Cultura

El nuevo teatro está dirigido a niños que sí comprenden: Hiriart

Los niños requieren historias que expongan sus problemas, sin ayudas mágicas y sin lecciones didácticas

GUADALAJARA, JALISCO (19/OCT/2011).- Desde pequeña Berta Hiriart se encontró con el teatro y se enamoró de él, por eso pide a los padres de familia que lleven a sus hijos a los espacios teatrales, para que puedan enamorarse también: “ellos dependen de los adultos”, dice la dramaturga –una de las más destacadas del país–, autora de la puesta en escena Adiós querido Cuco, que se ha presentado con éxito en Guadalajara, y fundadora de la Compañía de Teatro Infantil de la Universidad Veracruzana.

Hiriart –nacida en la Ciudad de México en 1950– ha encontrado en el mundo infantil la mejor oportunidad para escribir, no sólo obras de teatro, sino cuentos, novelas y ensayos; eso sí, siempre escuchando a los niños y adolescentes, porque son ellos quienes proponen los temas y el tono de las historias que después pueden llegar hasta los escenarios.

La semana pasada Berta Hiriart estuvo de paso en la ciudad para impartir un taller sobre dramaturgia en el teatro infantil y aprovechó para hablar, en entrevista con este medio, sobre los temas que hoy son llevados a escena en el país y las nuevas estructuras narrativas.

–¿Cuáles son los temas dedicados a los niños que ahora se llevan a escena?

 –En las últimas décadas ha sucedido algo muy interesante, se han abierto las temáticas para niños. Antes se consideraba que el teatro tenía que darles un mensaje muy claro, muy cotidiano y muy didáctico sobre algún aspecto que los adultos creían importante, pero ahora se están llevando temas sociales, que antes no se consideraban para niños.

En realidad todos los temas son interesantes y posibles de tocar para los niños, quienes necesitan ver un teatro que les hable de las cosas que verdaderamente les están preocupando. Quisiéramos tener a los niños metidos como en una cápsula de cristal, donde estén protegidos de las cosas desagradables de la vida, pero a los niños les tocan las cosas agradables y desagradables de la vida; desde muy pronto descubren la violencia, la muerte, el rechazo, el abandono y si los adultos nos empeñamos en no hablarles de esto, ellos no tienen herramientas para ordenar el mundo en el que viven. El teatro te permite ver ciertos aspectos humanos, como en un espejo, puestos en un conflicto; el espectador tiene la ocasión de ver ahí una realidad que echa andar su juicio crítico, su comprensión, su capacidad de conmoverse por otros, solidarizarse, preguntarse y responderse qué está bien y qué está mal, sin que necesariamente sea como un sermón ni meternos en el ámbito de los maestros. Por ejemplo, en los concursos ves que la gente siente que escribir para niños significa mandarles mensajes ecológicos, pero a veces eso no resulta dramático o una acción que te conmueve, es una lección de ecología y ese ámbito le pertenece a los maestro en la escuela, el teatro tendría que darle a los niños algo que la escuela no les da.

–¿El niño está preparado para ver el conflicto dramático?

–Claro. Si pensamos en los cuentos clásicos para niños, éstos tratan conflictos muy profundos y de manera muy tremenda, tú puedes ver cómo en Blanca Nieves, resulta que la madrasta es una que se niega a envejecer y se muere de envidia por su hijastra que está llegando a la adolescencia, floreciendo y teniendo una belleza fresca que ella está perdiendo y cómo la madrasta puede ser tan cruel para mandarla matar, le pide a un cazador que le traiga su corazón, no son cosas chiquitas; si pensamos, los niños en la literatura clásica no son tratados con algodones, ahí pasan cosas muy fuertes, lo único es que los cuentos clásicos están construidos de tal manera que siempre gana el bien por alguna ayuda mágica. Y en el teatro contemporáneo en general ya no entran estas ayudas mágicas, sino que son los propios niños los que encuentran la solución o no a su conflicto.

–Y en los finales abiertos de la obras, ¿qué pasa con los niños?

–Los adultos pensamos que los niños entienden menos de lo que en realidad entienden. El nuevo teatro toma en cuenta o se dirige a un público de niños que sí son capaces de comprender un gran abanico de asuntos humanos, de hacerse preguntas. Tú puedes ver cómo los preescolares, que son pequeños de cuatro o seis años, son unos filósofos, es esta edad cuando todo te preguntan por qué, hay una necesidad de entender y de acomodar el mundo. A veces los adultos pensamos que no están listos o nosotros mismos no tenemos la respuesta y no sabemos qué contestar, evadimos para irnos por los caminos conocidos, muchas veces los niños se van muy lejos en sus preguntas sobre el infinito, el sentido de la vida, por qué muere la gente o por qué hay niños descalzos que andan pidiendo en la calle, mientras hay otros que tienen todo, por qué no hay justicia, éstas son parte de las preocupaciones de los niños y nosotros nos empeñamos de hablarle a los niños de qué bonito está el arcoíris; bueno, sí se puede hacer un espectáculo sobre el arcoíris, pero para niños muy pequeños, bebés, porque los niños tienen otras inquietudes y otros problemas muy reales, muy concretos y a veces muy graves.

–Los niños que viven en ambientes violentos, ¿verse en espejo del teatro les permite hablar de sus problemas?

–Esperamos que sí. Ya en sí ver la obra abre el permiso para hablar de esto porque no es algo que sólo me pasa a mí, le pasa a otros, toman una nueva perspectiva de lo que están viviendo, aún los niños que no viven situaciones extremas tienen problemas porque no hay ser humano que no tenga problemas, la existencia misma te plantea continuamente problemas. Mi nieta de nueve años está con lo del bullying, todo el tiempo dice “mi hermana me hace bullying”, porque la molestó. Entonces yo le pregunté el otro día si en su escuela había bullying, me dijo: “sí hay” y me explicó todo perfecto, que hay otros niños que son violentos y se dedican a molestar a otros, “hay una niña que todo el tiempo nos avienta cosas a la cabeza”, me estuvo platicando; todo es cuestión de parar orejas porque yo puedo pensar qué terrible es hablarle a los niños de la violencia y el asunto es que Sara, mi nieta, que está tan cerca, la está viviendo.

–¿Hablar de la violencia está de moda en el teatro infantil?

–Podríamos decir sí, pero más bien la moda está dictada por el consumo, alguien lanza un producto y como quiere ganar mucho dinero, pues le da muchísima difusión, y como los niños, los preadolescentes y los de secundaria lo que más les interesa es estar identificado con sus pares, con sus iguales, entonces si fulanita tienes los tenis de marca yo también los quiero, así se van dictando las modas. Aquí no es por un afán de consumo o de venta, porque ha llegado a la consciencia colectiva social de los artistas que hay problemas que los niños viven y tiene que ser atendidos por el artista porque los artistas, de alguna manera, voceros de la comunidad, es nuestra responsabilidad tomar los problemas de la comunidad y mostrarlos bajo cierta luz o cierto ordenamiento que nos ayude a reflexionar sobre el asunto y dejar que nos toque el corazón.

–¿Hay un nuevo teatro infantil?

–Sí. Hay un nuevo teatro contemporáneo que se nutre de todas las expresiones, que propone una nueva estética visual, una nueva música sin las tonaditas pegajosas, el uso de nuevas tecnologías y nuevas estructuras dramáticas que no necesariamente terminan con un final feliz, sino que pueden estar hechas de distintas maneras o más fragmentarias.

–¿Hay poco público infantil?

–Tenemos en México muchísimos niños y jóvenes, es la población mayoritaria ahorita, parece que se está frenando la cosa y el grupo más grande es el de adolescentes, porque se frenó el crecimiento de población. En este momento lo que hay son niños y jóvenes, a cualquier plaza que llegues habrá niños que se acerquen a ver la función, el problema es que habiendo este público potencial, masivo, muy pocos niños ven teatro en la República Mexicana.


''Desde muy pronto los niños descubren la violencia, la muerte, el rechazo, el abandono, y si los adultos nos empeñamos en no hablarles de esto, ellos no tienen herramientas para ordenar el mundo en el que viven.''
Berta Hiriart, dramaturga

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