Miércoles, 24 de Abril 2024
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Una novela para viajar con un japonés en la Nueva Galicia

Un viaje a través del tiempo que nos lleva hasta el Japón del siglo XVII

Por: EL INFORMADOR

El libro es un breve relato que viaja a lugares y momentos lejanos. EL INFORMADOR / G. Gallo

El libro es un breve relato que viaja a lugares y momentos lejanos. EL INFORMADOR / G. Gallo

GUADALAJARA, JALISCO (11/JUN/2017).- El escritor e historiador Héctor Palacios (Guadalajara, 1981) presentó esta semana su novela breve “Lejanos guerreros”, un viaje a través del tiempo que nos lleva hasta el Japón del siglo XVII para desde allí acompañar a Fukuchi Soemón, el protagonista, en un periplo que lo llevará a la Nueva Galicia.

Sobre el principio de este proyecto literario, Palacios platicó en entrevista:

-Nació de un proyecto previo, académico: el resultado fue “El japonés que conquistó Guadalajara” (publicado por la Universidad de Guadalajara, 2009). Se trató de investigar sobre japoneses en la Guadalajara del siglo XVII, desde preguntas básicas que no hemos logrado contestar: cómo llegaron, específicamente de qué parte de Japón venían, quiénes eran sus familias. Preguntas muy básicas. La investigación derivó en encontrar todo lo que fue su vida aquí, que fue la información que se encontró. Quedó pendiente esa parte: quiénes eran ellos en Japón, sobre todo uno de ellos, Luis de Encío, su nombre castellanizado. En japonés se llamaba Fukuchi Soemón. Eso lo sabemos porque dejó un par de documentos, los que se conservan hasta la fecha, que tienen su firma japonesa. Gracias a eso sabemos cómo se llamaba. En 2002 vino Eikichi Hayashiya, embajador de Japón en España. Antes había sido agregado cultural en la embajada en México, en los años cuando se restablecieron relaciones después de la segunda guerra mundial. Incluso hizo equipo con Octavio Paz para hacer un acuerdo cultural entre México y Japón, y tradujeron juntos el. En 2002 vino a dar una conferencia a la Universidad de Guadalajara, precisamente sobre los japoneses que estuvieron aquí. Él leyó un artículo de Tomás Calvo, historiador que estuvo mucho tiempo en Guadalajara. Vino a dar la conferencia y a ver esa ciudad donde estuvieron aquellos japoneses. Fue él quien vio la firma y pensó que probablemente Fukuchi había sido samurái. Investigó en Japón, incluso puso anuncios en periódicos para ver quién le ayudaba. Revisó árboles genealógicos de una familia que coincidía en el apellido, pero no encontró el nombre. Siguió la duda abierta. Con estos datos no se pudo desarrollar una historia formal, académica, sobre la vida de este samurái; pero me dio para una historia literaria. Así empecé esta novela. Empecé a estudiar sobre samuráis, historia de Japón.

-Con esa formación de historiador investigaste para enriquecer las descripciones: las batallas, vestimenta, costumbres.

-Tenía la duda: cómo se forma un samurái, en qué pensaban, qué creían, a partir de cuándo los empezaban a formar. Desde que son niños chiquitos, desde que empiezan a caminar traen su espadita de madera, los comienzan a presionar e inculcar para que tengan ese carácter. Es un carácter muy férreo: llega un momento hasta la educación de tipo religioso que les dan es para que todos los días estén pensando que van a morir. Es un hecho: cada que salen a batalla hay altas probabilidades de que eso suceda. Les enseñan a no salir con miedo: si les sucede es de lo más normal.

-Citas el libro “Hagakure” de Tsunetomo Yamamoto.

-Sí, del código Bushido.

-Y aunque la novela es breve tiene esos recursos: novela de formación, las peripecias del viaje y ese extrañamiento al llegar, con ese tema de la identidad.

-Entraron otro tipo de preguntas, más allá de lo histórico o las inquietudes académicas, ya más de tipo personal: qué se siente irse a otro mundo, muy distinto al propio, y quedarse allí. Porque se puede ir y regresar: Fukuchi decidió no regresar, en parte porque era muy complicado; pero hubo quienes sí regresaron. En la novela están sus compañeros, personajes totalmente inventados pero que pudieron haber existido. Son cuestionamientos al estar en la lejanía: cuestionarse desde ese punto espiritual, desprenderse, todo lo que implica.

-Era una época donde era una desconexión total.

-Incluso obligaban a cambiar de creencias religiosas, comer otras cosas, cambia el paisaje, el clima, cambia absolutamente todo.

Sobre la cuestión del idioma, el libro de Héctor Palacios cuenta con algunos términos de origen japonés, para crear una atmósfera de inmersión en la cultura. Sobre ese detalle, comentó:

-Quité muchas palabras y expresiones japonesas, porque los lectores previos, que me ayudaron a leer el manuscrito me dieron recomendaciones. Fue para no hacer la lectura más lenta, fui eliminando algunos, incluso algunos personajes que no tenían mucha participación en la historia. Cosas de ese tipo para hacer la lectura más ágil.

Durante la presentación del libro en la Casa ITESO-Clavigero, a Héctor Palacios lo acompañaron Sergio Hernández Galindo, Víctor Kerber y Melba Falck, quien fue un detonante para que existiera este libro. El autor afirmó:

-Melba fue quien me introdujo a este tema, quien me invitó a investigar sobre el tema. Cuando vino el embajador Eikichi Hayashiya ella fue la anfitriona y le encomendó investigar sobre el tema. Pero ella no es historiadora de formación. Por azares del destino fui prestador de servicio social, prácticas profesionales. Me comentó que tenía esa tarea pendiente. Desde allí se desarrolló ese trabajo.

Sobre el autor

Héctor Palacios publicó “Lejanos guerreros” en la editorial tapatía Paraíso Perdido, donde también lanzó la plaquette “Cuarto obscuro. Palabras de perro” (2007), “El japonés que conquistó Guadalajara” (2009) y “La taza de chocolate y otras historias” (2010) son otros títulos que ha publicado. Palacios ha sido bibliotecario, profesor, editor y asesor político y en radio. Actualmente ejerce como historiador y archivista.

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