Entretenimiento
Los documentos flamencos
Se dedica en este momento, a documentar la herencia flamenca de Jerez y no sólo eso, si no que prepara un proyecto que impulsa la Fundación Antonio Gades
Emilia Gálvez está en España. Vive en Madrid y tal vez durante el mes de septiembre, dé por terminada una etapa de casi siete años. Planea regresar a México, vivir en Xalapa y dedicarse al video, a la danza, al baile. Es tapatía y hace años, mientras intentaba encontrarse dentro del mundo flamenco (¿flamenco?) cayó en los brazos del arte audiovisual. Su trabajo es interesante y anónimo. Curiosamente, se dedica en este momento, a documentar la herencia flamenca de Jerez y no sólo eso, si no que prepara un proyecto que impulsa la Fundación Antonio Gades, para hacer de este tipo de arte una herramienta didáctica para escuelas de educación básica.
Trabajó durante dos años en Telemadrid siendo realizadora y escritora de Latino un programa que se transmitió por Canal 22 en México, formato que abordaba la vida de los latinos en España, y que con un sentido de servicio –entre otros- proporcionaba datos a la comunidad que incluso tenían que ver hasta con asesorías legales para los emigrantes.
Emilia es inquieta y crítica. Su sentido emotivo se encuentra dentro de los cauces del mundo flamenco; las palmas, la guitarra, el cante, el baile… y ha sido, curiosamente, este lenguaje tradicional y salido de las cuevas, el que la ha inspirado a desarrollar un ritmo, un sentido, una estética… en los mundos de lo audiovisual. Ojo: no levanta imágenes de presentaciones fijadas, si no que su interés por el documental y su vena artística se han nutrido de un agua ortodoxa, que ya le es referencia. Por decirlo de alguna manea, estas dos disciplinas no tendrían, en el sentido más puro, por qué relacionarse, sin embargo, en el espectro creativo de la tapatía encuentran una fusión interesante.
La documentación del flamenco jerezano, según dijo en una conversación informal, tiene que ver con el interés de José Luis Gálvez de Los Cabales (puño de flamencos ortodoxos). Emilia me explicó que hay alrededor de 80 personajes mayores que se juntan en las peñas y/o cafetines y son ellos quienes tienen en su sangre, corazón y vida datos –por así decirlo- de las más tradicionales escuelas flamencas. Es muy probable que sin el trabajo de Emilia, el conocimiento, en este caso específico, se pierda.
Estudió en Guadalajara desde muy pequeña. Incursionó en el ballet y en el flamenco con maestras como Queti Clavijo, Maria Antonia e Hilda Prats, también estudió tres años Historia pero desistió para incursionar en el video, su primer contacto fue en producción hasta que decidió crear. Se fue a España a encontrase con el flamenco y terminó fundiendo dos cosas que terminan en una especie de documental jondo que es como mejor se expresa. La tapatía es una mujer estudiosa, analítica y de hechos grandes y escondidos, que la hacen una especie de creadora extraña, talentosa y anónima.
Trabajó durante dos años en Telemadrid siendo realizadora y escritora de Latino un programa que se transmitió por Canal 22 en México, formato que abordaba la vida de los latinos en España, y que con un sentido de servicio –entre otros- proporcionaba datos a la comunidad que incluso tenían que ver hasta con asesorías legales para los emigrantes.
Emilia es inquieta y crítica. Su sentido emotivo se encuentra dentro de los cauces del mundo flamenco; las palmas, la guitarra, el cante, el baile… y ha sido, curiosamente, este lenguaje tradicional y salido de las cuevas, el que la ha inspirado a desarrollar un ritmo, un sentido, una estética… en los mundos de lo audiovisual. Ojo: no levanta imágenes de presentaciones fijadas, si no que su interés por el documental y su vena artística se han nutrido de un agua ortodoxa, que ya le es referencia. Por decirlo de alguna manea, estas dos disciplinas no tendrían, en el sentido más puro, por qué relacionarse, sin embargo, en el espectro creativo de la tapatía encuentran una fusión interesante.
La documentación del flamenco jerezano, según dijo en una conversación informal, tiene que ver con el interés de José Luis Gálvez de Los Cabales (puño de flamencos ortodoxos). Emilia me explicó que hay alrededor de 80 personajes mayores que se juntan en las peñas y/o cafetines y son ellos quienes tienen en su sangre, corazón y vida datos –por así decirlo- de las más tradicionales escuelas flamencas. Es muy probable que sin el trabajo de Emilia, el conocimiento, en este caso específico, se pierda.
Estudió en Guadalajara desde muy pequeña. Incursionó en el ballet y en el flamenco con maestras como Queti Clavijo, Maria Antonia e Hilda Prats, también estudió tres años Historia pero desistió para incursionar en el video, su primer contacto fue en producción hasta que decidió crear. Se fue a España a encontrase con el flamenco y terminó fundiendo dos cosas que terminan en una especie de documental jondo que es como mejor se expresa. La tapatía es una mujer estudiosa, analítica y de hechos grandes y escondidos, que la hacen una especie de creadora extraña, talentosa y anónima.