Internacional
Regresó a Cuba en cenizas
Enedina vivió en Cuba la peor cara del régimen castrista, por eso se trasladó a Miami, en donde gozó lo que se le privó desde niña
MIAMI, ESTADOS UNIDOS (05/ABR/2013).- Cuando Enedina llegó a Miami se sintió en el paraíso. Porque en Cuba, su país natal, vivió la peor cara del régimen castrista. Carencias, prohibiciones, marginación. Era una relegada en su propio país. Hanny no quería ver a su abuela pasar por eso hasta el último de sus días, y la llevó al exilio a la capital de la estadounidense Florida, como una más de los cuatro mil cubanos que anualmente llegan empujados por las olas del mar a ese Estado.
En Miami, Enedina conoció la buena vida. Al pisar la ciudad, se hizo acreedora a una pensión de la tercera edad, que gastaba a su gusto en lujos que nunca tuvo, además, por estar enferma de los riñones, hacía uso de servicios de salud gratis. Así vivió sus últimos tres años, gozando de lo que se le privó desde niña. Hasta que murió allá.
Como la mayoría de los cubanos exiliados, Enedina era devota de la Virgen de la Caridad, considerada la patrona de sus paisanos, y fue en el templo que le rinde tributo donde los restos de la mujer fueron despedidos en una misa. De allí, su nieta tendría que dirigirse a cumplir la última voluntad de Enedina: regresar a Cuba arrastrada por las olas del mar.
"Ella siempre les dijo que quería que tiraran sus cenizas en el mar de Miami, a un lado de la Iglesia de la Virgen de la Caridad. ''Fuimos a misa y saliendo de ahí, las dejamos, pero con todo y urna", recuerda Esmeralda Escamilla, amiga de Hanny y quien la acompañó a arrojar a la abuela a la playa.
"Si nos hubiera cachado la policía, nos meten a la cárcel, porque allá es prohibidísimo, pero cumplimos su última voluntad (...) Vimos cómo se la llevaba la marea y el mar". Ella y Hanny burlaron la ley, lograron escabullirse de la autoridad porque, así como Enedina quiso regresar a Cuba aunque sea en cenizas, miles de cubanos que mueren en Miami desean lo mismo. "Mucha gente cubana acostumbra tirar sus cenizas al mar, por eso los policías siempre vigilan esa zona".
Pero con todo y custodia que busca disuadir a los cubanos de tirar sus familiares en cenizas al Golfo, lo siguen logrando incluso bajo la luz del día. Como Hanny y Esmeralda lo hicieron con Enedina, al arrojarla a las dos de la tarde.
Así como hay miles de cuerpos sepultados en panteones o acomodados en nichos en las Iglesias, o en casas de los familiares en pequeñas urnas, otros tantos se incorporan al viento, al océano, a la tierra de los bosques, a la arena del mar o a cualquier lugar que el difunto haya establecido... y que los deudos se dieran a la tarea de cumplir.
EL INFORMADOR / VIOLETA MELÉNDEZ
En Miami, Enedina conoció la buena vida. Al pisar la ciudad, se hizo acreedora a una pensión de la tercera edad, que gastaba a su gusto en lujos que nunca tuvo, además, por estar enferma de los riñones, hacía uso de servicios de salud gratis. Así vivió sus últimos tres años, gozando de lo que se le privó desde niña. Hasta que murió allá.
Como la mayoría de los cubanos exiliados, Enedina era devota de la Virgen de la Caridad, considerada la patrona de sus paisanos, y fue en el templo que le rinde tributo donde los restos de la mujer fueron despedidos en una misa. De allí, su nieta tendría que dirigirse a cumplir la última voluntad de Enedina: regresar a Cuba arrastrada por las olas del mar.
"Ella siempre les dijo que quería que tiraran sus cenizas en el mar de Miami, a un lado de la Iglesia de la Virgen de la Caridad. ''Fuimos a misa y saliendo de ahí, las dejamos, pero con todo y urna", recuerda Esmeralda Escamilla, amiga de Hanny y quien la acompañó a arrojar a la abuela a la playa.
"Si nos hubiera cachado la policía, nos meten a la cárcel, porque allá es prohibidísimo, pero cumplimos su última voluntad (...) Vimos cómo se la llevaba la marea y el mar". Ella y Hanny burlaron la ley, lograron escabullirse de la autoridad porque, así como Enedina quiso regresar a Cuba aunque sea en cenizas, miles de cubanos que mueren en Miami desean lo mismo. "Mucha gente cubana acostumbra tirar sus cenizas al mar, por eso los policías siempre vigilan esa zona".
Pero con todo y custodia que busca disuadir a los cubanos de tirar sus familiares en cenizas al Golfo, lo siguen logrando incluso bajo la luz del día. Como Hanny y Esmeralda lo hicieron con Enedina, al arrojarla a las dos de la tarde.
Así como hay miles de cuerpos sepultados en panteones o acomodados en nichos en las Iglesias, o en casas de los familiares en pequeñas urnas, otros tantos se incorporan al viento, al océano, a la tierra de los bosques, a la arena del mar o a cualquier lugar que el difunto haya establecido... y que los deudos se dieran a la tarea de cumplir.
EL INFORMADOR / VIOLETA MELÉNDEZ