Cultura

La cara oculta de Van der Weyden se expone en Berlín

Rogier van der Weyden, el representante por antonomasia de la pintura flamenca, ha estado siempre rodeado de enigmas por la autoría de sus cuadros

BERLÍN, ALEMANIA.- Uno de los pintores flamencos por antonomasia, Rogier van der Weyden, tenía una cara oculta: la de su maestro Robert Campin y otros con los que trabajó. Por primera vez, una muestra en la Gemäldegalerie de Berlín rinde homenaje a todos estos artistas que siempre estuvieron en la sombra.

La exposición "Der Meister von Flémalle und Rogier van der Weyden" ("El maestro del Flamenco y Rogier van der Weyden") se vanagloria de exhibir la mayor colección de pintura flamenca del siglo XV, explicó hoy en rueda de prensa el director del museo, Bernd W. Lindemann.

Asimismo, la muestra relaciona -como nunca antes se ha hecho- la producción del célebre van der Weyden con el resto de los artistas que trabajaron en el mismo taller que él y con los que, de hecho, pintó mano a mano muchos de los cuadros que hasta ahora se le atribuían.

Objeto de numerosos estudios, la figura de Rogier van der Weyden (1399-1464) ha estado siempre rodeada por un enigma aún sin resolver: la autoría de sus cuadros, que siempre quedaron sin firmar.

Tras un estudio exhaustivo, hoy se sabe que el que fuera el más influyente de los pintores flamencos durante el período gótico, aprendió el oficio en el taller del llamado "maestro del Flamenco", Robert Campin (ca. 1375-1445), que permaneció en el anonimato hasta el siglo XIX.

Hasta tal punto bebió Van der Weyden durante por lo menos 10 años del arte de Campin y de los otros cuatro artistas que estudiaban con él, que no se puede saber a ciencia cierta qué obras corresponden a unos o a otros, explicó el comisario de la exposición, Stephan Kemperdick.

A pesar de que muchos historiadores del arte lo consideran el "máximo pintor de la escuela flamenca", detrás de obras maestras como "Santa Barbara" o el tríptico "La crucifixión de Cristo" se esconde "todo un grupo de artistas y no sólo uno", insistió Kemperdick.

"No se trata de averiguar quién pinto qué cuadro, sino de poner el énfasis en que se trata del trabajo de todo un taller", apuntó.

De hecho, según el experto, el tríptico "Altar de Miraflores" (ca. 1440-1445), que se encontraba en la Catedral de Burgos, se alza como una de las pocas obras de la muestra "que puede atribuirse a Van der Weyden con seguridad".

Un recorrido cronológico por la primitiva escuela flamenca, la misma que popularizó el uso del óleo y que aún presentaba un cierto regusto a gótico tardío.

Alrededor de 50 cuadros -algunos importados desde galerías de Estados Unidos, Rusia y otras ciudades europeas- reflejan la viveza del color, la creación de paisajes y atmósferas artificiales mediante fondos siempre rellenos, y sobre todo, el empleo de elementos arquitectónicos, tales como columnas, arcos y bóvedas.

Sin embargo, el rasgo flamenco que revolucionó sobremanera los arquetipos pictóricos que imponía el gótico es su peculiar y profundo modo de trabajar la figura humana, de forma arquitectónica, hasta el extremo de que ésta parece cobrar vida y salirse del lienzo, como se observa en "La Trinidad".

Otra de las curiosidades de la muestra es que contrapone por primera vez varias versiones de un mismo cuadro, como ocurre por ejemplo con "Madonna y el niño con los santos en un jardín cerrado" (1450-1460), y su respectiva "Copia de Jacques Daret" (ca. 1500), pues los facsímiles eran una práctica habitual de los flamencos.

Los lienzos, que oscilan entre la temática religiosa y el retrato, abarcan un período muy amplio, desde 1420 hasta 1480, y han tenido que someterse a varios procesos de restauración.

La inauguración oficial será esta tarde, aunque el público podrá visitarla desde mañana y hasta el próximo 21 de junio.

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