Cultura

Casa Vecina es la sede de la exposición ''Chicle y pega''

El trabajo del colectivo TRES se caracteriza por la investigación artística y antropológica acerca de la basura

CIUDAD DE MÉXICO (11/AGO/2012).- La exposición "Chicle y pega", proyecto que el colectivo TRES, conformado por los artistas Ilana Boltvinik, Rodrigo Viñas y Mariana Mañón, propone a Casa Vecina para su residencia entre mayo y agosto del 2012, fue inaugurada esta tarde.

Durante este proyecto trabajarán en colaboración con el fotógrafo Javier Cuervo, los científicos del Cinvestav, José Víctor Calderón Salinas, Margarita Rosas Flores, Laura Medrano, la doctora Emelí Cortina, y Octavio Sánchez Armas, del equipo de restauración de Paloma Infarto.

El trabajo de TRES se caracteriza por la investigación artística y antropológica alrededor del tema de la basura en el espacio público, donde la basura adquiere cierto carácter informativo, destacaron los tres artistas, en el marco de la ceremonia de apertura.

"Es decir, que tiene la capacidad de almacenar información física y simbólica a través de la cual se puede elaborar un retrato de las conductas de nuestra sociedad. El proyecto que proponemos a Casa Vecina toma como eje conductor un desecho en particular".

Desecho, explicaron, "que se halla en abundancia por las calles del Centro Histórico: El de los chicles pegados al suelo. Estos chicles representan un hábito de consumo y desecho, pero también son objetos que modifican visual y estéticamente la ciudad".

Durante su residencia en Casa Vecina, el colectivo desarrollará una investigación interdisciplinaria, en donde distintas metodologías y aproximaciones, incluyendo aproximaciones científicas, permitirán generar una suerte de mapas celestiales de la inmundicia.

"O sea, una respuesta crítica a estos eventos estéticos, buscando indagar la epidermis de la ciudad, en la que los chicles permitirán situar ciertos hábitos sociales, como la movilidad y densidad de población", coincidieron en señalar los integrantes del equipo multidisciplinario.

A través de recorridos exploratorios se harán levantamientos de campo de los chicles pegados en calles del Centro Histórico, en los que crearán una serie de registros y experimentos para catalogar las tipologías de estos fósiles. La propuesta trazará un primer acercamiento planteado desde la etnografía.

Con una perspectiva de pepenador, tras encontrar y sistematizar los chicles en la vía pública, seguirán con una idea antropológica para entender costumbres y su relación social; arqueológica, para extraer información cultural; química, para encontrar vestigios e información biológica, y de restauración para encontrar metáforas urbanas.

Hasta este momento, la investigación ha arrojado datos interesantes. En primer lugar, los chicles son un problema de salud pública, pues contienen mucho más de 50 mil bacterias que recogen del medio ambiente en el que se encuentran.

Producir un chicle cuesta 25 centavos, y recogerlo cuesta 75 centavos. Existen máquinas especiales para desintegrar y remover los chicles, sin embargo, la cantidad de ellos pegados supera el presupuesto para el mantenimiento de las máquinas, señaló la parte científica.

El mayor número de chicles en la vía pública se concentra en espacios donde la gente espera algo o a alguien. Aproximadamente 20 por ciento de la superficie del Centro Histórico está cubierta de chicles.

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