Cultura

La arquitectura como una analogía de vida

A través de la Dirección de Investigaciones Estéticas, se rindió un homenaje con la edición de la monografía número 19 de la colección Monografías de arquitectos del siglo XX en Jalisco

GUADALAJARA, JALISCO (26/FEB/2011).-  “Los edificios son la analogía de lo que somos, pero también de lo que hemos dejado de ser”, dice Alejandro Ramírez Ugarte, nieto del arquitecto Luis Ugarte, un jalisciense al que la Secretaria de Cultura, a través de la Dirección de Investigaciones Estéticas, le rindió un homenaje con la edición de la monografía número 19 de la colección Monografías de arquitectos del siglo XX en Jalisco.

Ramírez Ugarte cuenta que su familia se componía “de mis padres, mis hermanas, seis mujeres y yo, aunque con la salida de Ana todavía quedaban cinco y yo sospecho que mi mamá, que era muy pragmática, se preocupaba de lo que fuera a pasar lo que en aquellos tiempos se consideraba un verdadero azote social: que yo no le resultara lo suficientemente macho”.

Ana es la hija del arquitecto y la madre de Alejandro, que sentada en el homenaje no hace más que sonreír cuando la autora de la monografía, Alison Hermosillo, cuenta que “la obra de Ugarte es indispensable en Guadalajara, decidí afrontar el reto porque no podía decir que no. Ugarte es el maestro de los arquitectos que después se conocieron como la generación de los arquitectos tapatíos, lo que después se llamó Escuela tapatía”.

Ugarte, arquitecto que diseñó el edificio de Teléfonos de México, que después se haría famoso por haber sido movido en una gallardía del ingeniero Matute Remus, Luis Ugarte es también el hombre que hizo de Guadalajara la ciudad de las grandes residencias. “La colonia Americana, los grandes edificios del Centro tapatío, ésa era la obra de mi abuelo. Fue un gran maestro de los reconocidos Luis Barragán, Pedro Castellanos, Ignacio Díaz Morales y Rafael Urzúa”, recuerda Alejandro Ramírez.

Para este hombre su abuelo “marcó un hito en la manera de construir en Guadalajara a partir de la edificación y es a partir de los procesos en que participó que empezó a tener sus primeros egresados de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, y desde entonces hasta la fecha la producción de buenos arquitectos no ha cesado ni en cantidad ni en calidad”.

“Las ciudades, concluye Alejandro, crecen en desmedida no por culpa de los gobiernos. La construcción de vivienda sin arquitectos, es tan sólo un reflejo de lo que somos: un desorden por el que vale la pena vivir, y ese fue el legado de mi abuelo”.

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