Cultura
“Carmelita”… y gracias
Mireya Ruvalcaba, Mary Chuy Cárdenas, José Manuel Chu y Carlos Aguirre interpretan algunos pasajes de una de las piezas de la lírica más importante
GUADALAJARA, JALSCO.- El segundo programa de la tercera temporada de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (
OFJ) en el Teatro Degollado prometía “escenas de Carmen, de Bizet”. A la hora buena, la promesa se resolvió en una simple “Carmelita” -con todo lo que sugieren el diminutivo y las comillas-… y gracias.
El argumento es válido: “No hay presupuesto para montar una ópera en forma”. A partir, pues, de la premisa de que “a falta de pan, semitas”, lo que se consiguió presentar a la concurrencia -menos de media sala- fue un montaje como de festival de fin de curso de escuelita de barrio: un elenco modesto, a base de cantantes locales, más el tenor sinaloense José Manuel Chu y el barítono capitalino Carlos Aguirre; una orquestación artesanal, con Héctor Guzmán -director titular de la OFJ- en el podium; una selección de arias y escenas que se saltó varias imprescindibles para lograr siquiera una aproximación a la obra; un cuerpo de ballet tirando a precario; y una escenografía -una mesa y media docena de sillas- que ni a eso llegó.
Hubo, pese a todo, pasajes rescatables: el preludio con que la Orquesta Filarmónica de Jalisco abrió la velada, por ejemplo. Del resto, la Habanera, a cargo de Mireya Ruvalcaba; el brindis, por cuenta de Carlos Aguirre; y el Aria de la Flor, con José Manuel Chu. Los tres, lo mismo que Mary Chuy Cárdenas, alcanzaron la nota aprobatoria en canto -facultades, timbre, registro y sonoridad-; en cambio, quedaron a deber en interpretación. Nada que ver, desde luego, con las ovaciones y los “bravos” estridentes de algunos porristas colados en la luneta.
El programa se repite este mediodía, a partir de las 12:30, en el mismo escenario.
Jaime García Elías
El argumento es válido: “No hay presupuesto para montar una ópera en forma”. A partir, pues, de la premisa de que “a falta de pan, semitas”, lo que se consiguió presentar a la concurrencia -menos de media sala- fue un montaje como de festival de fin de curso de escuelita de barrio: un elenco modesto, a base de cantantes locales, más el tenor sinaloense José Manuel Chu y el barítono capitalino Carlos Aguirre; una orquestación artesanal, con Héctor Guzmán -director titular de la OFJ- en el podium; una selección de arias y escenas que se saltó varias imprescindibles para lograr siquiera una aproximación a la obra; un cuerpo de ballet tirando a precario; y una escenografía -una mesa y media docena de sillas- que ni a eso llegó.
Hubo, pese a todo, pasajes rescatables: el preludio con que la Orquesta Filarmónica de Jalisco abrió la velada, por ejemplo. Del resto, la Habanera, a cargo de Mireya Ruvalcaba; el brindis, por cuenta de Carlos Aguirre; y el Aria de la Flor, con José Manuel Chu. Los tres, lo mismo que Mary Chuy Cárdenas, alcanzaron la nota aprobatoria en canto -facultades, timbre, registro y sonoridad-; en cambio, quedaron a deber en interpretación. Nada que ver, desde luego, con las ovaciones y los “bravos” estridentes de algunos porristas colados en la luneta.
El programa se repite este mediodía, a partir de las 12:30, en el mismo escenario.
Jaime García Elías