Cultura

La historia de la mujer suspendida

Las proyecciones, como una obra en proceso, y el trabajo físico de la actriz destacan en el trabajo de Carole Nadeau

GUADALAJARA, JALISCO (19/MAY/2012).- Una mujer vestida de blanco, una mesa blanca con un vaso con agua y un espejo. Todos cuelgan del techo. Ahí, en el aire, ocurre la acción.

La historia de una mujer que sobrevive a un accidente, pero no en el mejor estado porque su  mundo, ahora es el del inconsciente. Este relato es presentado en la puesta en escena Le Mobile, de la artista Carole Nadeau.

Son las ocho de la noche y el foro está lleno. Hace calor y el mejor lugar no es la primera fila ni la segunda, ni la tercera, la mejor vista está desde las gradas. Ahí está Fabián Suárez, arquitecto de 50 años, quien es un asistente regular al teatro y está sorprendido con el trabajo físico de la actriz Carole Nadeau y la escenografía.

En los primeros momentos de la historia, la música es un rumor, como el sonido del viento, pero en Larva el aire está denso, parece parte del ambiente planeado por los artistas para que los asistentes se adentren a los miedos de esta mujer que sufrió un accidente y ahora está en un hospital.

Ella, entre la vida y la muerte, cuenta su relato, en ocasiones acostada sobre una cama de aire y otras de cabeza sin perder la respiración. Mientras esta mujer, suspendida, habla en español, uno entrecortado y con acento francés, ocurre la creación de una obra de arte sobre la pantalla.

Fabián Suárez, como el resto de los asistentes, mira con atención la escena, pero un flash, que busca capturar el momento, es tan intenso que ilumina hasta los espectadores de las sillas.

Las gradas son incómodas, pero la vista sigue sobre el escenario, donde las imágenes como flores, un cuarto y la sala de un hospital salen de lo que parece  un proyector de acetatos.

Uno de los momentos más interesantes es cuando un actor mira sobre el proyector y sus ojos grandes abarcan la pantalla. Este hombre pregunta: “Usted, me comprende. Usted, sufrió un accidente”. Ahora, la mujer suspendida parece un móvil porque los espectadores  son la paciente.

Los únicos que no están atentos son unos estudiantes, quienes deciden irse; el público les pide silencio, saben que en pocas ocasiones se puede ver una propuesta así en la ciudad.

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