Entretenimiento
Leotta volvió a hipnotizar al público
El pianista italiano ratificó ampliamente la buena impresión que dejó en la velada inicial, ésta vez bajo una dirección sobria a cargo de Anshel Brusilov
GUADALAJARA, JALISCO.- No siempre es cierto que "nunca segundas partes fueron buenas". El viernes, por ejemplo, en la segunda de las tres sesiones en que Christian Leotta presenta en el Teatro Degollado (con sala y palcos casi llenos) los cinco conciertos para piano y orquesta de Beethoven, el joven pianista italiano ratificó ampliamente la buena impresión que dejó en la velada inicial.
Con Anshel Brusilow como director huésped de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), el programa incluyó esta vez los conciertos No. 2 en Si bemol mayor, Op. 19, y el No. 4 en Sol mayor, Op. 58, como platos fuertes.
La ejecución de Leotta llevó el sello de la casa: excelente. La concertación fue eficiente; la dirección, sobria. La interpretación del solista cumplió con creces en las demandas de la partitura, lo mismo cuando debió ser vigorosa (el allegro con brío o el molto allegro del Concierto No. 2, o el célebre vivace del Concierto No. 4) que cuando debía ser exquisita (la exquisita introducción del No. 4 y los segundos movimientos de ambas obras). De hecho, fue en los movimientos lentos que Leotta mostró nuevamente, como en la interpretación de los conciertos primero y tercero una semana antes, mayor identificación con Beethoven. Merced al respeto casi religioso de Brusilow al tempo de esos pasajes, Leotta logró una ejecución intensa, plena de intimidad. Resultó sobresaliente, en ese aspecto, el andante moderato del Concierto No. 4, en que resplandecieron los celebrados "silencios de Beethoven", y el ejecutante hipnotizó, literalmente, a la audiencia, casi obligándola a dejar de respirar para hacer eterna cada una de las notas.
En el encore que obsequió (el adagio de una sonata del mismo Beethoven), Leotta, inspirado, volvió a poner al público en trance y redondeó otra jornada memorable.
El programa -que se repite hoy, a partir de las 12:30 horas en el mismo escenario, seguramente con buena entrada- se complementó con la Obertura Festiva Americana, de William Schuman (obra "light", más de corte de comedia musical que de concierto) y el bellísimo -y bastante conocido- Adagio para cuerdas, de Barber.
Jaime García Elías
Con Anshel Brusilow como director huésped de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), el programa incluyó esta vez los conciertos No. 2 en Si bemol mayor, Op. 19, y el No. 4 en Sol mayor, Op. 58, como platos fuertes.
La ejecución de Leotta llevó el sello de la casa: excelente. La concertación fue eficiente; la dirección, sobria. La interpretación del solista cumplió con creces en las demandas de la partitura, lo mismo cuando debió ser vigorosa (el allegro con brío o el molto allegro del Concierto No. 2, o el célebre vivace del Concierto No. 4) que cuando debía ser exquisita (la exquisita introducción del No. 4 y los segundos movimientos de ambas obras). De hecho, fue en los movimientos lentos que Leotta mostró nuevamente, como en la interpretación de los conciertos primero y tercero una semana antes, mayor identificación con Beethoven. Merced al respeto casi religioso de Brusilow al tempo de esos pasajes, Leotta logró una ejecución intensa, plena de intimidad. Resultó sobresaliente, en ese aspecto, el andante moderato del Concierto No. 4, en que resplandecieron los celebrados "silencios de Beethoven", y el ejecutante hipnotizó, literalmente, a la audiencia, casi obligándola a dejar de respirar para hacer eterna cada una de las notas.
En el encore que obsequió (el adagio de una sonata del mismo Beethoven), Leotta, inspirado, volvió a poner al público en trance y redondeó otra jornada memorable.
El programa -que se repite hoy, a partir de las 12:30 horas en el mismo escenario, seguramente con buena entrada- se complementó con la Obertura Festiva Americana, de William Schuman (obra "light", más de corte de comedia musical que de concierto) y el bellísimo -y bastante conocido- Adagio para cuerdas, de Barber.
Jaime García Elías