Jalisco

Acuden zapopanos a visitar a sus difuntos

A la entrada del panteón el ambiente se amenizaba con grupos norteños y el sonido del cilindrero

ZAPOPAN, JALISCO (03/NOV/2010).- Desde las 09:00 de la mañana en las calles del municipio de Zapopan se podía ver a personas caminando hacia el cementerio municipal con flores en las manos, ataviados con cubetas, escobas y sombreros para soportar el fuerte Sol que brillaba ayer.

Era Día de Muertos, y bajo ese título podría esperarse un panorama desolador y triste; sin embargo, unas cuadras antes de llegar al camposanto ya se podían percibir los aromas y sonidos de la vendimia, que desde muy temprano de instaló. “¡Pásele, tenemos de a 20 pesos el ramito de flor!”. “Tenemos de todas, cempasúchil, cordón de obispo, crisantemo, alcatraces, lilys y claveles”.

Además, no podían faltar las coronas de flores, decoradas con listones de colores, veladoras, imágenes de Cristo y la Virgen de Guadalupe, así como las tradicionales calaveritas de azúcar, que suelen formar parte de los altares.

También había dulces, algodones de azúcar, refrescos, agua de frutas, frituras y hasta tortas ahogadas. A la entrada del panteón el ambiente se amenizaba con los grupos norteños y el sonido melancólico que emitía un cilindrero.

“Cariño Norteño”, se llamaba uno de los conjuntos que interpretaban aquellas canciones que más le gustaba a los difuntos, y otras más que, dicen, eran las más solicitadas, mismas que interpretaban por 40 pesos.

“Nos piden mucho canciones como Amor eterno, Puño de tierra, Te vas ángel mío, Nadie es eterno. Con estas canciones se facilita la ocasión, la gente le dice de esta forma a sus seres queridos que se adelantaron, lo que piensa de la vida”, es lo que manifestó José López Olvera, el líder del grupo.

Más adelante, ya en la zona de las criptas, la gente trabajaba —aún con el intenso calor que no dejaba de sentirse al mediodía— lavando, limpiando, pintando y decorando con flores el lugar de descanso de sus familiares. Algunos, incluso, colocaron un altar de muertos sobre la cripta, otros depositaron lo que más le gustaba en vida a su ser querido o simplemente se sentaron a rezar por su eterno descanso.

“Vengo a ver a mis abuelitos y bisabuelitos,  hace ya como 20 años que se fueron, la última murió hace ocho años; venimos todos, diferentes parientes y todas las generaciones. Para mí este día es recordarlos y estar con ellos para que sientan nuestra compañía”, externó Laura Salcido Delgado.

Todos los panteones lucieron con una importante afluencia, pero ninguno como el más antiguo de Zapopan: el cementerio de Atemajac, que con todos sus años de historia, cumplió un Día de Muertos más recibiendo a los familiares y amigos de sus numerosos “huéspedes”.

No faltaron las lágrimas y el dolor, pero siempre con el consuelo de que algún día se reunirán con ellos. Hubo de todo en este día, hasta personas como Don Manuel, que después de tantos años de haber perdido a su esposa, ahora le costaba mucho recordar su nombre completo. Dando pasos muy pausados, debido a su edad, y sosteniéndose de un bastón, Don Manuel ingresó al cementerio con un ramo de flores.

“Vengo a ver a mi esposa, murió hace 27 años, se llamaba Guadalupe… Guadalupe no sé qué, la verdad es que ya ni me acuerdo, pero a ella no la olvido”.

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