Internacional
Maduro y Capriles van por la sucesión de Chávez
Venezolanos eligen hoy a su nuevo mandatario, luego de permanecer durante 14 años bajo el régimen chavista
CARACAS, VENEZUELA (14/ABR/2013).- Cerca de 19 millones de venezolanos están listos para elegir al nuevo presidente y sucesor del fallecido mandatario Hugo Chávez, el hombre que gobernó el país durante 14 años hasta su muerte, el 5 de marzo, y cuyo recuerdo marca los comicios.
Seis meses después de las presidenciales en las que Chávez conquistó su tercera reelección, los venezolanos van a unas elecciones precedidas por denuncias del Gobierno sobre planes para desestabilizar e incluso de asesinar a Maduro, denuncias que la oposición ha atribuido a un intento del Gobierno de “distraer” la atención.
Maduro volvió a referirse a esas denuncias en una reunión con representantes extranjeros, entre los que figuraban ex presidentes como el dominicano Leonel Fernández, el panameño Martín Torrijos o el guatemalteco Álvaro Colom, así como figuras políticas como el ex gobernador estadounidense Bill Richardson.
Ante ellos, acusó directamente a J.J. Rendón, un publicista ligado con la campaña opositora y al que ubicó en Colombia.
“La campaña se dirige desde Bogotá directamente, lo había callado hasta el día de hoy (...) lo dirige un personaje llamado J.J. Rendón”, dijo asegurando que están buscando que se genere violencia tras las elecciones.
La contienda electoral se desarrolla frente a un país dividido entre los que buscan dar continuidad a la “revolución bolivariana” y los que quieren dejar atrás una era polarizada.
Favorito en las encuestas, Maduro, de 50 años y ex canciller, busca dar continuidad a la “revolución bolivariana” de Chávez, quien lo eligió como su heredero meses antes de morir.
Por su parte, Capriles, de 40 años, abogado y gobernador del Estado de Miranda, hace su segunda apuesta por la presidencia como candidato de la oposición, ofreciendo a los venezolanos dejar atrás la era polarizada de Chávez como un modelo inspirado en el brasileño.
Quien resulte vencedor deberá completar el periodo 2013-2019 que se inició el 10 de enero tras la victoria de Chávez sobre Capriles por 11 puntos en octubre.
Además, heredará una Venezuela que posee las mayores reservas de crudo mundiales, pero con la inflación más alta de Latinoamérica (20.1% en 2012), una industria deprimida, ciclos de escasez y una deuda pública que supera 50% del PIB.
Todo listo
El general Wilmer Barrientos, jefe del Plan República, como se conoce al operativo para resguardar los comicios, informó que fueron instaladas las 39 mil 018 mesas en los 13 mil 810 centros que funcionarán entre las 06:00 horas y las 18:00 horas locales, aunque la jornada puede extenderse según la cantidad de electores.
“Ya está servida la mesa para que mañana (hoy) los venezolanos salgan a ejercer su derecho”.
En tanto, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, ha calculado que “tres horas después de que se cierre el evento electoral” estarán informando al país los resultados.
Socorro Hernández, otra de las cinco principales autoridades del ente electoral, ha calculado a su vez que la difusión del resultado, lo que el CNE hace cuando la tendencia es irreversible, podría ocurrir entre las 22:00 y 23:00 hora local (21:30 y 22:30 hora de México).
> ANÁLISIS
Lo inmaduro de Capriles
Enrique Toussaint (periodista)
Sólo un huracán de coincidencias podría hacer que la oposición venezolana se haga de la victoria en las urnas este domingo. Incluso, me atrevería a decir que las condiciones políticas de la Venezuela de 2013 (sin Hugo Chávez), son más desfavorables para el candidato opositor Henrique Capriles que hace un semestre cuando perdió por 11 puntos la carrera para llegar al Palacio de Miraflores. Las encuestas lo demuestran: el promedio de ventaja es de 16 puntos. La encuestadora que menos ventaja le concede a Nicolás Maduro es Gis XXI (11 puntos), mientras que IVAD es la que augura mayor brecha (23 puntos).
Las elecciones en Venezuela son legítimas, pero no equitativas. La distribución de los tiempos en medios de comunicación, el acceso a recursos económicos y la parcialidad del Estado que enciende todos los motores para que el chavismo continúe en el poder, son elementos en contra de la oposición. Sin embargo, estos factores no pueden opacar el hecho de que el chavismo sigue contando con cabal salud. El chavismo es una cultura política que trascenderá administraciones. Algo como el peronismo argentino, el gaullismo francés y lo que llegó a ser el cardenismo en México. Ideologías populares, sin demasiado desarrollo intelectual y teórico, pero que perviven en el tiempo.
Ha sido una campaña repleta de mitología, fantasmas y apariciones. El discurso oficial es uno: Chávez sobrevive en la medida en que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) retenga el poder. No votar por el chavismo equivale a sepultar el legado de la Revolución Bolivariana y del propio Chávez. Maduro no se alejó de los conceptos electorales que le dieron rédito a Chávez durante más de una década: “la burguesía antinacionalista”, “el intervencionismo extranjero”, “los enemigos de la revolución”. Una campaña tradicional del chavismo, aunque acompañada por la nostalgia y el duelo de la muerte de Chávez.
Es fundamental tomar en cuenta que la oposición llegó desdibujada tras las elecciones regionales donde no lograron ponerse al tú por tú con la estructura territorial chavista. Perdieron prácticamente todo. La unidad y el mensaje de esperanza, claves para entender el arrastre electoral de Capriles, simplemente desaparecieron. A diferencia de la elección de octubre donde Capriles incluso reconoció los éxitos del chavismo, en esta campaña el candidato de la oposición optó por una campaña de confrontación y no de conciliación. Sólo hasta el final Capriles buscó moderar su discurso, pero la ventaja parece incuestionable.
Capriles se equivocó de adversario. Entendió muy tarde que su rival era Maduro, no el propio Chávez. Un ambiente proclive al oficialismo y una mala estrategia de campaña, parece que dejarán a la oposición lejos de los resultados de octubre.
Seis meses después de las presidenciales en las que Chávez conquistó su tercera reelección, los venezolanos van a unas elecciones precedidas por denuncias del Gobierno sobre planes para desestabilizar e incluso de asesinar a Maduro, denuncias que la oposición ha atribuido a un intento del Gobierno de “distraer” la atención.
Maduro volvió a referirse a esas denuncias en una reunión con representantes extranjeros, entre los que figuraban ex presidentes como el dominicano Leonel Fernández, el panameño Martín Torrijos o el guatemalteco Álvaro Colom, así como figuras políticas como el ex gobernador estadounidense Bill Richardson.
Ante ellos, acusó directamente a J.J. Rendón, un publicista ligado con la campaña opositora y al que ubicó en Colombia.
“La campaña se dirige desde Bogotá directamente, lo había callado hasta el día de hoy (...) lo dirige un personaje llamado J.J. Rendón”, dijo asegurando que están buscando que se genere violencia tras las elecciones.
La contienda electoral se desarrolla frente a un país dividido entre los que buscan dar continuidad a la “revolución bolivariana” y los que quieren dejar atrás una era polarizada.
Favorito en las encuestas, Maduro, de 50 años y ex canciller, busca dar continuidad a la “revolución bolivariana” de Chávez, quien lo eligió como su heredero meses antes de morir.
Por su parte, Capriles, de 40 años, abogado y gobernador del Estado de Miranda, hace su segunda apuesta por la presidencia como candidato de la oposición, ofreciendo a los venezolanos dejar atrás la era polarizada de Chávez como un modelo inspirado en el brasileño.
Quien resulte vencedor deberá completar el periodo 2013-2019 que se inició el 10 de enero tras la victoria de Chávez sobre Capriles por 11 puntos en octubre.
Además, heredará una Venezuela que posee las mayores reservas de crudo mundiales, pero con la inflación más alta de Latinoamérica (20.1% en 2012), una industria deprimida, ciclos de escasez y una deuda pública que supera 50% del PIB.
Todo listo
El general Wilmer Barrientos, jefe del Plan República, como se conoce al operativo para resguardar los comicios, informó que fueron instaladas las 39 mil 018 mesas en los 13 mil 810 centros que funcionarán entre las 06:00 horas y las 18:00 horas locales, aunque la jornada puede extenderse según la cantidad de electores.
“Ya está servida la mesa para que mañana (hoy) los venezolanos salgan a ejercer su derecho”.
En tanto, la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Tibisay Lucena, ha calculado que “tres horas después de que se cierre el evento electoral” estarán informando al país los resultados.
Socorro Hernández, otra de las cinco principales autoridades del ente electoral, ha calculado a su vez que la difusión del resultado, lo que el CNE hace cuando la tendencia es irreversible, podría ocurrir entre las 22:00 y 23:00 hora local (21:30 y 22:30 hora de México).
> ANÁLISIS
Lo inmaduro de Capriles
Enrique Toussaint (periodista)
Sólo un huracán de coincidencias podría hacer que la oposición venezolana se haga de la victoria en las urnas este domingo. Incluso, me atrevería a decir que las condiciones políticas de la Venezuela de 2013 (sin Hugo Chávez), son más desfavorables para el candidato opositor Henrique Capriles que hace un semestre cuando perdió por 11 puntos la carrera para llegar al Palacio de Miraflores. Las encuestas lo demuestran: el promedio de ventaja es de 16 puntos. La encuestadora que menos ventaja le concede a Nicolás Maduro es Gis XXI (11 puntos), mientras que IVAD es la que augura mayor brecha (23 puntos).
Las elecciones en Venezuela son legítimas, pero no equitativas. La distribución de los tiempos en medios de comunicación, el acceso a recursos económicos y la parcialidad del Estado que enciende todos los motores para que el chavismo continúe en el poder, son elementos en contra de la oposición. Sin embargo, estos factores no pueden opacar el hecho de que el chavismo sigue contando con cabal salud. El chavismo es una cultura política que trascenderá administraciones. Algo como el peronismo argentino, el gaullismo francés y lo que llegó a ser el cardenismo en México. Ideologías populares, sin demasiado desarrollo intelectual y teórico, pero que perviven en el tiempo.
Ha sido una campaña repleta de mitología, fantasmas y apariciones. El discurso oficial es uno: Chávez sobrevive en la medida en que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) retenga el poder. No votar por el chavismo equivale a sepultar el legado de la Revolución Bolivariana y del propio Chávez. Maduro no se alejó de los conceptos electorales que le dieron rédito a Chávez durante más de una década: “la burguesía antinacionalista”, “el intervencionismo extranjero”, “los enemigos de la revolución”. Una campaña tradicional del chavismo, aunque acompañada por la nostalgia y el duelo de la muerte de Chávez.
Es fundamental tomar en cuenta que la oposición llegó desdibujada tras las elecciones regionales donde no lograron ponerse al tú por tú con la estructura territorial chavista. Perdieron prácticamente todo. La unidad y el mensaje de esperanza, claves para entender el arrastre electoral de Capriles, simplemente desaparecieron. A diferencia de la elección de octubre donde Capriles incluso reconoció los éxitos del chavismo, en esta campaña el candidato de la oposición optó por una campaña de confrontación y no de conciliación. Sólo hasta el final Capriles buscó moderar su discurso, pero la ventaja parece incuestionable.
Capriles se equivocó de adversario. Entendió muy tarde que su rival era Maduro, no el propio Chávez. Un ambiente proclive al oficialismo y una mala estrategia de campaña, parece que dejarán a la oposición lejos de los resultados de octubre.