Internacional

Hambruna y desnutrición infantil se agravan en Gaza

El Ejército de Israel endurece el bloqueo de alimentos y sobre esta región de Palestina 

El pequeño Khaled llora y está comprensiblemente irritable. La diarrea lo ha aquejado durante la mitad de su breve vida. Se encuentra deshidratado y muy débil. Conectado a su diminuta mano izquierda, un tubo amarillo lleva alimento líquido a su frágil organismo. A sus 9 meses, Khaled pesa apenas 5 kilogramos, que es la mitad de lo que debe pesar un bebé sano de su edad. 

Y en la sala pediátrica del principal hospital de Gaza donde los médicos intentan salvar a su hijo, Wedad Abdelaal no puede sino observar.

Tras varias visitas consecutivas a urgencias, los médicos decidieron hospitalizar a Khaled el fin de semana pasado. Durante casi una semana, fue alimentado por sonda y luego le dieron suplementos y leche embotellada, que se distribuye cada tres horas o más. Su madre, nerviosa e impotente, dice que eso no es suficiente.

“Ojalá nos los dieran cada hora. Él espera con impaciencia, pero ellos también están escasos de provisiones”, agrega Abdelaal y remara con tristeza: “Este cierre de la frontera nos está destruyendo”.

Cuanto más tiempo permanezcan en el hospital, más se recuperará Khaled, pero a Abdelaal le preocupan también sus otros hijos en su tienda de campaña, con ollas vacías y sin nada que comer, mientras el bloqueo israelí de Gaza entra en su tercer mes, el periodo más largo desde que comenzó la guerra.

Cerrada, sellada y devastada por los bombardeos israelíes, Gaza enfrenta una hambruna. Miles de niños ya han recibido tratamiento por desnutrición. Agotados, desplazados y tras sobrevivir con lo básico durante más de un año y medio de guerra, padres como Abdelaal ven cómo sus hijos se consumen sin que haya mucho que puedan hacer. No tienen opciones.

Los hospitales penden de un hilo y lidian con las numerosas víctimas de los ataques que priorizan las emergencias. Las reservas de alimentos en los almacenes de la ONU se agotaron. Los mercados se vacían. Lo que aún está disponible se vende a precios exorbitantes, inalcanzables para la mayoría en Gaza, donde más del 80% depende de la ayuda humanitaria, según Naciones Unidas.

Los comedores comunitarios que reparten alimentos a miles de personas dejan de operar. Las tierras de cultivo son prácticamente inaccesibles. Las panaderías han cerrado. La distribución de agua llega a un alto, en gran medida por la falta de combustible. 

En escenas desesperadas, miles de personas, muchos de ellos niños, se agolpan frente a los comedores comunitarios donde pelean por la comida. Almacenes con escasos suministros han sido saqueados.

El bloqueo más prolongado de Gaza ha provocado una indignación internacional creciente, pero no ha logrado persuadir a Israel para que abra las fronteras. Cada vez más grupos acusan a Israel de utilizar la hambruna como arma de guerra. Los residentes y los trabajadores humanitarios advierten que la desnutrición infantil aguda está en aumento.

El alimento distribuido entre los palestinos suele agotarse en cuestión de horas. AFP/E. Baba

“Estamos destrozando el cuerpo y la mente de los niños de Gaza”, expresó a la prensa en Ginebra Michael Ryan, director ejecutivo de emergencias de la Organización Mundial de la Salud. “Porque si no hacemos algo al respecto, seremos cómplices de lo que está sucediendo ante nuestros propios ojos. Los niños no deberían tener que pagar el precio”.

Khaled ha sufrido desnutrición desde los dos meses de edad. Su madre la superó con visitas ambulatorias y suplementos distribuidos en centros de alimentación.

Pero durante los últimos siete meses, Abdelaal, de 31 años, lo ha visto marchitarse lentamente. Ella también está desnutrida y apenas ha consumido proteínas en los últimos meses.

Tras un embarazo agotador y dos días de parto, nació Khaled -un bebé de bajo peso con sus 2 kilogramos, pero por lo demás sano. Abdelaal comenzó a amamantarlo, pero debido a la falta de calcio ha perdido dientes y produce muy poca leche.

“La lactancia materna requiere alimento y no puedo darle suficiente”, explica. Khaled tiene otros cuatro hermanos, de entre 4 y 9 años. La familia fue desplazada de Rafah y vive ahora en una tienda de campaña en el campamento Mawasi de Jan Yunis, más al Norte.

“Mis hijos se han vuelto muy frágiles”, se lamenta Abdelaal. “Parecen polluelos”, lamentó la mujer.

Suad Obaid, nutricionista en Gaza, reporta que los padres acuden cada vez más a los centros de alimentación porque no tienen qué dar de comer a sus hijos.

“Nadie puede depender de alimentos enlatados ni de alimentos de emergencia durante casi dos años”, subrayó ante la emergencia que vive.

En el Hospital Nasser, cuatro casos críticos recibían tratamiento la semana pasada por desnutrición aguda, incluido Khaled. Sólo se ingresan casos críticos -y apenas por períodos cortos, para que más niños puedan recibir tratamiento.

“Si ingresáramos a todos los que padecen desnutrición aguda, necesitaremos cientos de camas”, explica el doctor Yasser Abu Ghaly, quien reconoce que “de todos modos, no podemos ayudar a muchos... No tenemos nada a la mano”.

AP

Israelíes piden la vuelta con vida de sus familiares. EFE/A. Sultan

Tel Aviv, entre protestas ante ofensiva hebrea

Mientras miles de israelíes protestaban ayer por la noche en Tel Aviv a favor de un acuerdo con Hamás que devuelva a los 59 cautivos, el Ejército israelí se dispone a mandar decenas de miles de órdenes de reclutamiento a reservistas para expandir la ofensiva terrestre en Gaza, según dieron a conocer diversas fuentes militares.

Está previsto que los reservistas se presenten a sus unidades a mediados de la próxima semana, dijo el diario “Haaretz”, citando a fuentes de seguridad bajo anonimato.

La finalidad es reemplazar con soldados en la reserva a tropas regulares hasta ahora desplegadas en las fronteras con Líbano, Siria o Cisjordania ocupada a fin de que puedan “participar en combate en Gaza”, según ese medio.

Este llamado se produce en contra de la opinión de la mayoría de israelíes, que según las encuestas están a favor de llegar a un acuerdo con Hamás que incluso incluya el fin de la guerra, si eso supone el regreso de los 59 cautivos.

Además, existe un creciente hartazgo entre miles de reservistas y exmilitares, manifestado en decenas de cartas firmadas en las últimas semanas, que creen que la ofensiva bélica ya solo beneficia al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y sus líderes de coalición de extrema derecha.

La noche del sábado, miles de personas -entre ellos al menos tres excautivos- se congregaron en la ya conocida como Plaza de los Rehenes en Tel Aviv, recordando que el país no debería celebrar esta semana su Día de la Independencia, su creación hace 77 años, “sin el regreso” de todos los rehenes.

Los palestinos procuran evitar los espacios abiertos ante los bombardeos. EFE/M. Saber

Hamás publica en redes video de rehén herido

El grupo islamista Hamás hizo público un video en el que el rehén Maxim Herkin, secuestrado en el festival de música Nova el 7 de octubre de 2023, aparece postrado en el suelo con un vendaje ensangrentado que le cubre media cara y el brazo izquierdo.

“Soy uno de los prisioneros que resultó bombardeado después de que acabó el acuerdo de alto el fuego. Solo por la gracia de Dios escapamos a la muerte”, dice Herkin, que parece encontrarse en uno de los túneles de Gaza.

Su familia pidió a los medios de comunicación de todo el mundo el no difundir las imágenes, aunque las mismas han circulado en redes sociales. 

Herkin, de 35 años y residente de Tirat Carmel, en el Norte de Israel, nació en la región ucraniana de Donetsk y su madre tiene ciudadanía rusa. A principios de abril, Hamás ya publicó en su canal de Telegram un video en el que aparecía él.

“Estos son los resultados de la presión militar y la guerra librada para liberar a los prisioneros”, dice un herido Herkin, que asegura no tener medicación ni poder ir a un hospital a recibir tratamiento.

Desde el pasado 2 de marzo, Israel prohíbe la entrada de medicamentos, agua, alimento y ayuda humanitaria en Gaza, con el objetivo de forzar Hamás a firmar un acuerdo que no implique el fin definitivo de la ofensiva militar.

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