La insoportable vida en Al Raqa vista desde el exilio
Varios desplazados cuentan el infierno que vivieron bajo el yugo del Estado Islámico
EL CAIRO, EGIPTO (04/MAY/2017).- Samer, que no ofrece su nombre real por motivos de seguridad, todavía recuerda, como si fuera hoy, el día que los primeros combatientes del grupo terrorista Estado Islámico (EI) entraron en Al Raqa, que ahora añora desde su refugio fuera de esta ciudad.
Las jornadas transcurren lentas en el campo de desplazados en el norte de la provincia de Alepo donde Samer vive en la actualidad, tras haber sido perseguido por los yihadistas y haber huido de la pesadilla en la que Al Raqa lleva sumida desde hace tres años.
"Los primeros miembros del 'Dáesh' (acrónimo en árabe de Estado Islámico) que llegaron a Al Raqa eran todos extranjeros, como chechenos y rusos, apenas había sirios", rememora en una conversación por internet con Efe y destaca que al principio apenas había mujeres entre los radicales.
El EI apareció en Raqa después de que esta ciudad se convirtiera en la primera capital de provincia que escapó de las manos de las autoridades sirias en marzo de 2013, tras ser tomada por grupos rebeldes e islámicos, entre los que figuraba el Frente al Nusra, la antigua filial de Al Qaeda.
Al principio, hubo una mezcla de sorpresa y confusión entre los habitantes de Al Raqa ante la llegada del EI, que comenzó a convencer a la gente con maneras suaves para que se uniera a ellos hasta que se iniciaron los asesinatos y arrestos arbitrarios.
Samer vio cómo algunos de sus vecinos y amigos fueron ejecutados extrajudicialmente por los extremistas y la vida se tornaba insoportable en Al Raqa, algo que dejó plasmado en un diario que elaboraba desde 2011 y que fue publicado en febrero de este año, con la ayuda del grupo de activistas "Sharqia 24".
Algunos de los extractos de "Los Diarios de Al Raqa: Escapar del Estado Islámico", editado en inglés, son desgarradores.
En el libro, Samer cuenta las decapitaciones de conocidos ante multitudes aterrorizadas y mudas por el temor a sus opresores, la muerte de su padre en un bombardeo o los 40 latigazos que recibió él mismo por maldecir en voz alta en la calle.
"La norma del 'Dáesh' es aplastar, no aplica la sharía (o ley islámica), aunque hace todo en nombre de ella. Eso no es islam", denuncia este hombre de 26 años.
En la población, donde aún reside la familia de Samer, resulta complicado evitar toparse con los yihadistas.
"Están en todas partes y tienen muchos puestos de control, una manera de evitarlos es quedarse en casa, aunque la gente sabe por dónde moverse", apunta.
Su madre y el resto de parientes que se encuentran en Al Raqa "están bien" y Samer se comunica con ellos habitualmente, aunque rehúsa adentrarse en detalles sobre cómo lo hace para evitar ponerlos en peligro.
Y es que este hombre sabe lo que supone estar acosado por el EI, ya que cuando todavía estaba en la ciudad comenzó a colaborar con el grupo "Sharqía 24", que se dedica a documentar los abusos de los radicales en el este de Siria, y fue descubierto por los extremistas.
"Alguien me avisó antes de que vinieran a por mí y pude escapar con la ayuda de mis compañeros de 'Sharqía 24", relata Samer, que abandonó su hogar a finales de mayo de 2016 en busca de un futuro incierto, pero más seguro, lejos del EI.
Pese a su delicada situación actual, es optimista y opina que "el 'Dáesh' acabará cayendo, porque ha perdido muchas zonas".
Aun así, no se muestra partidario de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza liderada por milicias kurdas, que lleva a cabo una ofensiva en la provincia de Al Raqa con el objetivo de expulsar a los radicales, "ya que tiene un proyecto separatista".
Entretanto, el estado de la población civil dentro de la urbe de Al Raqa es preocupante, según Samer, porque "al 'Dáesh' jamás le ha preocupado la protección de los civiles".
De hecho, en algunos casos, el EI echa a los ciudadanos de sus viviendas para ocuparlas y alojar en ellas a sus milicianos y sus parientes.
Samer no descarta regresar algún día a su Al Raqa natal, donde antes del estallido del conflicto en Siria, en 2011, estudiaba en la universidad.
En aquella época, la gente de la zona se dedicaba, especialmente, a la agricultura y muchos estaban empleados en el sector eléctrico: "Es una región rica en recursos, y muchas personas trabajaban en la presa del Éufrates", recuerda Samer, que participó en las protestas antigubernamentales que derivaron en la guerra siria.
Allí conoció también al amor de su vida, de la que habla en su diario y que desafortunadamente fue forzada a casarse con un combatiente del EI: "lo único que sé es que logró escapar hace ocho meses y ahora está en Turquía".