Cultura

“Tocar la ortografía es como tocar el alma”

El académico termina su mandato frente a la RAE el próximo 9 de diciembre

MADRID, ESPAÑA (07/DIC/2010).-  El director de la Real Academia Española (RAE), Víctor García de la Concha, sabe que la ortografía “es sagrada como norma” y por eso, en la nueva edición que acaban de aprobar las 22 Academias de la Lengua no se han introducido cambios sustanciales, porque “no se puede poner en juego la unidad que tiene el español”.

“Tocar algo de la ortografía es como tocar el alma”, asegura García de la Concha, quien ha sido titular de la RAE desde hace 12 años.

El próximo día 9 de diciembre termina el largo mandato de García de la Concha (Villaviciosa, Asturias, Norte de España, 1934), que en estos años se ha dedicado en cuerpo y alma a promover y consolidar la política lingüística panhispánica.

Por motivos de salud, el director no pudo viajar a Guadalajara,  donde el pasado 28 de noviembre las Academias aprobaron la nueva Ortografía, pero ha seguido muy de cerca las negociaciones para ultimar el texto de esta obra que, al haber sido sancionada por unanimidad, refuerza “sin duda la unidad del idioma”.
“Es la primera ortografía hecha por todos y para todos; es rigurosamente panhispánica”, afirma García de la Concha, tras recordar que la anterior edición, de 1999, fue sancionada por todas las academias, pero su contenido había sido redactado por la Española.

Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua, es quien dijo entonces que aquella edición “no era panhispánica”, porque, para serlo, “había que partir de cero y hacerla entre todos”.

La unidad

Así se hizo a partir de 2002, según explica el director de la RAE, quien también insiste en que, desde el principio, las academias “descartaron hacer una reforma”, porque la ortografía tiene “un grado de unidad importante”.

Esa unidad es lo que trataron de explicarle los académicos a Gabriel García Márquez, cuando en 1997, en el Congreso de la Lengua de Zacatecas, quiso “jubilar” la ortografía, “terror del ser humano desde la cuna” y pidió “enterrar las haches rupestres”.

“Le dijimos a Gabo que no se daba cuenta de que tocar algo de la ortografía es como tocar el alma”, añade García de la Concha.

“La gran conquista y la gran riqueza de esta nueva edición es que, por primera vez, se explica el sistema y se afrontan centenares de dudas que planteaba la anterior”.

La ortografía, subraya, “nunca avanza por revoluciones sino por evolución”. Pero cualquier pequeño cambio cuesta sudor y lágrimas.

Y el director pone dos ejemplos claros: En la primera edición de esta obra académica, en 1741, esta disciplina se escribía “Ortographía” y Cristo era “Christo”.

En la segunda, ambas palabras se cambiaron a la grafía actual, “y hubo académicos que se opusieron y dijeron aquello de ‘por encima de mi cadáver’. Pero están honrosamente sepultados”, afirma.

Ahora, en la nueva edición, que se presentará en Madrid (España) el 17 de diciembre en un acto presidido por los Príncipes de Asturias, se han introducido algunas novedades que suscitaron una gran polémica, tras la reunión que la Comisión Interacadémica mantuvo en San Millán de la Cogolla (La Rioja, Norte de España) para aprobar el texto básico.

La propuesta de las academias de unificar los nombres de las letras del alfabeto y querer que la i griega se llame ye o que en algunos países de América digan be y uve a lo que suelen llamar be alta y be baja, be larga y be corta, ha generado revuelo en los países de habla hispana.

Tampoco cayó bien la propuesta de eliminar definitivamente la tilde del adverbio “solo” y de los pronombres demostrativos.

En la redacción final de la Ortografía se han suavizado algunas recomendaciones y no se condena a nadie por llamar a las letras como lo han hecho siempre o por ponerle tilde al “solo” o a los mencionados pronombres.

García de la Concha insiste en que lo aprobado en San Millán no era definitivo, sino que “tenía que ser sometido al pleno de cada Academia de la Lengua”.

“Fuimos a San Millán sabiendo que la RAE y otras academias no eran partidarias de aplicar a rajatabla las propuestas que se hacían, sino que era necesario dejarlo como opción”, recuerda el director.

Al final, las academias, “que no son damas déspotas”, consideran conveniente que las letras tengan “una denominación unitaria”, pero “quien quiera seguir diciéndolo como siempre”, que lo haga, señala García de la Concha.

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