Consejo de Adopciones formado por personas con experiencia. Ahí la coordinadora del Consejo es una psicóloga que tiene 40 años trabajando para el hospicio.
La terapeuta hace las propuestas de las solicitudes que hay; después el caso es analizado entre todos los miembros del Consejo. En el proceso de poner al menor bajo tutela de una pareja de adultos, se toman en cuenta factores que incluyen el aspecto físico, de tal manera que se ponen bajo custodia de padres con los que tenga algún parecido o característica similar.
Una adopción se lleva tres meses más que un embarazo; esto quiere decir que el trámite se realiza normalmente en un año, si todo va bien, y si la gente tiene apertura.
“Si te dicen: ‘Quiero un niño rubio, de ojos azules’, se van estar aquí toda la vida porque desde que estoy yo hemos tenido sólo uno”, explica la directora.
Para un proceso de adopción es importante cumplir los requerimientos que el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) solicita:
Es importante que los padres adoptivos asistan antes y después de adoptar, dos veces al año, dos días, a las conferencias intensivas que se ofrecen en el instituto, las cuales son dirigidas por un psicólogo, una terapeuta familiar, un abogado, un médico, etcétera, para resolver las dudas.
Una adopción no es tan fácil para los pequeños, mucho menos para los padres, pero no es nada que la convivencia diaria no pueda resolver.
Un padre no es el que engendra, sino el que cría.
ITESO/María Lilia Mendoza Díaz
FRASE
"Hay de todo en el albergue. Tuvimos un chiquito que lo dejaron abandonado en la esquina de Vallarta y Yaquis. Ese niño se fue en adopción a los pocos meses" Amparo González Luna Morfín, directora de la Casa Hogar Hospicio Cabañas.
Si bien no carecen de padre o madre, los menores fueron alejados de ellos porque presuntamente eran víctimas de delitos como abuso sexual y lesiones físicas.
“En esos casos no nos queda otra que llevarnos a los niños de las familias”, puntualiza la directora.
Luego de conocerse que posiblemente fueron agredidos, los niños y niñas son trasladados a la institución por la Procuraduría General de Justicia del Estado.
Es raro que el Hospicio Cabañas reciba menores de casos que no vienen de la Procuraduría.
“Hemos recibido a esos niños porque alguien viene a pedir apoyo. Nosotros vamos a hacer la inspección, lo que le llaman investigación, y te das cuenta que realmente es cierto. No se admiten hasta no haber checado con vecinos, hacer la investigación de campo, tomando los mayores datos posibles”.
Creado originalmente como hospicio en 1810 por el obispo español Juan Cruz Ruiz de Cabañas, antes de admitir a un menor se indaga su situación porque existen casos en los cuales los padres van y dicen que tienen múltiples problemas, que no pueden mantener a los hijos. Sin embargo, es únicamente un chantaje para no dejar en desamparo total a los infantes. Es una manera de librarse de ellos.
Cuando los niños llegan al hospicio, las tres primeras semanas no reciben visita de sus padres. El objetivo es que se adapten porque ingresan en muy mal estado emocional.
Después de este periodo de ajuste, los padres pueden visitar a los hijos bajo ciertas reglas que se les pide cumplir. Por un lado, tienen que participar en dos cursos en la Escuela de Padres, la cual está dentro del hospicio y a cargo de una psicóloga. También se les pide cambiar su sistema de vida.
“De vivir 10 ó 12 en un cuarto, tratar de hacer otro cuartito, cambiarse de casa, porque no es sano para los niños que estén en un solo cuarto que la hace de recámara, cocina, y que ven y se enteran de todo lo que no deben de hacer por su edad”.
Recién nacidos
En la Casa Hogar se cuida a bebés desde un día de nacidos hasta jóvenes de 18 años, en el caso de las mujeres. En los hombres, la edad máxima es de 12 años.
Los recién nacidos, al igual que el resto de niños y niñas, llegan vía la Procuraduría General de Justicia del Estado. Son casos en que los padres los abandonan desde el primer minuto de vida. Los dejan en el hospital, en un basurero, en baños públicos, en los camiones.
“Hay de todo. Tuvimos un chiquito que lo dejaron en la esquina de Vallarta y Yaquis. Ese niño se fue en adopción a los pocos meses y los papás adoptivos nos hablan y nos dicen: ‘Creerán que nunca se nos ha enfermado este niño, es el niño más sano. Lo curtieron con la noche que lo dejaron ahí”, menciona la directora.
Existe otro tipo de casos en los cuales las mamás se ven en la necesidad de darlos en adopción, aunque les duela, porque simplemente no podrán con ellos. En la mayoría de las situaciones, son madres solteras que ya tres o cuatro hijos más, que deben trabajar todo el día con un salario que no les alcanza para mantener a sus hijos.
“Ellas vienen aquí, pero nosotros las orientamos de cómo tienen que hacer las cosas legalmente. Tienen que ir al Consejo Estatal de la Familia a dar su consentimiento de que el niño se quedará en el hospicio. Después les damos nosotros un tiempo para que lo piensen; la ley pide a los 20 días, nosotros les dejamos por los general dos ó tres meses”, explica Amparo González.
La vida en el albergue
Los hospicios son definidos por la Real Academia Española como asilos para mantener y educar a niños pobres, recién nacidos abandonados o huérfanos.
En la Casa Hogar Hospicio Cabañas las instalaciones constan de cinco grandes edificios que rodean una cancha de futbol y un patio para jugar.
Los varones permanecen ahí hasta los 12 años, pero actualmente se busca que en 2011 se queden con un grupo más porque están tratando de obtener una casa especial para ellos. De momento, rentarán una casa. Este año se quedarán ahí los niños.
En años anteriores los mandaban a la Ciudad de los Niños, que es “magnífica”. Pero cambiaron su sistema y tienen que salir los viernes y retornar el domingo en la tarde; los menores que no tienen dónde ir, se van a la calle, y el fin de semana los captan las personas que manejan a niños en esta situación.
Las niñas se quedan en el hospicio hasta los 18 ó 19 años. Ellas salen con alguna formación para que puedan trabajar. Sin embargo, no todas se esperan a cumplir esa edad sino que a los 16, muchas veces quieren irse con una tía, prima o algún pariente. Lo que se hace es darles seguimiento, porque si las obligan a quedarse intentan escapar.
Educación y recreación
Todos los menores que viven en este lugar tienen una vida normal, como cualquier niño. En la mañana van a la escuela y por la tarde estudian en talleres, con materias complementarias a sus estudios de la escuela formal, como computación y música.
Su educación se complementa con el deporte. Para que los niños sean sanos, todos los días practican alguna disciplina, como natación en tiempos de calor, futbol, atletismo, etcétera.
Los menores reciben también clases de expresión artística, pintura y escultura de barro. Las niñas tienen artesanías, bordado, repujado. Se trata de actividades extracurriculares que ayudan a mantener ocupada a la población infantil de la Casa Hogar.
Los gastos de vestimenta salen del hospicio, los zapatos siempre los compran ahí. Los uniformes provienen de una fábrica que cerró y se quedó con un lote de trajecitos iguales, que los proporciona a cambio de un deducible.
“Nosotros les damos el deducible y obtenemos la ropa para los niños a muy bajo precio”.
La mujer más fértil del mundo
Una vez que el departamento de Trabajo Social comunica a la Junta del Hospicio Cabañas de casos sobre padres que no han respondido a ningún citatorio, y que se lleva un buen tiempo insistiendo, pasan al área jurídica. Es decir, empieza el proceso contra los padres para quitarles la custodia del niño.
Después de un juicio de pérdida de la patria potestad, el niño queda libre y bajo tutela del Hospicio Cabañas, en concreto de Amparo González Luna, representante legal del organismo.
“Cuando tengo la tutela del niño, soy como la mamá del niño y decido a dónde se va. Yo tenía un hermano sacerdote que siempre me presentaba de la siguiente forma: ‘Mi hermana Amparito Cabañas, la mujer más fértil de todo Jalisco, en una tarde tuvo 400 hijos’”.
Aproximadamente, al año se efectúan 80 juicios por la patria potestad; de esos, únicamente se resuelven 40 y los otros se acumulan para el año siguiente.
Una vez que el niño está bajo la tutela de González Luna, existe un Consejo de Adopciones formado por personas con experiencia. Ahí la coordinadora del Consejo es una psicóloga que tiene 40 años trabajando para el hospicio.
La terapeuta hace las propuestas de las solicitudes que hay; después el caso es analizado entre todos los miembros del Consejo. En el proceso de poner al menor bajo tutela de una pareja de adultos, se toman en cuenta factores que incluyen el aspecto físico, de tal manera que se ponen bajo custodia de padres con los que tenga algún parecido o característica similar.
Una adopción se lleva tres meses más que un embarazo; esto quiere decir que el trámite se realiza normalmente en un año, si todo va bien, y si la gente tiene apertura.
“Si te dicen: ‘Quiero un niño rubio, de ojos azules’, se van estar aquí toda la vida porque desde que estoy yo hemos tenido sólo uno”, explica la directora.
Para un proceso de adopción es importante cumplir los requerimientos que el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) solicita:
- Ser mayor de 25 años.
- Si se es casado, la o el cónyuge deberá estar conforme en considerar al adoptado como hijo propio.
- Tener medios suficientes para proveer de lo necesario para la subsistencia y educación del adoptado.
- Integrar un expediente con todos los documentos requeridos, debidamente traducidos, si se presentan en idioma diferente al español y apostillados.
- Tener 17 años o más que el adoptado.
- Ser persona de buena conducta y gozar de salud.
- Además, si el menor que se adoptará es mayor de 12 años, también se requiere de su consentimiento, y si los adoptantes son casados, es suficiente con que uno de los dos reúna los requisitos.
Es importante que los padres adoptivos asistan antes y después de adoptar, dos veces al año, dos días, a las conferencias intensivas que se ofrecen en el instituto, las cuales son dirigidas por un psicólogo, una terapeuta familiar, un abogado, un médico, etcétera, para resolver las dudas.
Una adopción no es tan fácil para los pequeños, mucho menos para los padres, pero no es nada que la convivencia diaria no pueda resolver.
Un padre no es el que engendra, sino el que cría.
ITESO/María Lilia Mendoza Díaz
FRASE
"Hay de todo en el albergue. Tuvimos un chiquito que lo dejaron abandonado en la esquina de Vallarta y Yaquis. Ese niño se fue en adopción a los pocos meses" Amparo González Luna Morfín, directora de la Casa Hogar Hospicio Cabañas.