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Una marea cinematográfica proveniente de Chile

Chie logró suplir la falta de presupuesto para sus producciónes de cine con ingenio, y con esto logró destacar a nivel internacional

GUADALAJARA, JALISCO (05/ABR/2013).- Chile logró destacar, en los últimos años  a escala internacional, por la calidad de diversas producciones cinematográficas. Las limitaciones monetarias y la falta de recursos materiales se suplieron con ingenio, explica Gregorio González, director de Cinemachile, en entrevista. “Entendimos que más allá de defender un determinado estilo, había que avanzar. Que era necesario que todos hiciéramos un esfuerzo común para que el cine chileno comenzara a salir y destacar”.

Durante la edición más reciente del Festival Internacional de Cine de Guadalajara, la delegación chilena fue una de las más brillantes, contando con presencia dentro y fuera de competencia.

“Intentamos formar delegaciones muy sólidas y tener presencia en los principales festivales internacionales. Por ejemplo, el de Guadalajara es una de nuestras prioridades en nuestro calendario de actividades, y siempre tratamos de traer lo mejor, porque conocemos bien la resonancia internacional que tiene este festival”, agrega González. Y lo cierto es que en los últimos años, el cine chileno ha despuntado ante los ojos de la crítica. El ejemplo más reciente: No, película de ese país bajo la dirección Pablo Larraín y protagonizada por Gael García, que alcanzó la nominación al Oscar en febrero pasado, en la categoría a Mejor película extranjera.

Un crisol


Mientras que otros países reconocen que Chile atraviesa por una “generación de oro”, directores como Esteban Larraín (quien exhibió La pasión del Michelangelo en el FICG) consideran que su gran virtud no pasa tanto por su homogeneidad, sino su plularidad. “Chile es un país con muchas voces. Cada director tiene un estilo distinto. Yo no hablaría de que somos una generación homogénea, con un solo discurso. Cada realizador tiene algo distinto que decir”.

El festín fílmico tapatío se abrió a propuestas tan variadas como La pasión de Michelangelo, La noche de enfrente y El Naza, largometrajes en competencia que se alojaban del discurso político de No, y procuraban mostrar esta “variedad” de argumentos de la que presume el cine de ese país sudamericano.

Pese a su buen momento, Gregorio González reconoce que el cine chileno enfrenta el mismo problema que el mexicano y que el latinoamericano en general. “Hay poca fe por parte de los exhibidores, y nos enfrentamos a una competencia feroz por parte de Hollywood. Al cine de mi país le va muy bien en el extranjero, pero nos falta convencer al espectador doméstico”. Estos retos y desafíos son los que marcarán a la cinematografía chilena de cara a su futuro inmediato.

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