Cultura

Polémica por Olga Ramírez en el Cabañas

Algunos miembros de la comunidad cultural opinan que tiene el perfil adecuado, otros no abrigan esperanzas

GUADALAJARA, JALISCO (04/JUN/2013).- La llegada de Olga Ramírez a la dirección del Instituto Cultural Cabañas continúa generando chispas en la comunidad cultural. Que su nombramiento es un error de la actual administración; que es una buena oportunidad para probar otro modelo. En medio,  la esperanza de que algo bueno salga para el que se supone es el museo más importante de la ciudad.

Roberto Hemuda, integrante del consejo curatorial, cuya responsabilidad será decidir y gestionar las exposiciones que lleguen al recinto, dijo que la idea central de la actual administración -en la cual participó como consejero social durante la etapa de transición-, es que el Cabañas se posicione como uno de los mejores recintos culturales del mundo.

Para conseguir ese objetivo, se pensó que lo que se necesitaba era tener “un extraordinario gestor, más que un curador”, pues no hay en Jalisco un curador curtido en la gestión de recursos, ni un gestor ducho en el área curatorial.

El director de Galería Diéresis destacó que Ramírez tiene la capacidad de hacer las gestiones, nacionales e internacionales, para llevar al Cabañas al lugar que le corresponde como Patrimonio de la Humanidad. Agregó que el trabajo del consejo curatorial, presidido por la secretaria de Cultura estatal, Myriam Vachez, ya logró cristalizar dos exposiciones: una de Betsabé Romero que se llevará a cabo en julio, y otra de Daniel Buren, que se realizará en septiembre.

“Una perla”

Para el crítico de arte Avelino Sordo, la decisión de elegir a Olga Ramírez “es una perla más en el collar de desatinos de la actual administración de la Secretaría de Cultura”. Resaltó que el verdadero problema del Cabañas es que nunca se ha manejado como el museo de alto nivel que es, necesitado de un director que lo lleve a ser “el gran museo” dedicado a José Clemente Orozco, tal y como la Ley Orgánica del Instituto Cultural Cabañas lo indica.

“Un consejo curatorial es una herramienta de apoyo para el director de un museo. Si el director no tiene idea de lo que se trata, de nada le sirve tener no uno, sino mil consejos. Si el director no dirige, valga la ‘megaredundancia’, pues no hay dirección. Nada bueno podemos esperar del esquema. De hecho, no están inventando el hilo negro: en mejores épocas el Cabañas ya tuvo su consejo curatorial, al que incluso tuve el honor de pertenecer”.

Carlos Ashida comentó que el perfil de Olga Ramírez le parece excelente para encabezar un patronato. “Al parecer, la función del director la va a asumir el consejo consultivo, gente que de manera voluntaria ofrece apoyo. Es un compromiso serio, pero no con las implicaciones que tiene una responsabilidad al frente de una dirección”.

Con respecto a la declaración de José Noe Suro, integrante del consejo curatorial, en la que destacó que en muchos  museos del mundo los directores fungen como promotores, como en el Museo de Arte Contemporáneo de Denver, el experto en arte contemporáneo dijo que el director del espacio norteamericano tiene un posgrado en Cambridge, cuenta con experiencia como maestro de Arte Moderno y Contemporáneo, y además fue curador del Museo de Arte Contemporáneo de Baltimore. Agregó que en una estructura cultural como la estadounidense, en donde todos los espacios son privados, entre las labores de un director se ha vuelto cada vez más importante el acarreo de recursos.

Sin embargo, aunque dicha tarea ha tomado mayor relevancia, puntualizó que no se puede dejar de lado la experiencia en el ámbito curatorial y de exposiciones. “Someter a ese apremio toda la operación de un espacio es un poco trastocador”.

Por su parte, Francisco “Curro” Borrego, director de Galería Curro & Poncho, dijo que poner a un gestor a la cabeza del Cabañas es el ejemplo perfecto de por qué las instituciones carecen de propuestas y están mal administradas.

En su opinión, un consejo curatorial “puede cantar misa”, pero si las credenciales de la directora demuestran que no tiene experiencia, las decisiones que se tomen difícilmente serán acertadas, ya que para atraer recursos, se necesita saber del tema para el que se están pidiendo, y no es el caso. La decisión no le parece arriesgada, sino errónea. “Para mí el riesgo va de la mano de un beneficio probable muy alto y en este caso no veo ninguno”.

Al artista Benito Zamora le extrañó lo que está sucediendo en el ámbito cultural de la metrópoli,dice, pues ha visto muchas caras desconocidas en puestos importantes, personas que no saben. Para él, se está perdiendo la pluralidad a nivel estético en los espacios públicos.

“Cuando veo algunos nombres con puestos públicos, pienso que no ha de ser tan difícil manejar esos lugares, porque hay gente que no está muy preparada y ha tenido esos puestos”.

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